Instalado en la oficina de su agente, en Manhattan, Salman Rushdie (Bombay, 1947) explicaba hace unos días los alcances de su nueva novela. De acuerdo con él, Cervantes y Don Quijote son la mejor vía para aproximarse al mundo actual, frecuentemente dominado por una lógica del absurdo. Recién publicada con el título Quichotte, en ella el autor anglo indio trata de replicar el gesto del español: así como la obra de 1605 era una sátira de las novelas de caballería, Quichotte traza una parodia de la América de Trump.

Radicado en Nueva York desde el año 2000, Quichotte es su tercera novela ambientada en Estados Unidos; las anteriores fueron Furia (2001) y La decadencia de Nerón Golden (2017). En cada una de ellas se asomó a temas contingentes (el 11/09 y los últimos días de Obama, respectivamente) y en todas la realidad pareció superar sus virtudes de novelista.

En Quichotte Rushdie intenta un Quijote contemporáneo en clave comedia y, según los comentarios de la crítica, el resultado tiene poca gracia.

La novela narra dos historias. Una de ellas es la de Ismael Smile, un ex empleado de la industria farmacéutica, de origen indio, que ha perdido la cordura de tanto ver reality shows. Smile se enamora de una presentadora de televisión llamada Salma, también india, a la que envía cartas que firma como Quichotte. El protagonista decide ir tras ella para persuadirla de que es su alma gemela, y en esa aventura se acompaña por un hijo imaginario al que llama… Sancho.

Quichotte y Sancho emprenden un viaje que adopta la forma de una road movie, en la que observan y se escandalizan con los excesos, fanatismos y contradicciones que corroen el alma americana.

A medio andar el lector descubre que Quichotte y sus delirios forman parte de una novela que escribe un autor de thrillers mediocres, llamado DuChamp y conocido como Brother. DuChamp tiene problemas de comunicación con su hijo, y su hermana, fuente de inspiración de Salma, enfrenta un cáncer terminal.

Enamorado de la cultura pop, entre una y otra historia Rushdie hace una innumerable cantidad de alusiones, referencias y homenajes, desde The Beatles a Men in Black, pasando por Shakespeare, Moby Dick, Regreso al futuro, U2, Heidi Klum, Elon Musk y Candy Crush.

Parte de la generación de escritores británicos que integran Martin Amis y Julian Barnes, Rushdie comenzó su trayectoria brillantemente con Hijos de la medianoche (1981). Con ecos de realismo mágico y una imaginación de alto vuelo, la novela le dio un giro novedoso a los temas de migración e identidad. Los elogios se consolidaron con Vergüenza (1983) y Los versos satánicos (1989), novela que lo empujó a la clandestinidad tras la condena a muerte del Ayatolá Jomeini.

En las últimas décadas, sin embargo, la imaginación de Rushdie perdió altura. Es más, para algunos críticos, el autor ganador del Booker viene en franca caída libre. La recepción de Quichotte aporta más argumentos en esa dirección.

"Dos novelas defectuosas en una"

En una reseña publicada en The New York Times, el escritor Parul Sehgal sostuvo que el estilo de Rushdie se ha enfriado y su tan elogiada extravagancia hoy "parece extenuante y desagradable". Sus novelas más recientes, anota, "son todos tics, técnicas y narraciones melodramáticas que tratan de pasar por alto historias irregulares, temas agotados".

En Quichotte el autor vuelve a apoyarse en las armas de la literatura de fantasía, pero el lector observa sus esfuerzos "con un desapego y una frialdad cada vez mayores", dice Sehgal. "Los impulsos narrativos de Rushdie son centrífugos; mienten lanzando cameos de celebridades y alusiones literarias, enviando nuevas tramas a la órbita con la esperanza de que puedan prestar brillo y lastre a un trabajo que tanto necesita de ambos, que necesita amarrar al mundo, el pensamiento concertado y el sentimiento de realismo, no de magia", acota.

En el Reino Unido, The Times hizo una valoración entusiasta de la novela. A su parecer, esta ofrece "un montón de diversión posmoderna en una novela que es tan afilada y tan inteligente como un barril de monos… Esta es una novela que alimenta el corazón mientras llena la mente".

Para la revista británica The Newstatesman, en cambio, Quichotte contiene "dos novelas defectuosas en una". Cruzada de divagaciones, parece la obra de "un autor propenso a fallas de tacto y gusto, y una falta de respeto por el tiempo del lector", anota. "Pase a cualquier página y no encontrará ingenio o calidez reales, sino reflexiones frágiles sobre los detritos del capitalismo tardío, sobre las marcas" o "sobre la obsesión por el ejercicio en la Costa Oeste".

El diario The Independent aseguró, a su vez, que la novela de Rushdie "está empantanada por fatigantes acumulaciones de ejemplos y explicaciones".

The Guardian observó que "la inclinación natural del novelista siempre ha sido hacia lo enciclopédico, pero ahora se graduó de la enciclopedia de Google. Quichotte termina sufriendo de una especie de internetitis, Rushdie se hinchó con la cultura basura que pretendía criticar". En todo caso, agrega que cuando Rushdie atenúa el bullicio, "es capaz de una prosa hermosa y lúcida. Ojalá hubiera una manera de deshabilitar Google en su computadora".

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Portada de Quichotte, el nuevo libro de Rushdie.[/caption]