En la zona oeste de Buenos Aires, en las afueras de la ciudad, se levanta desde los años 60 un grupo de departamentos generalmente asociados a la pobreza y la violencia. Barrio Ejército de los Andes, o Fuerte Apache desde que así lo llamó un periodista que cubría un tiroteo entre policía y ladrones, el lugar también acoge un mural gigante con el rostro de "Carlitos". Muestra del afecto local por Carlos Tévez, el mayor ídolo salido de esa cuna, delantero de Boca Juniors con temporadas brillantes en Inglaterra e Italia. El mismo con el que Patricio Contreras, referente de las tablas y la pantalla argentina y chilena, quiso quedar inmortalizado en su versión gigante y pintada.

"Es muy imponente acercarse a ese barrio y ver el mural enorme al costado de uno de los edificios. Así que nos hemos sacado fotos, múltiples fotos ahí, con ese fondo", comenta el actor, tan encantado como cualquiera de compartir con el exjugador de clubes como Manchester United y Juventus. "Espero poder conocerlo ahora en la premiere", dice al teléfono a Culto, a días del estreno -este viernes- en Netflix de la serie Apache: la vida de Carlos Tévez, que viaja hasta los 90 a la cruda infancia y adolescencia del jugador (encarnado por Balthazar Murillo), en el barrio que lo vio nacer, hasta mostrar su debut en Boca Juniors, la institución en la que sigue en actividad a sus 35 años. Todo grabado casi íntegramente en Barrio Ejército de los Andes.

"Me interesa mucho la vida y me resulta muy atractivo como jugador y como persona", apunta el actor de La frontera (1991), aunque enumera una segunda razón de peso para haberse unido al elenco como el abuelo del protagonista. "Artísticamente me resultó atractiva la posibilidad de trabajar con Adrián Caetano, que es uno de nuestros mejores directores y nunca había trabajado con él. No me equivoqué, porque nos llevamos muy bien, fue una relación estupenda", señala sobre el cineasta detrás de series como El marginal y películas esenciales del cine argentino como Pizza, birra, faso (1997) y Bolivia (2001).

Es bajo su óptica que la ficción se interna en los primeros años de Tévez, que de pequeño sufrió con el abandono, con una quemadura casi fatal y un ambiente agitado por las pandillas, las drogas y la amenaza de la muerte; en contraste al talento descomunal que lo llevó a estrenarse en el primer equipo de Boca a los 17 años. "Los tíos y el abuelo protegen mucho a Carlitos, y cuando descubren que tiene una singular habilidad para el fútbol y una pasión inequívoca, lo ayudan e intentan que no se contamine con el clima de violencia", profundiza Contreras sobre la historia que abarca los ocho episodios, que cuentan con una breve presentación del delantero, también productor de la serie.

¿Cómo se aproximó a su personaje? ¿Tuvo cierta libertad para agregarle algo propio?

Yo no tengo idea de cómo era el abuelo. Sí me informaron, tanto en los textos como el director, de la relación fuertemente afectiva que tenía con Carlitos. El trabajo más delicado que tuve que hacer fue precisamente que este hombre duro, de armas tomar, de pronto tuviera la ternura suficiente como para crear esa relación con Tévez y protegerlo de las malas juntas, de las influencias que podían perjudicarlo.

El mundo que retrata la serie es duro. ¿Cómo fue para usted sumergirse en esa realidad?

Hay mucho prejuicio con respecto a Fuerte Apache en particular. Ha adquirido la fama de un barrio violento, donde hay tráfico de drogas, algunas actividades medio pesadas. Pero si bien eso es innegable, también es cierto que trabajando en el lugar -al cual uno comenzó a ir con mucho resquemor- ves que la vida de la mayoría de la gente es absolutamente normal. Es gente que trabaja, madres que cuidan a sus hijos, que los llevan al colegio. Es un espacio donde, a pesar de la dureza, intentan llevar una vida honesta y lo más parecido a lo que creemos normal.

El Carlitos de la ficción

El actor de Sexo con amor (2003) y Dry Martina (2018) resume con gracia sus últimos años: "En esta nueva etapa de mi vida, en que han descubierto que los viejitos me salen bien, tengo mucho trabajo de abuelo, ya no solamente de padre de muchachos mayores", dice ante su rol en la serie de Tévez. En la ficción su nieto es encarnado por Balthazar Murillo, actor de 15 años que describe como "un muchacho muy sensible y muy inteligente".

Un joven pero solicitado talento que, al teléfono desde Buenos Aires, detalla su preparación para interpretar al ídolo de Boca. "Tuve que entrenar en Club Parque, que es un club de barrio acá. También tuve que ir a una fonoaudióloga, que me ayudó un montón, porque ocupo una prótesis dental en la serie". Y recibió además el consejo de Tévez: "Me dijo que no fuera una imitación, sino que lo hiciera desde mi punto de vista".

Lo más complejo, especifica, no estuvo ni en las canchas ni en los lugares donde grabaron. "Me costó una escena de un beso, porque nunca me había dado un beso en una serie. Y hacerlo enfrente de una cámara y que hubiera mucha gente, me ponía nervioso. Fue el escenario que más se me complicó", remata.