El Quijote del Caribe se llama el documental que muestra a Roberto Fernández Retamar como una leyenda junto al malecón de La Habana. "Me gustaría ser Alonso Quijano, el Bueno, es decir Don Quijote", dice el poeta con los temblores propios del Parkinson, en la cinta de 2018, dirigida por Raquel Ruiz.
El escritor, ex diputado de la Asamblea Nacional, miembro de la Academia Cubana de la Lengua y por más de 30 años presidente de la Casa de las Américas, falleció el pasado sábado a los 89 años.
"Hay luto en la casa de la intelectualidad latinoamericana, en Cuba y en Nuestra América", escribió en Twitter, Miguel Díaz-Canel, el actual presidente de Cuba.
Nacido en La Habana, en 1930, Fernández Retamar fue un fiel representante de la revolución que lideró Fidel Castro en la isla desde 1959. Tuvo una nutrida formación. Se doctoró en filosofía y letras en la U. de La Habana, en 1954. Luego hizo estudios de posgrado en París (Francia) y Londres (Inglaterra). A fines de los 50 fue profesor de la U. de Yale, en EEUU.
"Fernández Retamar es de los pocos intelectuales que siguieron fieles al ideario de la Revolución Cubana desde sus inicios. El resto murió, se exilió o desapareció en el silencio de sus casas", comenta Patricio Fernández, autor de Cuba: viaje al fin de la revolución (2018). "Con Retamar se va otro más de los miembros de la generación de Fidel. A estas alturas sobreviven Raúl Castro, Ramiro Valdés y un par de nombres más", agrega.
Poder popular
A los 20 años Fernández Retamar publicó su primer poemario, Elegía como un himno (1950), a la par colaboró en la revista Orígenes, y fue director de la Nueva Revista Cubana. A la llegada del poder de Fidel comenzó a asumir cargos públicos. Designado por la revolución como consejero cultural de Cuba en Francia (1960), luego fue secretario de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba y codirigió hasta 1964, junto a Nicolás Guillén y Alejo Carpentier, la revista Unión. En su vida compartió con autores como Julio Cortázar, García Márquez, Eduardo Galeano, Ernesto Cardenal y Mario Benedetti. También fue condecorado por Fidel y Raúl Castro. Era un funcionario ejemplar.
Con 21 años publicó su segundo poemario, Patrias (1952), y obtuvo el Premio Nacional de Poesía. Autor de más de 20 libros de versos, en prosa destacó el título Calibán y otros ensayos (1971). El volumen Nosotros los sobrevivientes apareció por el sello chileno Lom, en 2010. Es una antología poética preparada por el autor y el académico Naín Nómez. "Como poeta no fue tan importante, pero fue parte de una promoción que, como dice Nicanor Parra, bajó a los poetas del Olimpo", señala Nómez.
Durante los 60 el vínculo de Fernández Retamar con el poder castrista fue mucho más evidente. En junio de 1966 Pablo Neruda viajó a Nueva York para participar como invitado de en la reunión del PEN Club. Semanas después asistió a la Biblioteca del Congreso de Washington. Pero, el 31 de julio de 1966 apareció "Carta abierta a Pablo Neruda", en el periódico cubano Granma, criticando el viaje del chileno a EEUU.
"El pueblo sigue hambriento, asfixiado, aspirando a una igualdad social. (...) Se puede ir a Nueva York, desde luego, a Washington si es necesario, pero a luchar, a plantear las cosas en nuestros propios términos", apuntaba la misiva firmaba por más de 100 artistas. Uno de sus redactores fue Fernández Retamar.
El cubano enfrentó a otro chileno. Esto, luego que en abril de 1970, Nicanor Parra, en plena Guerra Fría, asistió al Festival de Poesía organizado por la Biblioteca del Congreso en Washington. Ese año Parra había sido invitado como jurado del Premio Casa de las Américas. La invitación fue retirada luego que Parra apareció en la prensa compartiendo en la Casa Blanca, con Pat Nixon.
La relación de Fernández Retamar con Chile fue extensa. Había estado por primera vez en 1972 invitado por la Sociedad de Escritores de Chile. "Esta me hizo su miembro honorario", señaló entrevistado en 2007 cuando regresó como jurado del Premio Iberoamericano de Poesía P. Neruda. El galardón lo obtuvo la cubana Fina García Marruz. Sin embargo, la figura de Fernández Retamar no pasó inadvertida. Entonces se reabrieron antiguas heridas. Hernán Loyola, estudioso nerudiano, dijo: "Neruda se merece las disculpas de Cuba". Hoy recuerda Naín Nómez: "Cuando fui jurado del Premio Casa de las Américas en 1994, le hice una larga entrevista. Él reconoció que se había equivocado en esa ocasión que firmó la carta contra Neruda y lo atribuyó a su juventud y entusiasmo por la revolución cubana".