Había una vez... un actor y un doble
En el noveno filme de Quentin Tarantino coexiste la tragedia de un semi fracasado como Rick Dalton (Leonardo DiCaprio) con el auténtico cuento de hadas de la promisoria actriz llamada Sharon Tate (Margot Robbie).
El título de la nueva película de Quentin Tarantino es una referencia doble: a los spaghetti westerns, cuya cumbre es Había una vez en el Oeste (1968) de Sergio Leone, y a los cuentos de hadas. Su protagonista es Rick Dalton (Leonardo DiCaprio), un actor demacrado y con tendencia al llanto, consciente de que ya no es lo que fue. Su coprotagonista es Cliff Booth (Brad Pitt), doble de acción de Rick, leal amigo y cable a tierra al mismo tiempo.
Cliff no es nostálgico ni sentimental. Es más, es probable que ni siquiera sepa qué significa ser nostálgico o sentimental. Simplemente es Cliff. Rick por el contrario, no sólo se autoflagela por caer en la ladera de la incipiente decadencia, sino que por no haber estado a la alturas de sus propias expectativas. Ambos son dinamita, pero es probable que por separados, solo el impasible Cliff Booth pueda sobrevivir en este año brutal que fue 1969.
Es el épico año de la película Busco mi destino, de la masacre perpetrada por los seguidores de Charles Manson y del Festival de Woodstock. El hippismo canta con confianza, pero tanto Rick como Cliff se sienten fuera de ese coro. Vienen de hacer westerns y cine de espías. La contracultura no es su taza de té. Por eso, cuando el productor Marvin Schwarz (Al Pacino) le ofrece a Dalton un rol estelar en la nueva película de Sergio Corbucci ("el segundo mejor director de spaghetti westerns", recalca Schwarz), su amigo Booth lo anima a dar el salto y ser cabeza de ratón en Italia. En su lógica, es mejor eso, que ser la cola de un león impredecible, melenudo y psicodélico en la California de paz y amor.
El problema es que el spaghetti western no es el cuento de hadas que quiere vivir Rick Dalton. La única fábula para un actor como él es Hollywood y esta película, por si las dudas, se llama Había una vez en... Hollywood. Así es como en el noveno filme de Quentin Tarantino coexiste la tragedia de un semi fracasado como Rick con el auténtico cuento de hadas de la promisoria actriz llamada Sharon Tate (Margot Robbie). Los que conocen la historia real de Tate saben que lo mejor para Rick es que se mantenga alejado de ella si no quiere que su vida pase del drama al horror.
Lo mejor siempre será que vuelva al buen Cliff, soporte físico y moral de todas sus burradas. Juntos son tan inseparables como Billy y Wyatt, los dos motociclistas de Busco mi destino, una película que se debe haber estrenado entre una de las borracheras de Rick y algún trabajo de doble de Cliff. Es decir, en el Hollywood de 1969.
Se sabe que Rick Dalton odia a los hippies, pero tampoco hay que perder de vista que Busco mi destino es un western con ruedas de motocicleta donde los protagonistas se llaman Billy y Wyatt por Billy the Kid y Wyatt Earp. Y el mejor cuento de hadas de Hollywood fue siempre el Viejo Oeste, aquel género donde alguna vez Rick Dalton logró fama en filmes y series baratas de fines de los 50 y principios de los 60. Fue ahí también donde se forjó lo mejor de Había una vez en... Hollywood, desde ya una de las grandes películas de Quentin Tarantino: la historia de amistad entre el emocional Rick y el taciturno Cliff. Lejos de ellos, los hippies, Sharon Tate, Roman Polanski o Charles Manson son solo un gran decorado.
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