Un instrumento frío tiene tan pocas posibilidades de renacer en una mañana de invierno como un auto viejo con el motor ahogado. Las manos entumidas de los músicos y las maderas heladas de los violines nunca han sido el mejor matrimonio para ensayar una partitura de Dmitri Shostakovich, pero la fuerza de voluntad de los instrumentistas de la Orquesta Sinfónica Nacional de Chile puede ser un combustible imbatible. Es la energía ideal para llegar hasta el fin de la accidentada temporada 2019 de la agrupación clásica más numerosa y antigua del país, aunque el ensayo sea en el Teatro Novedades.
Desde hace dos meses y seis días que la orquesta abandonó su tradicional recinto del Teatro U. de Chile en Plaza Italia debido a las labores de construcción del nuevo centro cultural Vicuña Mackenna 20. Hubo que echar literalmente abajo el muro trasero del recinto y mientras se realizan los trabajos, el conjunto ha peregrinado de teatro en teatro para ensayar y ofrecer los sus conciertos.
La ruta los condujo desde recintos con buena acústica, como el Teatro CorpArtes o el Teatro de Carabineros, hasta algunos que derechamente no cumplen las condiciones. Los músicos lo saben, pero la consigna es mirar hacia adelante. ¿Por qué? Porque a mediados del 2021 debería estar listo el mencionado Vicuña Mackenna 20, con un teatro supervisado por los argentinos Gustavo Basso y Rafael Sánchez, los ingenieros que restauraron el Teatro Colón de Buenos Aires.
"Hubo que demoler la pared de atrás del Teatro U. de Chile. Es justamente la pared que linda con el nuevo Centro Vicuña Mackenna 20 y era de ladrillo", dice Diego Matte, el director del Centro de Extensión de la Universidad de Chile (CEAC), del que depende la Sinfónica. "Nos pidieron dos meses para trabajar y construir el nuevo muro, pero decidimos que fueran cuatro. Además haremos arreglos en el teatro", agrega.
La orquesta volverá en octubre a su antigua casa de Plaza Italia, en la que tocará hasta que se traslade el 2021 a Vicuña Mackenna 20, pero hoy por hoy el camino es cuesta arriba. Es más, la contingencia ha jugado en contra: estaba todo listo para que la agrupación ensayara estos meses en el aula magna del Instituto Nacional, pero debido a los problemas del establecimiento, el CEAC decidió olvidarse de ese plan.
"El aula magna del Instituto Nacional es un teatro maravilloso, muy grande y muy bien ubicado. Pero para salvaguardar la seguridad de los músicos, cancelamos la iniciativa", explica Diego Matte.
De Yungay a Lima
El Teatro Novedades, en la calle Cueto del Barrio Yungay, es una gran y elegante bóveda especial para presentar un espectáculo teatral, pero donde una orquesta sinfónica se escucha con reverberación excesiva. En otras palabras, el eco hace imposible que los instrumentistas se escuchen bien uno al otro.
Más o menos así se preparó la Sinfónica para el concierto que ofreció el 11 de agosto en el Gran Teatro Nacional de Lima. En esa ocasión el pianista Luis Alberto Latorre y la agrupación dirigida por Helmuth Reichel tocaron, entre otras obras, el Concierto para piano N°2 de Dmitri Shostakovich.
"Hay que tener bastante voluntad y paciencia cuando se ensaya en un teatro como el Novedades. Pero por otro lado tampoco es una acústica tan, tan desastrosa", dice Latorre. Como buena parte de los músicos, prefiere ver el vaso medio lleno.
Algunas familias de instrumentos tienden a opacar a otros. Un trombón, por ejemplo, puede apabullar a un fagot si la sala de ensayo no es la mejor. "Lo más evidente es el eco: acá los sonidos se pillan unos a otros y cuesta armonizar", explica Carlos Daniel Herrera, el solista en tuba de la Sinfónica. "Uno a veces debe tocar, pero aún se escucha el sonido anterior de otro instrumento. En fin, ensayar en el Teatro Novedades ha sido un desafío, pero se entiende que es un sacrificio, pues lo hacemos por un bien superior, que es tener en el futuro nuestro teatro", agrega Herrera, que lleva 30 años en la orquesta.
Sobre el temido frío en los instrumentos, el concertino en violín Alberto Dourthé se explaya: "El frío es el peor enemigo de un ensayo. Afecta más que el calor. Cuando se toca un instrumento, uno mueve los músculos. Estar entumido no sirve para nada, ya sea tocando un violín o un oboe. Y en el Teatro Novedades hace frío o al menos no está la calefacción ideal".
Pero Alberto Dourthé, como Latorre, ve la luz al final del túnel. "Uno hace los sacrificios necesarios, pues sabemos que ya tendremos nuestro nuevo teatro en el 2021. Esto es como cuando uno se cambia de casa. Se dejan las pertenencias en las casas de conocidos y familiares, pero da lo mismo, pues ya vendrá lo mejor".
Mientras se realiza la mudanza, en cualquier caso, se puede llegar a cualquier casa. Son las más inesperadas: ya hubo un concierto en Lima hace 10 días y el próximo 12 de septiembre la Sinfónica tocará en Buenos Aires. Será en el Centro Cultural Kirchner, en la gran sala conocida como La Ballena Azul, diseñada acústicamente por Basso y Sánchez, los mismos de Vicuña Mackenna 20. Es decir, será un pequeño viaje al futuro, a lo que puede ser el teatro del año 2021.