Carlos Cabezas: "Si no sacamos las vísceras a protagonizar la creación, todo se vuelve estéril"
A pocas horas de rememorar nuevamente El resplandor, esta vez en Santiago luego de un exitoso paso por Concepción, la voz de Electrodomésticos se pronuncia acerca de los discos descontinuados del catálogo nacional, la importancia de vernos las caras en un mundo hiperconectado y el espíritu de la música chilena en los noventa.
La agenda de Electrodomésticos impidió que Carlos Cabezas festejara con exactitud el vigésimo aniversario de El resplandor (1997), pero en diciembre pasado celebró los 21 años de su debut como solista con un sobrecogedor concierto en el Teatro Biobío. La que sería una fecha única en Concepción, donde se realizó el lanzamiento original del disco, se repetirá este sábado 10 de agosto en la Blondie debido al clamor popular. "Fue ingenuo recorrer un proceso creativo tan intenso y exigente pensando en hacer un solo concierto", comenta Cabezas, saliendo de un ensayo.
La vara está por los cielos luego del magnífico show penquista, capturado en el flamante Bailando en silencio - El resplandor en vivo. Para Cabezas, el precedente sentado en el sur es alentador: "En estos meses las canciones han crecido, no por un cambio estético sino porque las tenemos internalizadas de una manera distinta. Al comienzo fue muy vertiginoso y explosivo, pero ahora se sienten maduras. La experiencia del año pasado me da otro piso para disfrutar más de la banda, del colectivo, en vez de estar tan concentrado en no equivocarme y articular bien los arreglos".
Así como en los noventa lo acompañaron en el disco integrantes de Lucybell, Shogún y Glup!, ahora lo secunda una banda de excepción, formada por Edita Rojas de Electrodomésticos en batería, el tecladista Nicolas Quinteros y un ramillete intergeneracional con lo más granado del rock de Conce (Mauricio Melo de Santos Dumont, el ex Bunkers Gonzalo López, Paolo Murillo de Julia Smith). Como invitados desfilarán Pancho Molina, quien ya estuvo en el Teatro Biobío haciendo un cover de "Bolsa de mareo" de Los Tres; Cristián Heyne, el bajista original de El resplandor; y Sergio "Tilo" González, también cómplice de aquella grabación. Si bien todas sus apariciones son especiales, la del cofundador de Congreso acarrea simbolismo extra: "Fue profesor de Edita, ella está muy emocionada. Imagínate, maestro y aprendiz en un encuentro después de mucho mucho tiempo".
Semejante crossover de talentos no es un alarde, sino un fiel reflejo del gregarismo que le dio vida al disco, armado entre septiembre de 1996 y abril de 1997 en el estudio Konstantinopla, fundado por Cabezas. Del lugar y de la época guarda los mejores recuerdos: "En los noventa había un espíritu de mucho entusiasmo y ganas de atreverse a buscar una voz propia y distinta a partir de los nuevos lenguajes musicales que estaban floreciendo. En Konstantinopla, se grabaron discos de Tiro de Gracia, La Floripondio, Los Bunkers. Eran músicos que venían de distintos lugares, pero había una comunicación, había comunidad, cierto sentido colectivo en el quehacer. Estaban apareciendo herramientas musicales nuevas y había espacio para desarrollarlas, nada estaba tan hecho acá, era una gran oportunidad. Entre los músicos había mucha comunicación. Reconocernos mutuamente por tener la misma pasión por la música, por buscar cosas nuevas, creaba una atmósfera muy cariñosa. Veníamos saliendo de un período súper heavy y no queríamos tener mucho que ver con los adultos y con la sociedad que nos vendían".
Por más que avance la tecnología, Cabezas subraya la importancia de que los artistas sigan viéndose las caras: "Nos venden la sensación de estar súper conectados con todo el mundo, pero esa conexión es engañosa porque ocurre a distancia. Hay algo que se pierde ahí versus el contacto físico de compartir realmente una experiencia. Estar hiperconectado al final te deja solo, medio aislado, sin compartir tiempo y perdiendo humanidad". Confeccionar El resplandor no hubiese sido posible sin un profuso intercambio de ideas in situ: "Konstantinopla era un estudio armado por músicos para poder hacer lo que a los músicos nos gusta hacer. Eso quedó captado, por eso el disco no pasaría por los rigurosos filtros actuales de la producción musical. Contiene muchas pistas, detalles y capas, es medio desordenado, muy visceral y orgánico. En términos de estilo, tampoco se amarra mucho a una generación, creo que por eso aún es considerado fresco. Es un trabajo hecho con mucha libertad. Sentir nuevamente eso creo que nos hace bien ahora. Si no sacamos las vísceras a protagonizar la creación, todo se vuelve estéril".
Acotar el intelecto
Cinco años mediaron entre la separación de Electrodomésticos y el estreno en solitario de su cantante. Tiempo suficiente para que la presión se hiciera sentir: "La gente esperaba que yo continuara las búsquedas que había en la estética de Electrodomésticos. Mi reacción instintiva fue hacer lo contrario, protegerme de las expectativas que las personas tenían de mí. Siento que eso le hace muy bien al trabajo creativo". Cuando apareció El resplandor, pese a ser tan exploratorio como el catálogo de Electrodomésticos, el viraje hacia las guitarras eléctricas no cayó del todo bien entre los amantes de la vanguardia que lo seguían e idolatraban. El tiempo, sin embargo, le ha dado la razón. Hoy se habla de un álbum de culto.
Lo cierto es que su instinto fue el único mandamás al encauzar el proyecto, cuya base fue concebida en Tongoy, en la casa que la familia Cabezas tiene hace medio siglo en el balneario. El lugar, lleno de recuerdos de su infancia ovallina, le sirvió como un refugio: "Yo en mi proceso intento acotar el intelecto, dejar que las cosas salgan de las entrañas no más, de las experiencias inscritas en la vida, en el cuerpo. Si uno produce el espacio adecuado, eso aparece naturalmente y tiene sentido y hace que, cuando te paras a cantarlo en un escenario, esté bien alineado interna y éticamente contigo. Tiene que ser honesto porque lo vas a exponer. Eso hacen los artistas, exponen. Yo siento que uno es muy vulnerable cuando expone su trabajo. Creo que las expectativas están dentro del ámbito de la cabeza, del intelecto, de lo que intento dejar fuera. Bajo esa idea uno busca espacios menos contaminados, en los que pueda aparecer la experiencia de vida como expresión artística".
Pese a su valor histórico, El resplandor se encuentra descontinuado por la multinacional que lo editó, EMI. Al respecto, Cabezas ofrece una lectura del tema a nivel macro: "Muchos discos quedan fuera de catálogo, no los consideran. Supongo que se quedan con lo más popular y lo más cercano en el tiempo, lo que está vigente, y así es como van descartando material. Así trabajan los sellos discográficos, pero el patrimonio de un país no debería depender de un modelo de negocios. En nuestra cultura popular musical se han hecho cosas súper importantes, debiese haber una forma de poder cuidarla, de poder entendernos a nosotros mismos a través de ella, de hacer que nos acompañe, pero para eso lo primero que se necesita es que sea accesible". Sobre su caso en particular, admite el fracaso de las negociaciones para reflotar el disco, pero no se echa a morir: "No hubo buenas experiencias en los acercamientos, no sé si en algún minuto esa situación se pueda aclarar, pero una de las motivaciones detrás de volver a tocar este disco fue poder grabarlo y publicarlo de nuevo. Hacer nosotros mismos que nuestra música y nuestro trabajo estén a disposición de la gente. De cierta manera es una declaración política al respecto. Tenemos que preocuparnos de que nuestro patrimonio esté presente y no desaparezca según los vaivenes del mercado".
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