Son las 8 de la mañana de un jueves, y Cecilia Puga (1961) recorre una vez más el crucero central del Palacio Pereira. Diseñado por encargo del acaudalado abogado y político chileno Luis Pereira Cotapos al francés Lucien Hénault, el mismo tras el Teatro Municipal, el ex Congreso Nacional y la Casa Central de la U. de Chile, su inusual forma en cruz es una de las características que más fascinan a la arquitecta y líder del proyecto que resultó ganador en 2011 de un concurso internacional del MOP para restaurar el inmueble de 1873.
"Hay que pensar que Santiago colonial era una ciudad de fachadas continuas, muy simples y sin espesor. Este edificio es uno de los que inaugura esta trama neoclásica con una riqueza ornamental que trae la fachada pública hacia dentro y que genera una nueva escenografía para la vida social de la época", dice.
Sin embargo, cuando aterrizó por primera vez en el inmueble con su equipo - compuesto por los arquitectos Paula Velasco y Alberto Moletto- se encontró con un interior derruido, no había piso ni techo, la mayoría de las cornisas y ornamentos se habían caído y hasta vegetación había crecido dentro.
"Era literalmente una ruina, pero nuestra decisión fue justamente poner en valor esa condición", explica Puga. "No queríamos un edificio recreado en el siglo XXI, porque además había tenido varias intervenciones posteriores, entonces ¿A dónde vuelves? ¿A 1873, a 1906 o a 1909? Definimos que todo lo que quedó quedaría al final de nuestra obra y que eso mostraría cómo el edificio fue sobreviviendo. La idea es que se pudiesen identificar todas las intervenciones y que todo lo contemporáneo se haría en hormigón", añade.
El equipo contó con la asesoría de los especialistas en patrimonio Fernando Pérez Oyarzún, director del Museo de Bellas Artes y el inglés Alan Chandler del Royal Institute of British Architects. "De todas formas es probable que esa visión sea cuestionada en el futuro porque el tema del patrimonio es muy dinámico".
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El equipo de arquitectos a cargo de izq a der: Alberto Moletto, Paula Velasco y Cecilia Puga. Foto Reinaldo Ubilla[/caption]
El inicio
El histórico Palacio Pereira, ubicado en la intersección de calle Huérfanos con San Martín, era conocido como el símbolo del anti monumento en Chile. Perteneció a la familia Pereira hasta 1932; luego funcionó el Arzobispado, más tarde un Liceo de Niñas y a principio de los 70 fue sede del Frente de Estudiantes Revolucionarios. En 1980 fue adquirido por la Inmobiliaria Raúl del Río y un año después, declarado Monumento Nacional. Su deterioro se intensificó con el terremoto de 1985, y durante 30 años su antigua grandeza sufrió la erosión del abandono.
En 2009 un proyecto de restauración visado por el Consejo de Monumentos prometía devolverlo a la vida. Sin embargo, el Colegio de Arquitectos, vecinos y el propio municipio de Santiago objetaron el plan que consistía en la sola recuperación de la fachada para levantar, en el patio interior, un edificio de oficinas de 23 pisos. El terremoto de 2010 detuvo el proceso y al mismo tiempo cambió la visión de cómo debería enfrentarse su recuperación.
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Imagen de cómo lucía el abandonado Palacio Pereira en 2004 con su deteriorada fachada. Foto: Felipe González[/caption]
A fines de 2011 el Estado compró el inmueble y convocó a un inédito concurso internacional, a través del Ministerio de Obras Públicas (MOP), para elegir un proyecto que estuviese a la altura de la historia del edificio: la ganadora fue Cecilia Puga y su equipo con un diseño que respetaba la mansión completa de 2.247 m2 y proponía la construcción de un nuevo edificio, pero solo de cuatro plantas. Tras siete años, las obras están en un 97% de avance y serán concluidas en septiembre próximo.
"Después del terremoto de 2010 los temas patrimoniales se profesionalizaron", dice el director de arquitectura del MOP, Raúl Irarrázabal. "Nos dimos cuenta de que muchas construcciones anteriores habían sido mal restauradas y estaban en el suelo. Ahora se decidió hacer algo ejemplar, ese laboratorio de aprendizaje ha sido el Palacio Pereira", agrega. "No existe otra obra de restauración en Chile de esta magnitud y profesionalismo. Hay definitivamente un antes y después del Pereira". Los recursos también fueron palabras mayores: casi $ 15 mil millones financiados por el MOP.
Palacio público
Más de 40 restauradores intervinieron con bisturí la fachada y el interior de las paredes, descubriendo las capas de suciedad y pintura hasta llegar a la original de 1873. El jefe de obras dice que debió contratar a un kinesiólogo porque el arduo trabajo dejaba a varios con dolores musculares. Hoy el color es una mezcla indefinida de tonos testigos del paso del tiempo.
"Aquí hubo una operación clave que fue la consolidación estructural del edificio, que lo hace seguro para los usuarios", dice Puga. "Por vez inédita se ajustó a la norma italiana de la albañilería simple y no a la norma del hormigón armado típica de Chile. Eso posibilitó que se insertaran fierros dentro de los muros que amarran las paredes de una forma sutil casi invisible", agrega.
Los arquitectos además transformaron la parte trasera: donde antiguamente había jardines y caballerizas instalaron un patio a cielo descubierto y levantaron un edificio de cuatro pisos con vigas de hormigón de líneas simples y un auditorio subterráneo con capacidad para 300 personas. "Es una suerte de sistema de andamiaje que a su vez protege al edificio antiguo", afirma Puga.
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El Palacio hoy: más de 40 restauradores con bisturí limpiaron la fachada hasta llegar a la capa original de 1873. Foto Reinaldo Ubilla[/caption]
En ese edificio funcionarán las oficinas de una parte del Ministerio de las Culturas que serán los futuros usuarios del Palacio Pereira, el que tras ser recepcionado en septiembre, se habilitaría en marzo de 2020. Allí se ubicará el gabinete de la Ministra Consuelo Valdés, el Consejo de Monumentos y la Subsecretaría del Patrimonio. "Se trata de un proyecto icónico de cómo el Estado enfrentó el desafío de proteger y recuperar patrimonio. Además, se definió que esta sería la casa de la institucionalidad patrimonial del país. Con este proyecto se recupera una herencia arquitectónica que se enseñará a las nuevas generaciones, por eso el edificio tendrá un espacio abierto a la ciudadanía", asegura la ministra Valdés.
Así, el primer piso del edificio patrimonial será de uso público. Allí habrá una biblioteca, cafetería y un centro de documentación que podrán ser recorridos libremente. Para eso el equipo de Puga transformó el segundo piso: abrió un pasillo perimetral independiente que permitirá a los funcionarios del ministerio transitar sin la necesidad de bajar al primer piso. A su vez ambos niveles se conectan con escaleras de caracol doradas y de corte contemporáneo que conviven con paredes de ladrillos originales del 1800.
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La albañilería original del palacio contrasta con una contemporánea escalera de caracol dorada.
Foto Reinaldo Ubilla[/caption]
Para Paula Velasco, arquitecta adjunto del proyecto, la experiencia del Palacio Pereira es un salto en temas de restauración. "Aquí hubo un trabajo interdisciplinario importante, más de 200 personas participaron entre técnicos, ingenieros, diseñadores, restauradores, albañiles, estucadores, etc. Entonces, hoy es posible abarcar proyectos similares porque se ganó un conocimiento que antes no había".
En tanto, el otro socio del equipo, Alberto Moletto destaca un aspecto clave en los trabajos de restauración del palacio: "Demuestra lo esencial que es tener a los arquitectos acompañando las obras, cosa que no es común en proyectos del Estado y que debería sentar un precedente tanto para obras patrimoniales como para proyectos nuevos", concluye.