"Chile es un territorio que siempre quisimos desarrollar. Fue el primer país que dio puntos positivos hacia nuestro funkete latino, a través de internet, cuando salió nuestro primer disco (A Typical and Autoctonal Venezuelan Dance Band) y llegaban muchos mensajes a nuestra página", recuerda desde Argentina Julio Briceño, cantante de la banda venezolana de acid house, dance y funk Los Amigos Invisibles. "Tocaremos canciones que nuestro estadista en la banda, el gran Catire, se tomó la tarea de buscar los algoritmos de las más escuchadas en todas las plataformas digitales y desde ahí hicimos un Top15, incluimos cuatro canciones de nuestro álbum El Paradise, incluyendo el sencillo Tócamela".

La agrupación, provista de un estilo musical en constante apertura a otras corrientes y creadores de la llamada "gozadera", se alista para un nuevo show mañana en el Teatro Coliseo junto con el jazz fusión de los mexicanos La Garfield. La conexión de Los Amigos Invisibles con Chile es histórica, su sempiterno vínculo con bandas como Los Tetas, Chancho en Piedra y con el ingeniero Vicente Sanfuentes, quien les grabó el tema Plastic Woman, ha sido una fuerte referencia para ellos. En algún momento dijeron sobre el país que es la "capital del funk latinoamericano".

Los recuerdos sobre el legado musical de Los Prisioneros se hacen presentes. "Las letras y las canciones te llegaban. Recuerdo Sexo. Creo que una de las mejores canciones del rock latinoamericano es We are sudamerican rockers. Define lo que es un rockero y un músico latinoamericano. Me gustaba esa letra, directa y juguetona. Corazones Rojos es genial. Siempre pongo en mis sets de Dj el cover que hacen de Whip It de Devo, que se llama Azota, un cover y una letra genial", dice.

El vínculo más poderoso ahora mismo es con el músico chileno C-Funk, a quien invitaron a tocar la guitarra en los recitales de Argentina y Chile. "Lo respeto y admiro mucho como músico, cantante, persona, compositor y productor. Las cosas que él hace la vas a poder escuchar en 20 años más y es como si fuese de hoy", admite Briceño. "Hacia finales del mes de septiembre nos juntaremos una semana en Miami con C-Funk para que nos produzca unos tracks, jammear y lograr sacar unas tres o cuatro canciones". Hay una anécdota que relata que C-Funk invitó a los venezolanos a comer a su casa la primera vez que visitaron Chile.

https://www.youtube.com/watch?v=kt5q-Qqatns

Con una decena de discos editados desde su formación en 1991, la banda liderada por Julio Briceño (Voz), Juan Manuel Roura (Batería) y José "Catire" Torres (Bajo) ha sabido sortear los cambios en sus filas y desde la salida del disco El Paradise (2017), nominado al Grammy americano, han sido fiel a su concepto de agrupación por casi tres décadas. Es la misma esencia colectiva que gira por Europa, Estados Unidos y Latinoamérica con un promedio de más de 80 shows en el año. De ese modo, siguen siendo la banda de funk de culto de Latinoamérica.

"Los tiempos van cambiando en todo. El formato solista puede funcionar más, pero creo que tiene algo contraproducente y al mismo tiempo no sé si la audiencia le preste atención a eso, la falta de banda. Siento también que en el mundo entero hay miles de bandas girando y tratando de hacerla como músicos, es nuestro caso. También ves que hay bandas de todas las épocas girando, sobre todo en los Estados Unidos, un mercado que te enseña a que no hay problema en que Chubby Checker, a los 77 años, sigue tocando en vivo, como lo hace Oscar D'León", reflexiona. "Una de las cosas que más nos llamó la atención de girar por los Estados Unidos es que bandas como Whitesnake, te gusten o no, siguen tocando y girando. El público va y conecta con esa experiencia en vivo".

https://www.youtube.com/watch?v=AYv7zrnf_3E

En tiempos en que el trap, lo urbano y el EDM son la dieta sonora de las listas de popularidad, los venezolanos siguen mirando desde la óptica de su propio eclecticismo y razonamiento artístico. "No todo es eso, lo masivo y popular, también se sigue haciendo música de muchos otros estilos y continúa el R&B, el disco, el house, el deep house, afro house. Todo eso nos motiva. Hoy en día se está haciendo más música que nunca", apunta con optimismo. "Además estamos trabajando en unos tres o cuatro singles antes de sacar un nuevo disco que podría salir hacia mayo de 2020".

Gozadera para el alma y la nostalgia

Son recurrentes los encuentros con venezolanos en sus shows y el de Chile no será la excepción. Emprendedores que hacen vida acá les invitan a que visiten sus restaurantes y se tomen fotos con ellos. "Siempre recibimos mucho cariño. Tomarte un trago con ellos y hacerlos recordar sus mejores tiempos en la Venezuela que todos amamos. Somos parte de esa melancolía que se transforma en música, así como Caramelos de Cianuro, Desorden Público".

Sus integrantes están atentos a la prensa a diario, son acérrimos detractores del régimen de Nicolás Maduro. No van a Venezuela desde el año pasado, sin embargo tienen dos fechas allá agendadas pronto. "El país ha sufrido un golpe duro, sobre todo moral, económico, un golpe de violencia muy fuerte y esperamos que pronto todo el mundo toque y vayan artistas internacionales".

Los Amigos Invisibles partió de Venezuela mucho antes de la reciente diáspora, su expansión musical fue planeada como una banda latinoamericana ávida de crecimiento cultural. Por esos días se encontraban con pequeños grupos de paisanos instalados afuera, estudiando o aventurando. Sin ánimos de caer en un arrebato político, Julio prefiere abogar por la raíz del comportamiento humano en sus fanáticos venezolanos. "Ser gente honesta, trabajadora, respetar las leyes del país donde estés llegando, respetar la cultura y tratar de entenderla".

En todo caso, hay un trademark del venezolano que se entiende con la música de Los Amigos Invisibles: La Gozadera como antídoto para la nostalgia. "Creo que hemos tenido un aporte musical bien serio donde muchos músicos y medios nos agradecen todo eso que hemos hecho musicalmente".