Cullen Bunn, lector de Borges

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Cullen Bunn.

Borgeano en la sombra y suerte de anarquista semiótico, Bunn lleva a Deadpool a buscar el Aleph y destruirlo, como alguna vez Eróstrato quiso quemar el templo de Artemisa.


"¿Por qué nos inquieta que don Quijote sea lector del Quijote, y Hamlet, espectador de Hamlet? Creo haber dado con la causa: tales inversiones sugieren que si los caracteres de una ficción pueden ser lectores o espectadores, nosotros, sus lectores o espectadores, podemos ser ficticios" anota Borges en uno de sus ensayos. La obra del argentino, sabemos, está poblada de estos lectores y espectadores que son, para decirlo de forma exagerada, zancudos que agonizan entre las delgadas redes de una telaraña. César Aira, borgeano declarado, dijo alguna vez que el mejor Cortázar es apenas un mal Borges. Y puede que tenga razón: el Cortázar menos meme, el Cortázar menos graffiti-que-adolescente-le-dedica-a-su-novia-idealizada-a-la-que-probablemente-llame-por-el-nombre-de-Maga, es el Cortázar de la inquietud por los espejos, el Cortázar de ese maravilloso cuento que es "Continuidad de los parques" o "El Axolotl" o "Satarsa". Es el Cortázar que se deja que sus personajes se asfixien en la ficción.

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Pero no estoy aquí para descoyuntar a Julio Cortázar, Julito, el amor nos hace, poema 62 de Rayuela, la Maga, el bebé muerto, Francia y el jazz, ah, esas salamerías. Esa porquería romántica en que la terminará transformada otra novela que exhuma romanticismo: Los detectives salvajes, del buen Bolaño, otro borgeano converso. No, no y no. Estoy aquí para hablar de una trilogía que tuve el placer de leer hace un tiempo. Deadpool Killogy (algo así como la asesinontología de Deadpool o qué carajo sé yo, no soy traductor, ya lo ven). Deadpool, esa bestia sanguinaria y salvaje, ese Wade Wilson que va por ahí cagándose en todo, es probablemente uno de los superhéroes más interesantes de Marvel. No, puede que no lo sea. El autor de esta columna no es un devoto lector de cómics. Pero el autor de esta columna corre riesgos innecesarios. Entonces, sí: Deadpool ES probablemente el superhéroe MÁS interesante de Marvel. Y esta trilogía, cuyo guion estuvo a cargo de Cullen Bunn, lo demuestra. Compuesta por Deadpool mata al universo Marvel, Deadpool mata a los clásicos y Deadpool mata a Deadpool, la historia es una gran cita de Borges. ¿No me creen? Vaya un ejemplo: "Deadpool mató al universo Marvel. La venda cayó de sus ojos, y vio el mundo tal y como era: una ficción, así que asumió la tarea de liberar a todos –tanto héroes como villanos- del peso de vivir el cuento" (prefacio de Deadpool mata a los clásicos). Cullen Bunn, borgeano no confeso, arma un fascinante mise en abyme, llevando a Wade Wilson a enfrentarse no sólo a Spiderman o el Capitán América, sino también a Moby Dick y el Capitán Ahab, Sherlock Holmes y los tres mosqueteros. Deadpool sabe –Bunn de seguro leyó a Lévi-Strauss– que los móviles de las ficciones con las que quiere acabar de una buena vez tienen una raíz arquetípica. Y hacia allá se dirige. Dice Deadpool: "Si vengo aquí, al mismo lugar donde hacen las historias y me pongo a prenderles fuego, jamás volverán a recuperarse. Será como un hueso mal soldado, se curará torcido y mal".

Bunn, borgeano en la sombra, suerte de anarquista semiótico, lleva a Deadpool a buscar el Aleph y destruirlo, como alguna vez Eróstrato quiso quemar el templo de Artemisa. Bunn patea el espejo. Deadpool va por ahí, riéndose. No teme, incluso, matarse a sí mismo y a la sucesiva progresión de Deadpools que surgen de su imagen arquetípica e ideal, como pasa en Deadpool mata a Deadpool: "Si Deadpool era la única persona que había descubierto su meta-existencia, ¡entonces quizá Deadpool era el progetinor de todas las cosas! Y así comenzó la parte apocalíptica de su búsqueda, ¡asesinar a todas sus encarnaciones en todo el multiverso! Existen aquellos que se han unido para resistirse a su contraparte metacida y aquellos que comparten la visión y la búsqueda de la nada misma de este paria".

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Borges, por supuesto, jamás cometió estos excesos, estas salidas de madre. Porque Borges era esencialmente un esteta. Alguien que, como diría Auden de Rilke, jamás podría traducir esos exquisitos versos de Catulo que dicen –parafraseo porque mi memoria está algo averiada en estos momentos–: "Haré que todos ustedes me coman el culo". Bunn, en cambio, es un licencioso y descarado. Eso, por supuesto, se agradece. Un lector de Borges en clave cínica. Absolutamente desfachatado, irónico.

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