Cuando en El Rey León, el majestuoso Mufasa le detalla a Simba que algún día él heredará su lugar, el relato no solo personifica la figura monarca sabio que instruye al delfín. También toma el clásico tópico de considerar al felino como el soberano absoluto de la selva y sus alrededores. Señor de la sabana. Amo de los llanos. Por ello al caer en desgracia, exiliado por su tío, el joven príncipe vuelve para recuperar lo que es suyo. Un guión muy teatral que, se podría pensar, corresponde a lo que ocurre en la naturaleza. Pero no es así.
Nada más lejos de la realidad. Más allá de la licencia de pensar que un animal "gobierna" la jungla, casi al estilo de un déspota, en rigor los leones no llevan la voz de mando ni siquiera en sus propias manadas. Los estudiosos y entendidos en el comportamiento animal no tienen dudas. "Siempre es una matriarca la que dirige una manada de leones", comenta Craig Saffoe, curador de grandes felinos del Zoológico Nacional Smithsonian de Washington, en conversación con el New York Times.
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A pesar de ser más pequeñas, y parecer menos imponentes que los machos, son las leonas las que podrían reclamar, con total justicia, el título de reinas. Es decir, es más probable que la manada de Simba fuese dirigida por Sarabi, su madre, que por Mufasa. Según Saffoe, las hembras están a cargo de la mayor parte de la caza y la cría de los cachorros. También son quienes protegen el territorio de otras hembras intrusas y por cierto, deciden la admisión de un nuevo león en el grupo.
En general el lazo entre las hembras es fuerte. Según los expertos, los común es que en una manada convivan tres a seis leonas. El número es variable pues a las hijas se les permite quedarse con el grupo de la madre hasta su muerte, por lo que en una observación aleatoria no sería difícil dar con parentescos entre las felinas. Por ello, se trata sin dudas de una sociedad absolutamente matriarcal.
¿Y los machos? lo común, según Saffoe es que hayan dos o tres machos adultos compartiendo lugar con las hembras. Por lo general son hermanos o compañeros de manada que colaboran en la defensa de las hembras y además cumplen el rol de sementales. Pero una vez cumplido su ciclo (el "círculo de la vida", en eso Disney acertó) se marchan.
Por ello, es muy probable que Mufasa y Scar, lejos de ser rivales, hubiesen compartido el espacio sin mayores problemas, "Habría sido muy poco probable que mostraran señales de agresión entre sí", afirmó Saffoe. "Es posible que Mufasa hubiera sido el más dominante de la coalición, pero una de las hembras los habría dominado a ambos".
Eso sí, la relación entre el Rey y Simba si es más parecida a lo que sucede en el mundo animal. Cada leona tiene entre dos y cuatro cachorros que jugarán animadamente con su padre. A veces solo nace uno, el que gozará de la atención exclusiva. Es común ver a los machos jugar con cachorros, langüetearlos, frotar sus cabezas, simular luchas. Lo pasan en grande. "Los padres no pueden saber qué cachorros son suyos, así que simplemente deciden 'ser amables con todos', como si se tratase de una regla de oro", señaló al NY Times Craig Packer, director del Centro de Investigación de Leones de la Universidad de Minnesota.
Pero los mimos tienen un límite. A los dos años, los machos entran en la pubertad. Desarrollan su físico, les crece la melena y son un caldera de hormonas. Ello los vuelve una amenaza para los leones más viejos, momento en que se les expulsa. Eso hubiera ocurrido con Simba; su padre y su tío le habrían obligado a partir, sin miramientos. Y por cierto, es difícil que se hubiese apareado con alguien de su mismo linaje.
Una vez que emprenden el rumbo, los machos no suelen regresar a su lugar de origen, como lo intenta Simba. Es más, se alejan lo más posible. Los expertos, según información consignada por el Times, afirman que estos pueden recorrer una distancia de hasta 160 kilómetros de su grupo de origen para buscar un nuevo hogar.
En 1996 la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza declaró a los leones especie vulnerable, estatus que conservan hasta hoy. La información de African Wildlife Foundation es alarmante, pues en solo dos décadas, las poblaciones de leones disminuyeron en un 43 por ciento, y se estima que solo quedan unos 23.000 ejemplares. La causa, como siempre, es la acción del hombre. Ello ha llevado a que estos se acerquen a los asentamientos humanos en busca de comida, lo que ha causado un aumento en su caza. Estos animales, otrora insignes ejemplares de la sabana hoy viven asilados en pequeñas franjas de territorio en el corazón del continente. Y allí intentan, pese a todo, completar el círculo de la vida.