Es una de las tantas cartas que se encuentra en la Universidad de Princeton, en Estados Unidos, en medio de los documentos personales de José Donoso.

La fecha es noviembre de 1967 y Enrique Lafourcade le escribe al autor de Coronación, el cual hace tiempo vive fuera de Chile.

"Querido Pepe", comienza. "Estoy en mi librería. Vendo Donosos. Tengo una pequeña oficina en el segundo piso. Me entretengo mucho atendiendo toda suerte de individuos: poetisas, embriones de novelistas, vendedores, señoras, jóvenes pederastas, ninfómanas, niñitas corrompidas…".

En esos días Lafourcade tenía una librería en Plaza Mulato Gil y convivía con la escritora Marta Blanco

Por su parte, Donoso había publicado Coronación en 1957. Y por entonces esta se publicaba en inglés gracias a la ayuda de Carlos Fuentes. Fue el mexicano, además, quien lo impulsó a salir de Chile. Sería un viaje largo: desde 1964 hasta 1981.

"Pasan caballos azules por Providencia. Escándalo. Furores. Risas. El Siglo me ataca. Buen síntoma", sigue Lafourcade. De trasfondo está ese Chile bajo Frei Montalva que de a poco se convertiría en el Chile de Salvador Allende. Y claro: El Siglo, el diario perteneciente al Partido Comunista, solía atacar a Lafourcade, quien ese entonces publicaba con Zig-Zag.

"Aquí, calor, tertulias. Atmósfera de Navidad", sigue el autor de Palomita blanca. "Abro de 9 a 1.30. Corro al Aleph. Hago cuatro largos de piscina. Almuerzo en traje de baño, en el parque. Abro a las 5.30 de la tarde, hasta las 9 o más. Se está bien en estas tierras"

Y de esta forma se despide de Donoso: "Salud y revolución".

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Fueron cercanos. Compañeros de generación literaria. Y por eso mismo nunca bajaron la guardia entre sí.

Puede que la amistad/enemistad entre Donoso y Lafourcade resuma los dos modelos que tienen, y han tenido, los escritores chilenos.

Pero si bien cercanos, la gran diferencia es que Lafourcade siempre fue un autor chileno. Muy chileno.

Y Donoso, en cambio, se convirtió (o intentó convertirse) en un autor latinoamericano: el representante chileno del Boom. Aunque si Vargas Llosa y García Márquez eran a la vez locales y globales (o glocales), Donoso nunca alcanzó una fama mundial. Él mismo lo sabía y, por eso, tal vez le costaba salir realmente de Chile o de ese (Bolaño dixit) "país pasillo".

Lafourcade, por su parte, era feliz circulando por ese mismo país pasillo. De hecho, este no solo fue parte de nuestra fauna literaria, sino de la televisiva (¿Cuánto vale el show?).

"Huir de Chile durante tantos años fue una manera de evitar ciertos fantasmas que lo perseguían", escribe Pilar Donoso, la hija del autor, en Correr el tupido velo, recién reeditado en Chile.

Donoso es el prototipo del autor chileno que le va bien en el extranjero, lo cual es una suerte de validación. Sin embargo una validación que, por lo general, los autores que viven en el extranjero no alcanzan a percibir y por eso se terminan sintiendo fantasmas del país que dejaron atrás.

"Temor de volver a Chile. Temor a los odios y a las revelaciones públicas que me aterrorizan y me inmovilizan", el mismo Donoso anotó en su diario.

Enrique Lafourcade, a su vez, solo saldría en sus años de juventud por un tiempo corto. Luego de eso viviría y moriría en Chile, aunque este, como dijo alguna vez, le parecía "lleno de tontos solemnes".

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La relación entre Lafourcade y Donoso pasó por varias etapas.

Pero su punto más bajo sucede justamente cuando Donoso está en el extranjero y Lafourcade se vuelve convidado de piedra de la escena literaria local.

En 1977, José Donoso debe volver a Chile por la muerte de su madre.

Y su visita es una visita ilustre.

Claro. El escritor chileno que triunfa en el extranjero regresa a su país. Ese que se codea con Carlos Fuentes, García Márquez, Julio Cortázar y Mario Vargas Llosa.

"El viaje significa, además, el reencuentro con sus raíces", escribe Pilar Donoso. "Un cineasta joven, Carlos Flores, le propone hacer un documental recorriendo los barrios que le sirvieron de inspiración para sus novelas: su casa de la infancia en la calle Ejército, la de avenida Holanda, la de recién casados en Los Domínicos y todos aquellos lugares que se guardaron en su memoria".

Aquel documental, Pepe Donoso, hoy es una postal de época. Por ahí aparecen Enrique Lihn y se siente, asimismo, la ausencia de Enrique Lafourcade. Está la tensión entre los que se han ido y los que se quedan.

"La experiencia de filmar la película ha sido sencillamente fabulosa", anota José Donoso en su diario. "Mañana parte todo el equipo a Puerto Saavedra, a filmar los sitios donde por primera vez escribí cuentos".

Sin embargo, este viaje, también, significó su quiebre con Lafourcade.

Se organiza una cena para celebrar la Donoso. Y asisten casi todos los miembros de la llamada Generación del 50.

Menos, claro, Lafourcade.

"No asistiré porque se me avisó con solo un día de antelación, y porque me parece que no debo formar parte del número de tus 'extras' como los demás que aparecerán", se disculpó por escrito el autor de Palomita Blanca.

Y esto anotó Donoso en su diario: "Se acabó con Enrique Lafourcade. Es un hijo de puta. Al cóctel que me dio la Marta Alessandri se excusó también porque le mandaron a avisar por interpósitas personas en lugar de que la Marta lo llamara directamente. Un cretino, un envidioso e innoble personaje".

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Una década antes, en 1968, Lafourcade le escribía a Donoso:

"Felicitaciones. Ercilla informó sobre noticia del New York Times. Verdes de envidia".

Y luego le pide un favor: "Por sobre aparte te envío capítulo de novela Frecuencia modulada, con la solicitud de que lo ubiques en alguna revista literaria española, o donde se te ocurra. Va un currículum. El libro sale en abril de este año".

Fines de los sesenta y José Donoso se acerca a su cima literaria.

La poderosa agente Carmen Balcells lo ha firmado y lo trata bien (aunque le advertirá que él no es un best-seller, sino un long-seller).

En 1968 Coronación se publica en inglés y obtiene, en Estados Unidos, el premio William Faulkner.

Las noticias de esto alcanzan a Chile, en donde, si bien culturalmente hay cierta efervescencia, muchos de los autores de la Generación del 50, sin ninguna proyección internacional, sienten que Chile los absorbe.

Es verdad: solo un par de años más tarde, en 1971, Lafourcade también tendrá su momento de fama con Palomita blanca y luego publicará en España esa apócrifa y novelada biografía de Salvador Allende. Pero su pináculo literario sería más bien breve. Y local. Vendría la dictadura de Pinochet y el apagón cultural. Y este, por lo menos de manera directa, no afectaría tanto a Donoso, quien vivía y escribía en esa España que por primera (y acaso única) vez se interesaba en la literatura de América Latina.

"He vendido bien tu LUGAR SIN LÍMITES", sigue Lafourcade en la carta de 1968. "Piden Coronación, que no se encuentra (…). Los checos me están traduciendo NOVELA DE NAVIDAD, todo con bastante misterio. ¿Pagan? Muevo a mi agente. La película sigue en veremos. Hollywood me entrega mil dólares cada año, por la opción. Carta de Isherwood invitándome a Inglaterra".

"Saludos", termina Lafourcade una de las últimas pruebas de que hubo algo parecido a una amistad entre los autores escritores, "a vosotros dos", dice en referencia a Donoso y María del Pilar, su esposa, "en el nombre del Che Guevara y de los nuevos dioses, las bendiciones del amigo, Enrique Lafourcade".