Hace dos años Eduardo Vilches (1932) estaba muy lejos de imaginarse ganando el Premio Nacional de Arte. "Voy a terminar como Matilde Pérez que nunca se ganó el premio y es que sé perfectamente que no me lo voy a ganar porque se lo dan sólo a pintores, escultores y punto (...)Además mis alumnos me quieren, qué más premio puedo pedir", dijo en julio de 2017 a Culto, cuando la candidatura del artista y docente recién se levantaba. Ese año la fotógrafa Paz Errázuriz dio la sorpresa, en una área también poco reconocida, llevándose el galardón.

Quizás por eso ayer, Vilches no estaba esperando el llamado de la ministra Consuelo Valdés, quien luego de hora y media intentando contactarlo para comunicarle que era el nuevo premiado, lo encontró dictando un seminario sobre Teoría del Color, en el Hotel Gran Santiago. Tenía el teléfono apagado, pero otro invitado, el arquitecto Pablo Allard hizo de intermediario y le dio la noticia.

Los 200 invitados del evento, entre ellos alumnos del artista, vitorearon las palabras de Valdés, quien recalcó su "labor como formador, su curiosidad infatigable y el haber ampliado las fronteras del grabado".

"Me siento honrado y muy sorprendido", dijo escueto el artista que se trasladó más tarde, para conversar con la prensa, al Ministerio de las Culturas y las Artes, cartera que por primera vez está a cargo del premio, que se entregará oficialmente en diciembre y que consistirá en una suma que asciende a cerca de $ 21 millones más una pensión vitalicia de 20 UTM.

El jurado se reunió en el MAC de Parque Forestal y falló en forma unánime. Lo integraron la ministra Consuelo Valdés; el rector de la Universidad de Chile, Ennio Vivaldi; la última ganadora del premio, Paz Errázuriz; el representante de la Academia de Bellas Artes, Enrique Solanich; el rector de la Universidad de Talca, Álvaro Rojas, en representación del Consejo de Rectores; la artista Mónica Bengoa, y la directora del Centro Cultural La Moneda, Beatriz Bustos.

Una vez más tranquilo, Vilches recordó sus inicios autodidacta como artista porque aunque "era bueno para el dibujo", primero pensó en ser médico y luego trabajó seis años en una compañía de barcos y aviones, hasta que decidió seguir su talento artístico.

"Tomé unas clases de dibujo con Gregorio de la Fuente y luego me metí al Taller 99 con Nemesio Antúnez, y él que era una gran persona y me quería mucho, me preguntó un día si podía hacerme cargo de un curso en la UC porque él no tenía tiempo. La primera clase me dio taquicardia, pero luego fui leyendo y estudiando mucho más que si hubiese ido a la escuela", contó el grabador que ha marcado a generaciones de artistas.

"Él tiene una enorme cantidad de alumnos que gracias a su enseñanza encontraron un camino muy potente en su trabajo como artistas", dice el escultor Gaspar Galaz.

La artista y exalumna Mónica Bengoa destaca su generosidad: "Sus clases eran espacios de libertad y de mucha consecuencia, nos entregó el valor del trabajo y de que nunca se nos iba a regalar nada". Mientras que el artista y director del MAC, Francisco Brugnoli valoró que se premiara a un grabador: "El 2017 fue la fotografía y ahora el grabado, eso me parece interesantísimo porque han sido lenguajes muy postergados. Lo que ha hecho el Mono González con el arte callejero es increíble y me parecía otro candidato meritorio".

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Teupa II

, fotografía de 2005 que imita sus grabados de los 70.[/caption]

Creación y docencia

A fines de los 50, Vilches se hizo discípulo del estadounidense Sewell Sillman, quien a su vez fue alumno del alemán Josef Albers, figura de la Bauhaus. Sillman lo empujó a salir de Chile y estudiar formalmente. En 1959, el artista ganó la Beca Fullbright para estudiar en la Universidad de Yale, donde partió desde cero. "Los gringos son súper competitivos y fue ahí donde realmente aprendí a enseñar, cuando volví a Chile ya no tenía taquicardia", dice.

En 1962 creó el curso de Color y luego se hizo cargo de la línea de grabado en la UC (donde es profesor Emérito), ampliando la mirada tradicional de la escuela. Y si bien en esos años circuló en la escena internacional -algunas de sus obras están en el Museo de Arte de Sao Paulo, el MoMA de Nueva York y en la Deutsche Bank Collection de Alemania-, pronto decidió concentrarse en la escena local.

Tras el golpe de Estado, la U. de Chile fue intervenida y su taller en la UC se volvió un lugar de experimentación para artistas como Mario Soro, Rodrigo Cabezas y Arturo Duclos. "Su obra es silenciosa, pulcra, pero muy poética. Nunca fui su alumna pero desde siempre él tuvo una mirada sobre mi obra y eso lo define como un gran maestro que cruzó las fronteras de las escuelas", dice la artista Nury González.

Su candidatura al premio fue patrocinada por 10 escuelas de Arte, incluidas la UC, la U. de Chile y la Finis Terrae. Casado con la también docente Alicia Vega -nominada al galardón de Artes de la Representación y Audiovisual- se han volcado juntos a la formación de artistas, aunque Vilches no abandonó la creación.

Su obra trata sobre la experimentación con el grabado y la interacción de la forma y el color, con un resultado abstracto y minimalista, que alcanzó su mejor expresión en Retratos (1974) y que luego llevó a la fotografía.

En los últimos años ha continuado exhibiendo: en 2018 mostró fotos y videos de ventanas tomadas en su casa de Chiloé, donde pasa la mitad del año, y que ahora exhibirá en Los Vilos, mientras su serie de fotos del cementerio de Punta Arenas, donde aplica su habilidad de síntesis y composición para lograr una réplica de sus grabados, se expondrá desde el 10 de octubre en la galería Bosque Nativo de Puerto Varas.

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De su icónica serie

Retratos

(1974).[/caption]