Y entonces Patricia Lee Smith –o a secas: Patti Smith– toma el micrófono, baja la cabeza, escupe con agresividad y algo de animosidad, para luego canta una melodía lenta y dulce.
Es "This is the Girl", su canción/tributo a Amy Winehouse y cuando esta termina Smith regresa del trance musical y nos mira.
Es decir: mira al público del Webster Hall, en Nueva York; y, en medio de ese silencio enervante de las audiencias gringas, Smith vuelve a tomar el micrófono con guantes de dedos cortados y grita: "¿Qué mierda quieren? Vamos, canten, muévanse. Que esta sea como su última noche".
Y luego de esto la guitarra de Lenny Kaye se confunde con el piano: son las notas de "Because of the Night". Y Patti Smith vuelve otra vez al trance. Sus ojos se concentran en un punto inexistente en el horizonte y canta eso de que la noche les pertenece a los amantes.
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29 de diciembre, 2014.
Pleno invierno en Nueva York: el frío se capea en los bares irlandeses o en las pizzerías de un dólar o paseando por Times Square donde queda claro que Santa Claus es otra marca del capitalismo, junto con Netflix, M&M y Budweisser.
No muy lejos de Times Square, en el East Village, se arma una fila por fuera del Webster Hall.
Un par de días atrás, Patti Smith anunció un concierto para celebrar su cumpleaños. Las entradas se agotaron en cosa se segundos, así que se puso a la venta otra fecha que también se agotó en segundos.
Y tomando en cuenta que quien escribe esto está por dejar Nueva York –luego de tres años–; puede que no haya mejor milagro de navidad que haber conseguido una entrada y, así, despedirse de la ciudad.
Después de todo, la llamada madrina del punk, es una de las inventoras de la Nueva York contemporánea.
O así por lo menos nos hizo creer en sus memorias Éramos unos niños, donde narra así su llegada a la ciudad, a los 20 años: "Yo era supersticiosa. Era lunes: yo había nacido un lunes. Era un muy buen día para llegar a Nueva York. Nadie me esperaba. Todo me esperaba".
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A eso de las 8 las luces se apagan y sale la misma Patti Smith. Sí, Smith con las manos en los bolsillos, jeans, una camisa gris arrugada, una corbata suelta en el cuello y guantes de cuero con los dedos cortados. Así no más: sin rodeos Smith saluda y toma el micrófono y anuncia que, ya que es su cumpleaños, le ha pedido a un amigo que sea su telonero.
"Con ustedes… Michael Stipe".
Y el calvo ex REM sale a escena con su barba gigante, un traje de tres piezas y uno de esos gorros que todos en Brooklyn parecen usar, como el de Bill Murray en Vida acuática.
Stipe se sienta y toca más que nada covers: "Lucinda Williams" de Vic Chesnutt; "Hood" de Perfume Genius; "Wing" de la misma Patti Smith; además de dos canciones de REM: "Saturn Return" y "New Test Leper".
Es un show de menos de media hora. Y para el final Stipe dice que tiene una sorpresa. Se da vuelta, sube el brazo, así como Liza Minelli en "New York, New York", y sucede esto.
https://www.youtube.com/watch?v=6lsMJzJ7t6A
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Luego de Stipe el ambiente en el Webster Hall, donde caben 1.400 personas, es de calma. A ratos demasiada. Se nota que hay por lo menos dos públicos. Uno cercano a sus cincuenta y sesenta y que es obviamente neoyorquino, de la vieja escuela, y que todavía vive en la ciudad (en departamentos de renta controlada, sin duda) y que visten con poleras de la época desteñidas por la nostalgia punk.
El otro público es aquel que ha leído todo sobre los años sesenta en NYC. Esos que heredamos justamente una nostalgia que ni siquiera es nuestra. Digamos que gente que va desde los treinta y cinco hacia abajo, y entre esos incluso adolescentes de menos de 20 que descubrieron a Patti Smith, primero, como escritora y luego como cantante. Que recién entonces se enteraron de que Smith fue parte del CBGB, el club no muy lejos de acá donde germinaron el punk y la new wave y muchos de los referentes estéticos que hoy son mainstream.
Supongo que por eso le dicen la madrina del punk; Patti Smith como una suerte de hada que cuenta ese cuento que comienza así: "Había una vez, en una ciudad al borde de la banca rota llamada Nueva York, un grupo de bandas que comenzaron con algo llamado punk…".
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Los conciertos de Patti Smith no tienen fuegos artificiales. El escenario ni siquiera cuenta con un telón, ni con imágenes en pantallas. Y tampoco lo necesita.
Casi todos los músicos son de la época, lo que incluye al gran guitarrista Lenny Kaye.
Las luces vuelven a apagarse menos algunas azules que ilumina a Patti Smith. El show comienza con "Dancing Barefoot", una canción tibia que sube de temperatura ("Here I go and I don't know why"). De pegado sigue un tema nuevo, "Fuji-san", del disco Banga (2012). La canción es para las víctimas del terremoto de Tohoku en Japón. Y por momentos suena a REM. Ahí están esas guitarras levemente distorsionadas y a la vez acústicas. Y claro: los noventa es la década en que sucede el primer regreso de Smith. Luego de estar mucho tiempo encerrada, criando a sus hijos y procesando la muerte temprana de su amor Fred 'Sonic' Smith, Patti volvió a la escena musical el 96.
Desde entonces que no ha parado.
Han sido seis discos y más de diez libros entre poesía y memorias.
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Es muy probable que el concierto en Chile tenga más canciones de Horses (1976), el primer disco de Smith. En el show de Nueva York, por ejemplo, no tocó "Gloria", aquel cover de Van Morrison en clave punk, ya que pronto comenzaría una gira de aniversario de ese disco.
Sí toca, a su vez, varios temas de Easter y Radio Ethiopia, discos tempranos y claves.
"25th Floor" suena tan rockera y afilada como entonces. Patti Smith escupe varias veces a los costados. Incluso en un momento le ladra a alguien del público: "Si no te gusta te puedes ir a la puta mierda", le dice a un tipo con un gorro de los Yankees que queda pálido luego de que la misma Smith le gritara en la cara.
Por ahí también pasan "Pissing in a River", "About a Boy" y covers de Love, Burt Bacharach y Gregory Alan Isakov.
2Oh, Nueva York", dice Smith en una de las tantas pausas y la punk se detiene en las caras de público. "Las cosas han cambiado, Nueva York".
Y justo por estos días, en una entrevista, Smith dice que ya es imposible vivir en esta ciudad y ser artista: "Nueva York se ha cerrado a los jóvenes y a la población económicamente vulnerable… Les han robado la ciudad de Nueva York. Así que mi consejo es: Encuentren una nueva ciudad".
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Quien escribe nunca fue fan de ese disco de covers de Smith: Twelve.
Pero "Smells Like Teen Spirit" llena el teatro con pocos instrumentos, apenas una mandolina y la voz de Patti, quien cierra los ojos y abre los brazos. Se nota que la música siempre ha sido algo personal: Smith canta para ella. (Y puede que para Kurt Cobain.) Aunque bueno, principalmente para ella.
https://www.youtube.com/watch?v=M_ciiCyxOJA
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Antes del encore cae "Gandhi", un tema casi a capela. Patti Smith suena como una blusera del Mississippi. De a poco se oye, por debajo, la guitarra de Lenny.
Hasta que el in crescendo aumenta.
Y aumenta.
Y al igual que en "Gloria", Patti termina la canción gritando y se va, incluso un poco enojada, del escenario, con el ruido de las guitarras y la batería de fondo.
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Cinco canciones para el final: "Mercy Is", "Banga", "People Have the Power" y "Babelogue".
Patti Smith cierra con "Rock 'N' Roll Nigger".
El concierto termina en lo más alto. A sus más de setenta, la voz de Patti Smith no falla, incluso los agudos filosos y los agudos aún más agudos de "Rock 'N' Roll Nigger".
"Rock 'N' Roll Nigger" se alarga, Lenny improvisa. Por fin el público parece un poco más emocionado.
Y ahí Patti se despide: "Feliz navidad", dice mientras la guitarra de Kaye desciende por entre espirales de distorsión y wah-wah. "Feliz navidad y próspero año nuevo, Nueva York."