Nunca despegó los pies de la tierra. A pesar de estar detrás de algunos de los edificios más altos del planeta, el arquitecto argentino César Pelli jamás olvidó que todos los edificios tienen su origen allá abajo, en suelo firme. Hombre de personalidad sencilla, de trato directo y sin arranques megalomaníacos, César Pelli hizo de la arquitectura una vocación de servicio. Una con características espectaculares, pero constantemente a la orden de lo que el empleador deseaba. Ya fueran estos la mayor empresa petrolera de Malasia, cuando le tocó diseñar las imponentes Torres Petronas de Kuala Lumpur, o el consorcio Cencosud, cuando estuvo detrás de la Gran Torre Santiago, el edificio más alto de Latinoamérica.
Fallecido a los 92 años el pasado viernes 19 de julio en su casa de New Haven (Connecticut), César Pelli se mantuvo activo hasta el final. Prueba de ello es la Salesforce Tower de San Francisco, rascacielos que se inauguró en enero del 2018. Su esposa ya no estaba con él (la arquitecta y paisajista española Diana Balmori había muerto el 2016), pero la firma Pelli Clarke Pelli Architects sigue funcionando a toda máquina desde Nueva York, donde su hijo Rafael Pelli continúa con su labor y, por cierto, donde los encargos desde todo el mundo son bienes abundantes.
En nuestro país, el arquitecto de Tucumán colaboró con la firma ABWB para desarrollar el edificio Gran Torre Santiago, que ya lleva cinco años como la obra más alta de Latinoamérica. En su momento resistida debido al eventual impacto negativo en el plan urbano, la creación de Pelli ha logrado de a poco transformarse en un símbolo de la capital.
"La resistencia a la torre fue algo que tuvo una dosis de desconocimiento y falsas informaciones respecto al verdadero impacto que este proyecto tendría en el sector", dice Yves Besançon, socio de ABWB Arquitectos y Asociados, la compañía chilena que ejecutó el diseño de César Pelli. El profesional chileno conoció al trasandino hace 20 años y cree que su carácter llano y desinteresado se refleja en su obra, siempre en función de lo que se le pedía y no de lo que él quería.
En ese sentido, César Pelli está en las antípodas de los llamados "starchitects", es decir aquellos que buscan impactar con sorprendentes diseños, alejados de las necesidades de sus usuarios. "César Pelli era todo lo contrario a un divo, imagen que muchos grandes de la arquitectura proyectan hoy. Por el contrario, fue muy generoso con sus colegas y socios. Tenía gran facilidad para asociarse con arquitectos locales en el desarrollo de los grandes proyectos en los que le tocó participar", cuenta Besançon, que durante muchos años fue docente universitario, otra de las huellas distintivas del argentino.
"El formó generaciones completas de jóvenes arquitectos en la Universidad de Yale (donde fue decando de la Facultad de Arquitectura) mediante pasantías en su oficina que duraban 2 a 4 años. Muchos de esos estudiantes se quedaban integrando su taller, frente al edificio fundacional de Yale", agrega Yves Besançon.
El socio de ABWB acota un dato curioso sobre el arquitecto tucumano: "Su fama le llegó como agregado a su vida, pues él siempre pensó que había llegado a la cúspide al ser nombrado decano en Yale. Sin embargo, se hace muy conocido cuando diseña el World Financial Center en Nueva York, en los años 80".
Curiosamente, las Torres Petronas, la obra más famosa de César Pelli, es una de las pocas que incorporó elementos idiosincráticos en su diseño, en ese caso aludiendo a la inmemorial construcción islámica del Qutub Minar. Para el expresidente del Colegio de Arquitectos y profesor de la UC Sebastián Gray, Pelli era un creador "eficiente, sensato, con un gran sentido de la proporción y la composición", pero algo "neutro" en sus propuestas. En otras palabras, sus torres tendían a ser iguales. "El pertenece a una fase tardía del modernismo que es el estilo internacional. Sus obras están emparentadas y se caracterizan porque son más bien variaciones del mismo tema. No quiere especular ni impactar. Es todo lo contrario, en ese sentido, al español Santiago Calatrava, que va al límite de las posibilidades", explica Gray.
Aquel estilo internacional es también un caso de anonimato cultural. Gray dice que muchos de los rascacielos de esta especie son "apátridas" y al respecto propone comparar la Torre Gran Santiago con la Salesforce Tower de San Francisco. "Muy similares, nadie puede dudarlo. Y no lo digo en un mal sentido. Es lo que que distingue a Pelli".
En cualquier caso, no siempre los rascacielos fueron neutrales. Los primeros, en Chicago y Nueva York, tenían personalidad y hoy son monumentos nacionales. Es más, están protegidos de los rascacielos "millennials", que amenazan con taparlos. "En Nueva York, por ejemplo, no se puede construir a grandes alturas cerca de otros edificios históricos justamente para proteger su dignidad", ejemplifica Gray. "Eso es planificación urbana, algo que en Chile lamentablemente no existe", añade. Por supuesto, nadie querría que en el futuro una torre infinita opacara a la construcción de César Pelli.