Hace algunas semanas Jorge Alís se fue de vacaciones con su familia a Santa Marta, en Colombia. Allí decidió desconectarse completamente y olvidarse de los teléfonos; el suyo, el de su señora y los de sus tres hijos. "Apagué el celular y dije 'chao, si nos morimos nos morimos todos, yo, mi mujer y mis tres pibes'", relata el argentino.
Una vez de vuelta en Santiago, volvió también la conexión. El comediante retomó su rutina y comenzó a trabajar en los últimos detalles de su nuevo show, Y ahora, qué mierda hacemos, que presentará en cuatro funciones en el Teatro Municipal de Las Condes, entre el jueves 29 de agosto y el domingo 1 de septiembre. "Está bárbaro -dice sobre el espectáculo- porque nos lleva a un montón de situaciones, como el miedo al portonazo, a un asesinato, a pensar en la plata de las AFP, todo. Yo hablo de todo lo que está pasando ahora, de lo que me pasó a mí después del Festival de Viña, y eso me lleva un poco a lo que tiene que ver con la contingencia".
Si bien se basa en la coyuntura, el actor argentino y su equipo idearon esta rutina hace tiempo, incluso antes de su regreso al Festival de Viña del Mar de este año. De hecho, cuando fue invitado a la Quinta Vergara, se debatió entre presentar este show o el que finalmente mostró con gran éxito, y que lo instaló como uno de los grandes triunfadores del certamen. "Después de Viña hubo una resonancia importante, grande", asegura.
¿Cuál fue esa resonancia?
La sorpresa que tuvimos con todo esto fue increíble. Me ha llamado mucha gente, directores de cine y actores de mi mayor respeto y admiración. Y que me digan que les encantó el guion de lo que hice es tremendo. Sobre todo en un momento muy difícil, donde qué decimos y de qué nos reímos está cuestionado.
¿Puede decir que ha tenido un buen año?
Sí. Generalmente asociamos lo bueno con la guita (dinero). Esto va más allá de la guita, porque me fue bien en el año. En Viña, por ejemplo, me gasté toda la plata que me pagaron en el montaje. El canal puso algo de lucas en eso pero el resto lo pusimos nosotros. La gente cree que a nosotros nos pagan buenas lucas en el Festival y la verdad es que no hay buenas lucas para los comediantes. Fueron muy buenas lucas pero no es lo que la gente piensa. Después del Festival he tenido harto laburo y hartas propuestas de laburo.
¿Alguna que pueda contar?
En televisión y radio decidí que no iría a ningún lado. Tengo un montón de amigos que tienen programas, entonces si voy a uno el otro se enoja. Hubo muchos 'Jorge, dale, no me jodas, vení al programa'. Y dije 'che, no quiero ir a ningún programa'. Por respeto a la gente sentí que no quiero ser un líder de opinión. No quiero sentarme en un programa y decir cómo deben ser las cosas. Me da vergüenza eso. Dije que no a muchas propuestas de televisión. Si vos entrás a los medios llega una marca a ponerte la plata para hacer algo y te dicen 'esto lo decís, esto no lo decís', o no hay guita. Los videos que yo hago no tienen marcas y en la película que hicimos no hubo ninguna. Para mí es bueno poder sentir esa independencia.
¿Siente que eso último es una señal de éxito profesional?
Tener esa independencia, esa libertad, es un sinónimo de un buen año. Tengo la posibilidad de ver si algo lo quiero hacer o no. Me llaman para hacer campañas y decir esta palabra u otra, y me cuesta ponerme en un partido. Ahí viene el que dice 'ah, eres comunista o de derecha'. A mí no me interesa generar eso, porque te cambia la visión de cómo me ves como espectador. Si no soy neutro y tomo partido por algo, la mitad dirá 'este culiado es de aquí o de allá'. Y no es que no me moje el potito, no. Soy un artista y te muestro esto que vos lo pensás y el otro también.
En esa misma línea, a usted lo invitaron a participar en la próxima edición del Festival FAM Víctor Jara. ¿Siente que ahí está tomando partido?
Para mí Víctor Jara traspasa todo. Esa predisposición a meterlo al comunismo... a mí lo que me gusta de Víctor Jara es su poesía, que es lo mismo que me gusta de Violeta Parra. Violeta Parra me emociona como me emociona la "Negra" (Mercedes) Sosa. Para mí eso no tiene tilde político. Acá hay una especie de miedo a pertenecer a ciertas cosas. Desde ese lugar siento que no trabajaría nunca para algo que tiene que ver con Pinochet. Lo tengo clarísimo, porque tiene que ver con algo que no tiene que ver con Chile, sino con esas imágenes de las desgracias que vivimos cada país. Me acuerdo de las Malvinas y de mucha gente inocente (se emociona). Un montón de cosas que tienen que ver con esa imagen.
¿Le interesa internacionalizar su carrera?
Me han ofrecido y dije que no a todo. Me voy a Colombia el 28 de septiembre a un festival del humor, pero me interesó porque voy en representación de Chile. Y a Ecuador voy también, porque es un festival de teatro y me pareció bárbaro poder participar como actor. No tengo tiempo. Siento que hay muchas cosas por hacer que me divierten mucho. Y sobre todo no me quiero alejar de mi familia. Si las circunstancias del trabajo que yo hago acá llegan a otro lado, fantástico. Cosas puntuales. De Argentina me llaman siempre para laburar y digo que no.