"Poeta pampino ganador de concurso promueve su primera publicación", tituló El Mercurio de Antofagasta en una nota del 21 marzo de 1984 . "En la senda de Nicanor Parra", apuntó el diario sobre un treintañero Hernán Rivera Letelier, quien ese año había ganado el concurso organizado por la Caja de Compensación Javiera Carrera. Además, el diario informaba que el flamante ganador "acaba de publicar un tríptico al que ha titulado Poemas y pomadas". Sin embargo, no fue hasta 1988 cuando Rivera Letelier publicó sus versos en formato libro. Era su debut literario.
A los 24 años leyó su primer libro de poesía. "Y no paré de leer", comenta Rivera Letelier (69) desde su casa en Antofagasta, quien siendo joven y al finalizar su faena en la oficina salitrera de Pedro de Valdivia, se dedicaba a escribir poemas. Fundamental cree que fue la Antología de la poesía chilena contemporánea de Alfonso Calderón. También lo es para el protagonista de la novela El autodidacta, Eleazar Luna, joven poeta y minero, quien fue criado en la salitrera Buenaventura y luego emigró a Pedro de Valdivia. A Luna le dicen el "Comelibro".
Ambientada en la pampa, en los 60, El autodidacta es la nueva entrega de Rivera Letelier, que este fin de semana llega a librerías por Alfaguara. Eleazar vive una serie de aventuras con su amigo Rosario Fierro, minero y boxeador, acaso el más fuerte luchador en su categoría. Ambos se encandilarán con la belleza de Leda, quien en paralelo a la historia central le escribe cartas a su hermana. Leda es "alta, esbelta, risueña, blanca como pocas niñas en la pampa", se lee en El autodidacta, la novela número 19 del autor. La primera apareció hace 25 años, La reina Isabel cantaba rancheras (1994).
La próxima semana Rivera Letelier vendrá a Santiago, como lo hace habitualmente para promocionar su obra. En esta entrevista, el narrador cuenta por primera vez sobre la enfermedad que padece. "Hace siete años me diagnosticaron párkinson. Estoy con pastillas, con un tratamiento. Es complicado porque es una enfermedad irreversible y degenerativa. Es una enfermedad que cada cinco años te va aumentando el problema de los movimientos. En un principio no lo conté para no causar pena ni lástima, pero ya se me nota demasiado", dice el escritor quien ha visitado doctores en Cuba. "Hay una operación que cuesta como $ 30 millones y que te permite disminuir los temblores en un 40%", señala.
Orar y cantar
"Aunque la soledad paquidérmica de la pampa a veces me ponía la pata encima, la mayor parte del tiempo me sentía muy bien en esta Oficina. Aquí había firmado mi primer contrato de adulto, había encontrado una biblioteca y estaba completando mi educación", escribe Rivera Letelier en El autodidacta.
¿Cómo nació la historia?
La comencé a escribir como hace ocho años, cuando escribí Historia de amor con hombre bailando (2013). Y no la publicaba porque presentía que algo no estaba bien. La leía y no encontraba la falla por ninguna parte. Hasta que descubrí que tenía como 40 páginas de más.
El poeta y minero forraba sus libros con papel de diario. ¿Ud. hacía eso?
Claro, los libros de poesía. Yo les ponía papel de diario para que no reconocieran que era poesía. Porque la poesía era asunto de señoritas o maricones. Y yo también, como el protagonista, escribía mis versos a escondidas. Para mí fue clave la antología de Calderón. En ese volumen descubrí la poesía de Nicanor Parra.
¿Cómo recuerda las bibliotecas de las salitreras?
La primera vez que entré a una biblioteca fue en la oficina salitrera de Pedro de Valdivia. ¡Y cuando entré fue como entrar al paraíso! Yo era de los pocos que leía libros, porque los viejos iban a leer los diarios o revistas de fútbol.
En la novela se muestra que el boxeo estaba muy presente...
Incluso era más importante que el fútbol. Si los trabajadores eran boxeadores se los contrataba inmediatamente. El personaje de Rosario Fierro está inspirado en un hermano, José Agustín Rivera, alias el "Tordito". Él comenzó a pelear a los 17 años y fue vicecampeón de Chile. Mi hermano tiene 86 años y vive en La Serena.
¿Y su padre también fue predicador como el de la historia?
Así es. Él era un pastor y predicaba. Era analfabeto, se ponía a predicar y era cosa seria. Yo me vacuné contra las religiones. Cuando era niño me llevaban al culto y tenía que orar y cantar, y tenía que acompañarlo a predicar a la calle. Pero esto fue hasta los 9 años. Cuando quedé huérfano de madre no fui más al culto.
¿Qué le parece lo que ocurre hoy con la Iglesia?
Eso yo lo veía desde siempre. De cabro chico yo escuchaba cómo los curas se tiraban a las niñas. Y los pastores se robaban los diezmos. Todo eso se sabía, pero no era público. ¡Qué terrible debe haber sido en la Edad Media, cómo deben haber abusado los curas!
En la novela muere la Reina Isabel. ¿Su partida simbolizó el fin de la etapa de oro de las salitreras?
Ella murió en 1974, por entonces ya habían comenzado a morir las salitreras. En la novela yo hago un parangón entre su muerte y la de la pampa. El germen de la novela de la Reina Isabel fue un poema que yo le escribí la noche que la encontraron muerta, cuando el cura no quiso hacerle la misa porque era prostituta. A mí me impactó mucho eso y le escribí un poema.
¿Cómo ha sido vivir con párkinson?
Al principio cuando me enteré estuve mal un par de meses, porque aparecen las típicas preguntas: ¿Por qué a mí? Después cambié el chip y me dije, ¿y por qué no a mí? Y comencé a animarme y a tomármelo, incluso, con humor. Si caía en depresión me iba a la cresta. Mi hermano, el boxeador, se está muriendo de párkinson. Él está en silla de ruedas, ya no puede ni hablar. El año pasado o antepasado, Raúl Zurita (tiene párkinson hace 20 años) participó en la Feria del Libro de Antofagasta y conversé con él y le pedí un consejo. Me dijo: "Lo único es no caer en depresión. Si eso ocurre te vas a la mierda".