Lorrie Moore: ironía, desamor y el arte del cuento
Considerada una de las mejores narradoras de EE.UU. hoy, la autora de Autoayuda habla de su obra y su próxima visita a Santiago y Buenos Aires.
Era 1994, el año del Subcomandante Marcos, la muerte de Kurt Cobain y la Presidencia de Nelson Mandela. Aunque la autora estadounidense Lorrie Moore asegura no recordar nada de eso, sino solamente dos cosas: que su hijo nació aquel año y que el político republicano (y muy conservador) Newt Gingrich, elegido presidente de la Cámara de Representantes, amenazó con acabar con la NEA, el mayor sindicato de docentes en Estados Unidos, justo en el momento en que ella era parte de la sección encargada de la literatura.
"Y bueno, no mucho más que eso", responde Lorrie Moore desde Nashville, al sur de Estados Unidos, una ciudad conocida principalmente por el country ("acá todo tiene que ver con la música: los camareros son músicos. El cartero es un músico. Si quieres que el cartero y el camarero sean escritores, debes ir a Iowa City").
Si Moore dice que poco o casi nada recuerda de 1994, esto incluye la publicación de su segunda novela, ¿Quién se hará cargo del hospital de ranas?, la cual el sello Eterna Cadencia reedita antes de su vista a Santiago, en octubre, y Buenos Aires, fines de septiembre, como parte del Festival internacional de Literatura (Filba).
"Es mi primera vez en Sudamérica. No hablo español, por lo que me siento profundamente avergonzada", comenta Moore.
"Soy de esas personas que aburren a los demás con facilidad", responde sobre lo que generalmente hace en una ciudad que nunca ha visitado. "Me gusta caminar un poco y luego sentarme y mirar a la gente. Y no más".
Nacida en el estado de Nueva York, en 1957, Lorrie Moore creció en una familia conservadora. Algo de eso cuenta en See What Can be Done, su primer libro de no-ficción que apareció en Estados Unidos el año pasado. En este, Moore analiza desde su forma de encarar la escritura, los cuentos de Alice Munro, la fallida campaña de Hillary Clinton y hasta series de televisión como The Wire, Girls, Friday Night Live y True Detective.
-¿Quién se hará cargo del hospital de ranas? se publicó hace 25 años. ¿Ha vuelto a leerla?
-No, no lo he hecho. Nunca vuelvo a leer mis libros. No tengo mucho tiempo. Aunque hubo una sección de esa novela que un compositor australiano quería convertir en una canción, así que creo que revisé esa sección.
¿Quién se hará cargo del hospital de ranas? es una historia de amor. O de desamor. Está narrada por Berie Carr, quien se encuentra al borde de cumplir 40 y viaja a París con Daniel, su esposo y un médico invitado a un congreso. Y si bien Carr y su esposo están en la ciudad de los enamorados, esta solo hace más evidente sus problemas matrimoniales.
"Sentí su ausencia de amor por mí", dice en un momento Berie, quien, para evitar el presente, recurre a la nostalgia: recuerda una época donde el amor todavía era un sueño por realizar, el verano de 1972, cuando a los 15 años vivía en una pequeña ciudad en la frontera con Canadá. "El clima de melancolía que evoca Moore con tanta naturalidad sería insoportable si la escritura no fuera tan inspiradora. En mi opinión, hoy es la mejor escritora estadounidense de su generación", comentó Nick Hornby en The Sunday Times.
-¿Le parece que ¿Quién se hará cargo del hospital de ranas? es acerca de cómo nos relacionamos con la nostalgia?
-Bueno, la "nostalgia" en el arte suele ser peyorativa. Y, además, creo que lo mejor es evitar la nostalgia y su insistente nebulosidad a la hora de recuperar el pasado.
-¿Es verdad que el título viene de una pintura que le llamó la atención?
-Sí. Y quedó como título apenas vi esa pintura (es decir, cuando la escritura del libro iba aproximadamente a un cuarto del camino). Pero todos los títulos son títulos en proceso hasta que el editor los aprueba. Tuve que luchar por ese título. Querían algo más sencillo y por eso sugirieron: Verano. Y yo les dije: ¿Como la novela de Wharton?, y me dijeron de vuelta: ¿Qué novela de Wharton?
-En uno de sus ensayos cuenta que sus padres la obligaban a Ud. y a sus hermanos a escuchar pasajes de la Biblia todas las noches. ¿Eso de alguna manera la llevó a ser escritora?
-Bueno, sé que a mis padres les gustaría imaginarse a sus hijos con el legado a cuestas de lo que se nos leyó de la Biblia, pero, lamentablemente, yo creo que ignoramos todo eso. Es verdad que había un ritmo y una cadencia en muchas partes de la Biblia, lo que era relajante. Pero en verdad leí muchas novelas de mala calidad cuando era joven, porque la lectura era donde los jóvenes iban a aprender sobre el mundo. No había internet, así que leíamos novelas de detectives, sobre crímenes, thrillers. Y, además, eran libros con escenas muy sexies.
-En See What Can be Done hay varios ensayos sobre televisión. ¿Ha cambiado la forma en que se escribe para la pantalla chica?
-Ciertamente, la televisión es mucho mejor de lo que solía ser. Un ejemplo de esto es el formato relativamente nuevo del drama de cuatro o cinco episodios, la miniserie, la cual ha dado lugar a una narración perfecta en cuanto a duración. Y además ahora están permitidos diferentes tipos de historias. Y el trabajo y edición de la cámara es mucho más cinematográfico.
-El año que viene publicará sus cuentos completos en el sello Everyman, una suerte de canonización en el mundo de la literatura anglo. ¿La canonización no es intimidante?
-Sí, me temo que aparecer en esa colección es un poco como la muerte. Pero como la canonización requiere la muerte real, la publicación no será ninguna de esas cosas. Por el momento mi plan es seguir escribiendo cuentos, aunque bueno: como escritora soy bastante lenta.
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¿Quién se hará cargo del hospital de ranas?
Ed. Eterna Cadencia.
176 pp.
$16.000[/caption]
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