El título casi siempre es sugerente. Si es un caso real, seguramente es mundialmente conocido y en las primera escenas, es probable que se vean imágenes de archivo y periodistas contando los detalles con música enigmática sonando de fondo. Todo transmite misterio.

El género criminal no es una industria nueva. En 1996 fue fundado Investigation Discovery, el canal estadounidense dedicado exclusivamente a contar historias delictivas, y en el 2000 apareció Oxygen en el mismo rubro. Por esos años comenzaron a transmitirse CSI, Criminal Minds, La ley y el orden y en Chile, Mea Culpa y Alerta Máxima alcanzaron altos ratings. Entre la ficción pura y la realidad ficcionada, los asesinatos, secuestros y otros delitos ya habían sido muy explorados, pero con la llegada de los streaming, las series y documentales volvieron a explotar.

"Estos programas comparten la tarea de excavar en una historia sobresaliente y examinar los detalles de manera tan evidentemente extravagante que no podrían haber sido inventados" señaló el crítico de TV Daniel D'Addario para la revista Variety. Making a Murderer de Netflix, inició el resurgimiento del género criminal. En su caso, las redes sociales, el boca en boca y la práctica del binge watching, hicieron lo suyo.

La filmación comenzó 10 años antes del estreno, cuando dos documentalistas comenzaron a seguir el caso de un hombre que había sido condenado injustamente por 18 años y, tras cumplir la pena asignada, fue encarcelado nuevamente, esta vez por un homicidio del que sí fue autor. El relato puso en cuestionamiento los procesos legales que concluyeron en la condena un inocente y el sistema penal que terminó por "crear un asesino".

En conversación con Culto, el investigador de usos y efectos de los medios de comunicación Sebastián Valenzuela señaló que lo que se produce es un efecto de resonancia en los espectadores. "Es un hecho que programas que tienen que ver con delitos a la propiedad o con el narcotráfico, lamentablemente para mucha gente en Chile es algo cotidiano, entonces la lectura que no es tanto desde el entretenimiento sino que hay un elemento educativo. En los sectores más altos lo ven más alejado a la realidad y lo consideran sensacionalista".

El trasfondo

"Cada vez que se sabe de un crimen, la primera pregunta es ¿Por qué? Rara vez la respuesta es simple, hay muchas cosas jugando un rol", señaló a Vulture la que hasta 2018 fue la jefa del departamento de documentales en Netflix, Lisa Nishimura.

El formato de serie documental abrió la posibilidad de explorar el contexto en el que se cometen los delitos. Según Nishimura, a través de los capítulos, se puede llegar a conocer las imparcialidades de la comunidad, el sistema judicial y las instituciones que participan. "Creo que la audiencia es inteligente y quiere entender. No es solo el crimen, también es cómo se resuelve. No miramos tanto al cómo sino el por qué, ¿cuál es el trasfondo?".

Amanda Vicary, es profesora de psicología de la universidad Wesleyan de Illinois y realizó una investigación sobre el tema en la que según contó al Huffington Post, descubrió que son las mujeres quienes se sienten más atraídas a las series criminales. "Al aprender sobre los asesinos –quién es más probable de ser un asesino, cómo suceden y quiénes son las víctimas – también están aprendiendo cómo evitar convertirse en una víctima", explicó Vicary.

Valenzuela, en conversación con Culto, señala que el atractivo que pueden tener las series criminales o policiales, depende del contexto en que viva la persona. Para alguien que no está familiarizado, la distancia le permite disfrutar de las historias y podrían producirle una sensación de seguridad. "Puede haber una experiencia catártica, lo veo y lo encuentro super terrible pero me doy cuenta de que en mi vida cotidiana no pasa eso y me siento mejor, pero no quita el hecho de que ponga el asunto de la violencia en tu cabeza".

El académico agrega que las investigaciones indican que los altos consumidores de ficción delincuenciales o policiales son más desconfiados y están más de acuerdo en aplicar políticas de "mano dura", por ejemplo, porque se sienten más amenazados. "Eso hay que entenderlo en el mediano y largo plazo y en el promedio. No se trata de que todos terminen creyendo que el mundo es malo, pero los medios te van diciendo que en el mundo pasan cosas y da lo mismo si es real o es ficción, porque a la larga, lo que te va quedando es contenido donde te van mostrando violencia, violación de normas y eso te hace ser una persona más sospechosa de todo", destaca.

A la gente le gusta hablar

Aumentó el catálogo y aumentó la publicidad. La difusión en carteles en la vía pública, las redes sociales y la facilidad de maratonear que ofrecen las plataformas de streaming, cambiaron su status.

"La delincuencia es un tema fácil de hablar porque nadie la va a defender, nadie va a hablar de política, porque te lleva a la pelea, nadie habla de deporte porque hay personas a la que no le puede importar menos. ¿De qué hablas? la delincuencia es un gran tema para conversar con gente con la que no tienes mucha confianza", señala Valenzuela.

La mayoría de las series comparten un formato similar que también podrían tener un rol en la fascinación que causan. Según contó Lester Andrist, profesor de sociología de la Universidad de Maryland, a la revista Hopes and Fears; en la típica trama es fácil identificar a los buenos y a los malos y más importante, los crímenes se resuelven, los misterios tienen respuestas y la justicia –con todo lo imperfecta que es– básicamente funciona.

"Lo emocional es más fácil con la delincuencia, donde hay sorpresa, miedo, y violencia. Por un montón de razones, tanto sicológicas como por el argumento y la facilidad con la que cuentas los delitos, hace que sea un contenido siempre popular y la novedad está en los formatos en los que se va haciendo", complementa Valenzuela.

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Los crímenes reales son el punto de partida, pero algunos son mostrados como series de ficción y otros, como documentales. Los primeros advierten que algunos personajes o hechos pueden no haber sucedido tal como los retratan en la pantalla, y los segundos, aún cuando contienen entrevistas a testigos y víctimas, archivos policiales y largas investigaciones, algunos reconocen que pueden no ser imparciales en el relato.

American Crime Story

Es una antología de crímenes americanos en la que cada temporada se trata un caso distinto. Primero fue The People vs. OJ Simpson, un ex jugador de fútbol americano acusado de matar a su ex esposa y a un amigo de ella. La segunda temporada es sobre el asesinato de el diseñador de alta costura Gianni Versace y la tercera, que será estrenada en septiembre de 2020, tratará el acusación a Bill Clinton.

When they see us

En 1989 un grupo de adolescentes negros fue incriminado por la violación y homicidio frustrado de una mujer blanca en Central Park. La prensa se encargó de hacerlos conocidos como "Los cinco de Central Park" y, además de una investigación y un juicio lleno de irregularidades, en paralelo comienza un juicio social. En este caso, la mujer no es la única víctima porque los acusados siempre dicen ser inocentes y esperan que en algún minuto llegue la justicia. Fue estrenada este año por Netflix como serie, pero en 2012 ya se había estrenado The Central Park Five, un documental sobre el mismo caso.

The Act

A simple vista, Dee Dee Blanchard es la madre abnegada de Gypsy Rose. Todos, incluso Gypsy, creen que Dee Dee está protegiendo a su hija de los males que puedan empeorar alguna de las múltiples enfermedades que sufre. Entrando un poco en la intimidad se descubre lo asfixiante que puede llegar a ser la relación entre ambas y quien realmente estaba enferma, no era la hija sino la madre. 

Documentales

Making a Murderer

Steven Avery llevaba 18 años en la cárcel por agresión sexual y homicidio frustrado cuando una prueba de ADN se convirtió en la prueba irrefutable de que Avery había sido sentenciado de manera errónea. En 2005 comenzó un nuevo juicio, pero esta vez, la víctima era distinta y nuevamente Avery era el acusado. En 2007 fue condenado.
Desde el lanzamiento del documental, comenzó una petición que exigía la inocencia y liberación de Avery. Sin embargo, el fiscal del caso señaló que la serie no mostró evidencia crucial en el caso de 2005 y las documentalistas reconocieron que en el proceso de filmación se volvieron cercanas a la familia de Avery. 

The Keepers

Explora el asesinato de Catherine Cesnik, una monja que desapareció en 1969, y la posibilidad de que haya sido asesinada porque tenía la intención de exponer abusos sexuales cometidos por religiosos en el colegio en que trabajaba como profesora. El sacerdote Joseph Maskell es el principal sospechoso y, hasta el día de su muerte en 2001 negó las acusaciones.

The Staircase

En diciembre de 2001, Michael Peterson, un conocido novelista en Estados Unidos, llamó a la ambulancia porque su esposa se había caído de la escalera de su mansión. "No está respirando", se le escucha decir desesperado en las grabaciones telefónicas. Su versión decía que habían tomado vino y probablemente ella estaba ebria, pero las autoridades no le creen y lo acusan como culpable. El documental tiene dos partes porque años después de haber sido condenado, aparece nueva evidencia que podría liberarlo.

The Jinx

Robert Durst, era un conocido corredor de propiedades que por mucho tiempo había sido sospechoso de la desaparición de su esposa, el asesinato de una vecina y una amiga de la familia. Además de archivos policiales, testigos claves, grabaciones y documentos que habían estado ocultos por años, una serie de entrevistas hechas a Durst permiten descubrir a la persona detrás de las acusaciones.

Conversations with a Murderer: The Ted Bundy Tapes

Un asesino desde su propia perspectiva. Ted Bundy fue condenado a muerte por el homicidio de más de 30 mujeres y en los días previos, se le hicieron entrevistas. No cumplía con el estereotipo de un asesino en serie, a las mujeres les resultaba atractivo y nada hacía sospechar de su personalidad psicopátoca, pero las grabaciones entregan una idea de la vida, motivos y la mente criminal de Bundy.