La música llegaba con la noche. Miles Davis tenía seis o siete años y caminaba por el bosque al anochecer, en la granja de su abuelo en Arkansas. Mientras el cielo se oscurecía, Miles oía la guitarra y las voces que tristemente provenían de una iglesia lejana. Para su imaginación de niño, los cantos parecían salir "de los árboles fantasmales donde todos murmuraban que vivían los espíritus", recordó en sus memorias. Aún no sabía tocar, pero "aquellos blues, la iglesia, aquella especie de temor en los caminos solitarios, y aquel ritmo campesino" se grababan en su sensibilidad.
Muchos años después, cuando lideraba su propia banda, Miles Davis (1926-1991) buscaría las resonancias musicales de aquellas noches. Y de algún modo, su disco más apreciado sería un viaje hacia ese sonido.
El lunes 2 de marzo de 1959, Miles Davis convocó a sus músicos al edificio de la calle 30 de Manhattan, una antigua iglesia convertida en estudio de Columbia Records. Formado junto a Charlie Parker y Dizzy Gillespie, los maestros del bebop, el trompetista había iniciado la búsqueda de un estilo propio y lideraba una de las formaciones de jazz más brillantes de cualquier época: John Coltrane y Cannonball Adderley en saxo, Paul Chambers en el bajo, Jimmy Cobb en batería, Wynton Kelly y Bill Evans en piano y él mismo en la trompeta.
Eventualmente los músicos desconocían lo que iban a tocar. "No escribí la música de Kind of blue", diría más tarde, "sino que aporté esquemas de lo que se supone que cada uno tocaría, porque quería mucha espontaneidad en la interpretación".
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El álbum se grabó en dos sesiones, la segunda el 22 de abril, y fue registrado con muy pocas tomas. Integrado por cinco temas que aportaron un sonido elegante, minimalista y melancólico, Kind of blue salió a la calle el 17 de agosto de 1969 y pronto se convirtió en uno de los discos más apreciados por el público y la crítica, y cuya influencia atravesó las fronteras del género.
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Carátula original del disco Kind of Blue de 1959.[/caption]
Rápidamente ejecutado y cuidadosamente preparado por Miles Davis, el disco se alejó del alboroto del bebop y propuso un nuevo lenguaje, de frases largas y modos pausados. A 60 años de su edición, Kind of blue es el álbum de jazz más vendido de todos los tiempos, con cinco millones de copias solo en EE.UU., y es considerado casi en forma unánime la obra cumbre del género, así como uno de los mejores discos en cualquier registro.
"Para muchas personas fue su primera incursión en el jazz y les encendió la luz", dice a Culto Erin Davis, hijo del trompetista y quien vela por su legado. "Todavía hoy, 60 años después, inspira y resuena en las nuevas generaciones".
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El Picasso del jazz
Con estudios en la escuela Juilliard de Nueva York, a los 19 años Davis compartía escenario con Charlie Parker y Dizzy Gillespie, los gigantes que iniciaron la Era del Bop. Luego de tres años a su sombra, tomó distancia: necesitaba abrir su propia ruta.
Hacia 1949 comenzó su sociedad con Gil Evans, un compositor refinado e innovador con el que grabaría Birth of the cool, entre otros discos. El álbum ofrecía un ambiente más frío, donde la trompeta de Davis dialoga –y no combate- con la orquesta. Fue la piedra fundacional del cool jazz.
Tras un viaje al infierno de la heroína, Davis retornó con una asombrosa energía creativa. Para mediados de los 50 era ya el trompetista más admirado de Estados Unidos: "El Picasso del jazz" lo llamaría Duke Ellington. En 1958 dio a conocer Milestones, un disco donde exploró las posibilidades expresivas del estilo modal: un sonido más austero, en apariencia más simple, pero rico en sutilezas.
Miles venía conversando sobre estas innovaciones con George Russell, un compositor y teórico a quien conoció a fines de los 40. Diez años más tarde, el trompetista estaba listo para convertir esta idea en una obra maestra. Y contaba con los músicos para lograrlo.
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All Stars
Nueva York era por entonces un bing bang creativo, en particular de la música y el jazz. Las leyendas del género estaban plenamente activas: Louis Armstrong, Duke Ellington, Dizzy Gillespie, Billie Holliday (moriría ese año) y una nueva generación traía energía revolucionaria: Thelonious Monk, Charles Mingus, Art Blakey, Ornette Coleman y Ella Fitzgerald, entre otros. Todos ellos coincidían en clubes y festivales.
Desde hacía unos meses, Davis contaba con una banda de calidad superlativa. En el álbum tendría un rol protagónico su nuevo pianista, Bill Evans, un chico blanco y serio, formado en la universidad, con quien compartía la admiración por Ravel y Rachmaninov.
Aquella tarde de marzo de 1959, Miles llegó con los esquemas que había preparado, tratando de evocar las emociones de su niñez. En el estudio mostró los bocetos, dio algunas indicaciones y comenzó la grabación.
Davis buscaba que "la frescura de la 'primera toma', de la verdadera improvisación, fuera la prioridad, y que la música no se llenara de viejas ideas, patrones y clichés", dice Ashley Kahn, profesor de la U. de Nueva York y autor de Kind of blue y Miles Davis. "Es por eso que el ambiente del álbum es más reservado, incluso los monstruos improvisadores como Cannonball y Coltrane tuvieron que frenar su estilo para enfocarse en las estructuras extrañas y modos y escalas inusuales que están en el corazón de Kind of blue", agrega.
El disco abre con So what, en sí misma una declaración estética y musical, de atmósfera nocturna y delicada. Completan el álbum cuatro temas que giran entre el blues y las resonancias clásicas (Freddie Freeloader, Blue in Green, Flamenco Sketches y All Blues). "Se puede sentir con qué cuidado abordan estos músicos, de una experiencia infinita, un tema de este tipo, entraban en un territorio no explorado", diría el pianista Herbie Hancock.
El éxito del disco fue resultado del genio del líder, así como de sus músicos. "Esta alineación simplemente se erige como uno de los grupos de jazz más importantes y poderosos de todos los tiempos: cada miembro establecería un nuevo camino en el jazz, un subgénero", dice Ashley Khan.
"Miles tenía buen ojo para el talento", observa su hijo Erin Davis. "Si tienes una banda con Coltrane, Chambers, Cobb, Evans y Kelly, tienes a los All Stars", dice.
Ashley Kahn subraya el aporte del pianista con cara de niño lector: "Sin Bill Evans, no hay Kind of blue. Bill fue el socio experimental que Miles Davis requirió para este proyecto... Kind of blue realmente es el resultado de la asociación Miles-Bill".
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Brillante fracaso
1959 fue un año que cambió la música. En esos meses salieron otros tres discos que remecieron las placas tectónicas del jazz: Ah hum de Charles Mingus; Time out, de Dave Brubeck, y Shape of jazz to come, de Ornette Coleman. Cada uno aportó sonidos, ritmos y visiones inéditas a la escena. Pero ninguno ha iluminado tanto y tan intensamente como Kind of blue.
Aun así, Miles no volvió a esa ruta. "Esa fue una gran parte del genio de Miles: cómo nunca dejó de experimentar y seguir adelante. Pero de toda la música increíble que hizo, y los álbumes que grabó, uno de ellos tiene que ser el más conocido y querido. Creo que Kind of blue cumple una función muy valiosa como puerta de entrada al mundo de la música", dice Kahn.
Erin Davis tenía 12 o 13 años cuando escuchó por primera vez el disco. "No fue como nada que haya escuchado hasta ese momento", recuerda. Con el tiempo oía frecuentemente que era el álbum favorito de mucha gente, y ahí estaban los discos de platino para confirmarlo. "Creo que es un álbum realmente hermoso y fácil de escuchar. No necesitas ir a la escuela de música para disfrutarlo".
Pero con todo el reconocimiento, Miles no quedó feliz: "Fallé y basta", afirmó en sus memorias.
¿Falsa modestia?
"Miles era un artista. Escuchó cosas en su cabeza de la misma manera que un artista ve las cosas internamente primero, o un escritor tiene en mente personajes y narrativas antes de que se escriban. Escuchó un sonido, no una melodía, sino un sonido, dice en sus memorias, y trató de sacarlo de su cabeza y ponerlo en la música. Es por eso que lo llama un fracaso", afirma Ashley Kahn y agrega: "Que todos fallemos tan brillantemente".
Traducido como "Un tipo de tristeza", el título evoca la aspereza de la vida de los afroamericanos en EE.UU.: el recuerdo de aquel canto triste, de misteriosa belleza, que salía de la iglesia en las noches de Arkansas.
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Una obra maestra
Por Ashley Kahn, escritor de jazz.
"He escuchado este álbum cientos de veces, a fondo, y con una inspección y atención cuidadosa. Solo y con otros. Nunca se vuelve aburrido y nunca deja de mostrarme algo nuevo: un momento musical que no escuché antes atrapa mi oído, se revela un nuevo tono o emoción. A medida que envejezco, la música parece cambiar, aunque sea yo quien está cambiando. ¿Existe una mejor definición de lo que hace una obra maestra?".
So What es el alma del disco
Por Cristián Cuturrufo, trompetista.
"Para mí, Kind of blue es So what, ese tema es el alma mater del disco. Es un tema modal, una forma musical específica. Miles Davis pone a su quinteto clásico a tocar y entonces convergen todas las constelaciones; están ahí, no admite discusión. En esa época el jazz venía de la posguerra, y eso claramente tuvo influencia en el estilo de la música. O sea, había que salir de la fiesta del bebop y así se llegó al poscool: es el jazz asociado a los acontecimientos sociales; eso determina una dinámica y en ese escenario aparece Kind of blue. Cuando lo escuché me impresionó, yo venía de Lee Morgan (trompetista de hard bop) y me bajó. Me encanta el disco, pero creo que todo Miles es genial".
Es mi disco de cabecera
Por Christian Gálvez, bajista.
"Lo escuché a los 14 años y para mí ha sido una influencia total. Es mi disco de cabecera: lo tengo en CD, en el auto, en vinilo, en todos los formatos. Sin duda, marca un antes y un después en la música; es el primer acercamiento del jazz a la música de cámara. Cierra una etapa y se abre un espacio nuevo. Hasta entonces en el jazz era todo soberbio, veloz, muy visceral. Miles pone paños fríos. En el disco todos los músicos están muy concentrados e involucrados en la música, ya no en el virtuosismo de los solos. Miles demuestra, además, ser un gran líder: escogió a los músicos precisos, todos grandiosos, y crearon un disco con mirada docta y ritmo de jazz".