La prensa hace lo suyo y las redes sociales el resto.
Titulares internacionales a propósito del rol de las estrellas pop de Puerto Rico en la caída del gobernador Ricardo Rosselló:
"El día que el reggaetón tiró el gobierno".
"El papel protagónico del reggaetón en la revolución de Puerto Rico".
"¿Por qué los ídolos del reggaetón encabezaron la revolución de Puerto Rico?".
En Twitter premio compartido para:
"El reggaetón ya tumbó un gobierno, en tu cara amigo metalero"
"Mandatarios derrocados por el reggaeton y el trap: 1
Mandatarios derrocados por el rock en cualquiera de sus formas: 0".
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En esta era de sobreinformación y noticias falsas donde se acostumbra leer apenas el titular para darse por enterado, queda la idea del género rey de la música urbana detonando con ritmo y rebeldía la salida del mandatario y su gabinete por culpa de unos chats sin filtro revelados a la opinión pública. Cierto a medias. Se trata más bien de titulares ingeniosos sedientos de clics, datos finales de un proceso largo y complejo angulados por editores y periodistas para vender noticias -una de las esencias de la prensa, nunca se olvide-, que luego provocan las réplicas en redes sociales acompañadas de fotos de Bad Bunny como un Che Guevara de estos tiempos, enfrascado en peroratas incendiarias redactadas con mayúsculas en Instagram.
El chateo fue la gota que rebalsó el vaso para la cuestionada gestión de Rosselló -un desastre en economía y en la crisis desatada por el huracán María de 2017 y sus 4645 muertos-, mientras la participación de artistas musicales en las protestas de la última quincena en la isla sobrepasa ampliamente el círculo de astros reggaetoneros.
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REUTERS/Marco Bello[/caption]
Puerto Rico es la mayor potencia musical de Latinoamérica y con la notoria excepción de Chayanne -un tibio histórico en asuntos contingentes-, la mayoría de sus figuras se cuadró con el clamor popular que exigía la salida del gobernador.
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Cada generación siente que la historia se escribe a su paso con hechos inéditos, audaces y cruciales. Difícil culpar a los reggaetoneros de asumirse como protagonistas de este momento único en la existencia de la isla en su singular condición de estado asociado a EE.UU.. Efectivamente contribuyeron a la causa como también lo hicieron estrellas de otras vertientes como Luis Fonsi y Ricky Martin. No es el género lo que da visibilidad extra al movimiento social sucedido en Puerto Rico, sino la fama de sus intérpretes.
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Quizás sea el momento para que el reggaetón explore otros motivos en sus letras en general modestas y de escenarios reiterativos, donde todo sucede entre discotecas, autos y camas en relatos de acento carnal y sombras misóginas.
Por cierto, las lecciones de sus entusiastas seguidores hacia el rock, el anticuado género de padres y abuelos que visibilizó por primera vez a la juventud en el entramado social revolucionando a la cultura de masas, no son más que enternecedoras bravuconadas propias de la ignorancia.
La información siempre está a un clic para enterarse que desde hace medio siglo las estrellas musicales y de los espectáculos en general toman posiciones y agitan el ambiente con la pasión propia de los artistas. Lo hizo Jane Fonda en apoyo del Vietcong en plena guerra de Vietnam, John Lennon proclamando la paz en canciones y campañas, Los Prisioneros apoyando al No en el plebiscito del 88, y todas esas figuras internacionales que dieron su apoyo al pueblo chileno para sacar a Pinochet.
La confluencia de música popular, causas y acciones se remonta a la canción protesta a mediados del siglo pasado y sus derivados en el mundo entero. Las voces y los rostros del reggaetón se han plegado a una movilización social abandonando momentáneamente su zona de confort, el individualismo y hedonismo intrínsecos de su propuesta. Ha entrado en contacto con la realidad y la contingencia por primera vez en su largo reinado popular. Algunos se marean y se entiende. Descubren recién que existe más mundo y asuntos que cantar sobre fiestas eternas y romances pasajeros.