No conocía Chile, pero a los 28 años, el escritor keniano Ngũgĩ wa Thiong'o, supo del país cuando compartió con Pablo Neruda. El poeta había sido invitado a dar una conferencia, en 1966, en el Pen Club de Nueva York. Ahora, con 81 años, acaso uno de los narradores más reconocidos de África y eterno candidato al Premio Nobel de Literatura, se encuentra en Santiago.
"Fue la primera y última vez que lo vi y fue el autor que más me impresionó. Me gustaría aprender español para leer las Alturas de Machu Picchu en su original", dice Wa Thiong'o sobre el premio Nobel chileno. "Neruda habló de la figura del escritor como un espíritu independiente y recuerdo que se refirió al lugar del intelectual en aquel tiempo inmerso en la Guerra Fría", señala el autor de más de 30 libros entre ensayos, novelas, cuentos y teatro, quien estuvo un año preso, en 1978, por estar en contra de la dictadura de Daniel arap Moi.
"Era como Pinochet", agrega. Por esos días en su país, no pudo hacer clases en colegios y universidades y Wa Thiong'o decidió exiliarse, primero en Londres (Inglaterra) y después fue profesor de la U. de Nueva York (EEUU). Hoy es profesor distinguido de la U. de California, ciudad donde vive, y por lo menos una vez al año visita Kenia.
Desde el martes está en Chile invitado por el Centro Interdisciplinario de Estudios en Filosofía, Artes y Humanidades (CIEFAH), para dar la conferencia The Power of Translation: bridging the gulf between cultures, en la Sala Eloísa Díaz, de la Casa Central de la U. de Chile (Alameda 1058). La cita es hoy jueves 25, a las 19 h. La entrada es liberada y sin inscripción previa. Además, el evento será transmitido vía streaming por uchile.cl/envivo/.
Historias de tradición
Otro recuerdo que Ngũgĩ wa Thiong'o tiene de Chile es una traducción, que hizo un amigo suyo, al Gikuyu (lengua de Kenia) de unos textos del autor nacional Ariel Dorfman. "Era una traducción del español al gikuyu y es otra de mis conexiones con Chile", dice riendo, quien tiene nueve hijos, 25 hermanos y cuyo padre tuvo cuatro esposas. "Más bien, yo tuve cuatro madres", aclara.
El año pasado, en España, se publicó el segundo volumen de sus memorias, En la casa del intérprete, donde cuenta sus orígenes en el centro de una numerosa familia humilde de la provincia Limuru (Kenia) y también cómo descubrió su pasión por la literatura. "Fuerte y memorable… Un documento atemporal de un escritor político extraordinario", escribió el periódico británico The Independent.
Representante del Realismo mágico africano, de su obra destacan novelas como El brujo del cuervo (2004). La historia se desarrolla en una república imaginaria, donde opera un dictador tratado como un semidiós. El pueblo está sometido y ocurrirá una particular subversión. "A lo largo de su intensa trayectoria, Ngũgĩ ha formado parte de las paradigmáticas cuestiones y dilemas del escritor africano contemporáneo, tocando la situación política, social, racial y lingüística... El relato es fantástico", apuntó el autor estadounidense John Updike.
¿Cómo nace el Realismo mágico africano?
Viene de la tradición oral, pero también de muchas culturas, de África, de Europa, de Occidente, en general. Pero lo que hace el realismo mágico es tomar prestado la tradición oral y traerla a la actualidad. Del realismo mágico latinoamericano me gusta mucho el trabajo de Gabriel García Márquez. A mí, el realismo mágico, me sirve para profundizar en mis historias. Las primeras novelas yo las escribí y publiqué en inglés. Y mis últimos tres libros los he escritor y publicado en mi idioma original, lo que me ha permitido que aflore aún más el realismo mágico.
En sus memorias la mujer está presente. ¿Cómo ve el movimiento feminista en el mundo?
Mi último libro, que el próximo año se publica, The Perfect Nine (Random House), es la historia de 10 hijas mujeres de una familia, quienes fundan un matriarcado en la comunidad donde viven. Es como el origen del feminismo: ellas construyen sus hogares, sus armas, se defienden, planean todo. En esta historia no hay hombres.
¿Usted se considera machista?
Me considero más bien un artista. Y como un artista veo el mundo donde hombres y mujeres, de color blanco o negro, tienen derechos.
¿Qué opina de la actual literatura africana?
Cuando comencé a escribir éramos pocos, pero ha crecido. Hay muchos nombres y están en todo el mundo como Chimamanda Ngozi Adichie, JM Coetzee, Chinua Achebe, entre otros. Es una literatura que se está expandiendo. Tengo nueve hijos y cuatro de ellos publican y nos mostramos nuestros respectivos trabajos.
¿Qué le parece ser candidato al Nobel?
Preferiría ser un ganador que un eterno candidato (se ríe). Ahora me siento muy honrado que la gente crea que yo merezco el Premio Nobel, pero yo no puedo hacer nada al respecto. No soy parte del jurado.
¿Por qué su conferencia tiene el título sobre el "Poder de la traducción"?
Quiero hablar de la traducción como un camino, algo que permite a las culturas comunicarse unas con otras. La traducción para mí es la lengua de las lenguas. Históricamente las lenguas originarias e indígenas se han visto suprimidas por el poder de todas las lenguas occidentales que predominan, ya sea el inglés, el francés, el italiano, el español… Cada lengua tiene un mundo, una perspectiva y un conocimiento. El monolingüismo es el monóxido de carbono de la cultura y el multilingüismo es el oxígeno de la cultura. A mí me encantaría ver una conversación, por ejemplo, entre un chileno hablando mapudungun y un keniano hablando gikuyu.