Maria Callas, estrella de la ópera a pesar de sí misma
La cantante lírica más relevante del siglo XX emerge como una figura trágica e incomprendida en la película Maria en sus propias palabras, que se estrena mañana en salas locales.
De todos los cantantes de ópera del siglo XX, Maria Callas es probablemente la que más se mimetizó con sus heroínas: trágicas, incomprendidas, condenadas a morir jóvenes. También, a causa de esos personajes sufrió una especie de disgregación de la personalidad. En la ópera era "la Callas" y lejos de ahí era simplemente "Maria", tal como la bautizaron sus padres griegos cuando nació en diciembre de 1923 en Nueva York.
Maria Ana Cecilia Sofia Kalogeropoulos, fallecida en 1977 con sólo 53 años, daba cuenta de esta curiosa personalidad en una entrevista que en 1970 concedió a David Frost para la BBC: "Hay dos personas dentro de mí. Me gustaría ser Maria, pero también está la Callas, de quien debo estar a la altura. Así que lidio con ambas como buenamente puedo".
Aquella conversación televisiva en blanco y negro, efectuada cinco años después de su retiro, sirve de ejemplo sobre el tono del documental Maria en sus propias palabras (2018) que se estrena mañana en salas locales. Es una película hecha por un fanático, el fotógrafo estadounidense Tom Volf, pero por la misma razón rehuye el clásico formato de las llamadas "talking heads" (varios entrevistados opinando de la figura central), sino que le da voz a la propia Callas.
Volf, que tiene además dos libros sobre la soprano greco-estadounidense en Francia, se dedicó al menos durante cinco años a recorrer todos los archivos de bibliotecas y de casas de óperas, a consultar entre los sobrevivientes que la conocieron y a bucear en cuánta entrevista radial y televisiva halló a su paso. En su película hay cartas, registros televisivos y el propio diario de vida de la intérprete, que parte en 1957.
El mismo Volf también completó este diario con escritos dispersos de Callas, que comienzan en 1948, cuando se hizo conocida como Maria Meneghini Callas. En esa época llevaba el primer apellido de su esposo, el empresario italiano Giovanni Battista Meneghini, 27 años mayor que ella. Es probable que Meneghini, de quien Callas se separó en 1959 para emparejarse con el industrial naviero griego Aristóteles Onassis, haya sido la única persona que realmente la amó.
En primera persona
La columna vertebral de Maria en sus propias palabras es el mencionado diario de la soprano, que en la película es leído por la actriz francesa Fanny Ardant. Los diarios y misivas que lee no son cualquier cosa tampoco: llegan sin anestesia, escritos con la misma intensidad con las que podría comunicarse una heroína del bel canto, el género preferido de Callas.
Por ejemplo, a Aristóteles Onassis, le escribe: "Amor mío, necesito afecto y ternura, soy toda tuya, haz conmigo lo que quieras". Finalmente lo que Onassis hizo con ella fue abandonarla en 1958 para entrar a una nueva vida de casado junto a Jacqueline Kennedy 10 años después. Callas se enteró del matrimonio leyendo el diario y la noticia le pegó en el peor momento, cuando ya no hacía óperas y sólo se presentaba en recitales.
Autoexigente a niveles perniciosos (abordó tantas óperas que su voz comenzó a apagarse antes de llegar a los 40 años), Callas fue, por consenso crítico, la primera intérprete lírica que realmente actuó.
Su perfeccionismo, según la película, la tiñó de una injusta mala fama de diva intratable, como cuando en 1958 abandonó una representación de Norma en la Opera de Roma a la que había sido invitado el presidente de Italia. "No quiero que se me asocie con el mal gusto o la calidad insuficiente en el canto o la interpretación", se justificó un año después, aduciendo su retiro tras el primer acto debido a una bronquitis.
Maria en sus propias palabras se hizo a partir de 10.000 fotos, 400 cartas y 60 horas de imágenes, implicando un trabajo de selección bastante exigente. Hacia el final de su vida, la cantante se había enfocado en recitales aislados, clases maestras y actuaciones en cine. En particular estaba muy orgullosa de su participación en Medea (1969) del cineasta italiano Pier Paolo Pasolini, de quien se hizo amiga y compartió varios veraneos en la costa griega.
Formato holograma
Decidida a mantener una figura delgada desde que bajó de peso drásticamente a inicios de los años 50, Maria Callas tomó como modelo de belleza el resto de su vida a la espigada Audrey Hepburn de La princesa que quería vivir (1953). Como la protagonista de aquella película, vivía de cierta manera en una cárcel de protocolos y exposición mediática. Lo dice así en la película: "Es una cuestión bastante terrible ser Maria Callas, pues significa tratar de comprender a alguien que está más allá del entendimiento normal".
Cautiva de una existencia solitaria y adicta a medicamentos de todo tipo, la cantante murió de un ataque cardíaco en su departamento de París en septiembre de 1977. Un par de años antes habían muerto su querido Aristóteles Onassis y su amigo Pier Paolo Pasolini.
Ahora, como si se tratara de un fantasma, Callas retorna a través de este documental a hablarle a los iniciados y a los legos sobre sí misma. En cualquier caso no es la primera vez que retorna: desde hace al menos un año la gira Callas The Hologram Tour la pasea por el mundo en formato de holograma junto a una orquesta en vivo.
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