2020 será el año más internacional de su carrera. Por estos días, la dramaturga y directora chilena Manuela Infante (1980), ex líder del disuelto Teatro de Chile, se divide en varios procesos creativos: está trabajando una nueva obra en Japón que retomará la hebra de Estado vegetal (2017), pero esta vez se adentrará en el mundo de las piedras y lo mineral. Al mismo tiempo, encabeza otros tres proyectos que verán la luz el próximo año, en Singapur, Alemania y Bélgica.
Pero su agenda no termina ahí: Infante llevará dos obras suyas a Venecia, convocada junto a otros 14 artistas por el festival de teatro que organiza la Bienal de Arte. Allí presentará el ya mencionado monólogo Estado vegetal, protagonizado por Marcela Salinas, este martes 30 en el Teatro Alle Tese. Dos días después lo hará Realismo (2016), última creación junto a su antigua compañía y que pisará el Teatro Piccolo Arsenale el 1 de agosto. En ambas, la autora de Prat derriba la idea de que el teatro debe ser humano.
"Me llena de alegría, porque son dos obras que funcionan como pasos o momentos de una misma búsqueda. Siempre he dicho, los procesos de investigación teatrales, en mi experiencia, exceden las obras. Puedo demorarme tres o cuatro obras en explorar un determinado asunto", dice la creadora a La Tercera. "Entiendo el teatro no como un lugar para contar historias, sino como un laboratorio para hacer una especie de filosofía cantada", agrega.
Infante defiende además la idea de levantar un teatro feminista: "Pienso que es fundamental desarrollar una dramaturgia feminista, que para mí es una dramaturgia no-humanista", comenta. "No es, por cierto, necesariamente una dramaturgia sobre mujeres o que tematiza a las mujeres, sino una dramaturgia que empieza por asumir la tarea: ¿cómo dejamos de contar la historia del cazador? ¿cómo se transforma la forma de los cuentos que nos contamos? Yo lo hago pensando cómo escribir un teatro no humano, cómo hacer un teatro vegetal y uno mineral. Esto, para mí, es un teatro feminista".