Una voz de privilegio. Un repertorio de canciones contundentes, que marcaron una época. Son los aspectos que, a primera vista, resaltan en la trayectoria artística de Camilo Sesto. Pero eso no fue todo. Su lugar de privilegio en la balada latina no lo eximió del secretismo en torno a su vida privada y a los comentarios susurrados por las visitas al quirófano en sus últimos años, casi a la manera de Michael Jackson.

El ascenso a la cumbre vino en un asalto rápido. Una ráfaga en la que el artista deslumbró por su descomunal talento. Sus primeros sencillos exitosos a nivel internacional, "Ayúdame" y "Quieres ser mi amante", le permitieron ser considerado para el protagónico de la versión española de la ópera rock Jesucristo Superstar, en la que interpretó a Jesús y compartió escena con la cantante dominicana Ángela Carrasco, en el papel de María Magdalena

Eran días en que era perseguido por las fanáticas y su fama era total. "Cuando viene al festival de Viña en el año 74' fue una cosa apoteósica, porque era un estilo de música que tenía estas características de balada romántica que después se perpetuó. De hecho, su éxito es anterior al de Julio Iglesias", recuerda Ricardo Martínez, autor del libro Clásicos AM (Planeta, 2019).

Pese a ello, el músico jugaba al misterio. Apenas se le conocían parejas. Se habló de relaciones con Andrea Bronston o Maribel Martín, pero solo se supo con certeza de una mujer que ocupó su corazón por un breve tiempo; la mexicana Lourdes Ornelas, madre de su hijo Camilo Michael, nacido en 1983, y origen de uno de los episodios más controvertidos de su vida.

Se conocieron a mediados de los convulsos setentas. Ella trabajaba en la oficina que lo representaba en México.  Un día se vieron, y se gustaron. Pronto comenzó el flirteo. Bajo el sol del país azteca, la pareja comenzó el idilio que después crecería durante unas vacaciones en las islas Canarias en España. Allí el artista se le declaró.

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Tiempo después, Lourdes quedó embarazada. El cantante tardó ocho meses en reconocer al niño, nacido en la localidad mexicana de Santa María de la Rivera. Pero luego, dispuso que los tres vivieran en su casa de Torrelodones ( Madrid). Hasta allí, parecía un lindo final de novela.

Sin embargo, pronto empezaron los problemas.

La pareja se separó al poco andar. Y con ello, comenzó la batalla por la custodia del primogénito. Según contó Ornelas a varias revistas de papel couché, esta disputa no estuvo exenta de peleas y duras disputas verbales. La mujer y el niño dejaron a la voz de "Perdóname". Luego regresaron. Pero ya nada sería igual.

Sesto abandonó durante unos años el mundo musical para dedicarse a su hijo. Cuando regresó a los escenarios, en 1990, había perdido un espacio en el panorama musical que nunca recuperaría. Fue en ese momento en que comenzaron los años más extraños de su vida.

El público seguía recordándole como una gran mito de la canción. Sus temas se escuchaban y se trasmitían de generación en generación, pero su imagen pública se deterioraba al mismo ritmo. Tanto se hablaba de él, pero sin claridad, que llegó a afirmar en una entrevista: "Ni estoy ingresado, ni me estoy muriendo; estoy cansado y harto... ¿por qué publican esas mentiras sobre mí?".

Pero su carrera entró en una espiral de idas y venidas. Se alejaba de la música tantas veces como anunciaba regresos que no alcanzaban a equiparar sus años de gloria.

Recibió un trasplante de hígado en el año 2000 y tras un rechazo de ese primer órgano tuvo que pasar por el quirófano de nuevo al año siguiente, lo que le dejó en un frágil estado de salud.

Pero lo que más llamaba la atención eran las cirugías en su rostro. Como si quisiera conservar en su piel, los años de lozanía y éxito, la rutina de bótox y bisturí no hizo más que transformar su cara. Ello se sumó a un intento por lanzar canciones orientadas al público juvenil. Así, se dio maña de anotar un último éxito. La canción se llamaba "Mola Mazo". "No quiero ser/sombra ni reflejo del ayer o huérfano de personalidad/no le temo al mañana de hoy/si me dejan ser quien soy", cantaba casi a modo de declaración.

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Hace tres años lanzó un tema que incluía la voz del papa Francisco, titulado "Padre nuestro" y que era la versión en español de una canción extraída del musical "Il Primo Papa".

Lo presentó convaleciente y sentado en una silla de ruedas por un golpe en la cadera que había sufrido semanas antes, acompañado por su gran amiga Ángela Carrasco.

"Me siento privilegiado de haber podido compartir palabras con alguien que no es cantante, pero que es casi la persona más importante del mundo; eso me ha hecho sentir tocado por la mano de Dios", declaró el músico en un acto celebrado en una iglesia madrileña.

Fue el penúltimo acto musical de Sesto. Hace apenas un año presentó su disco Camilo Sinfónico, cuya versión en vinilo estaba previsto que saliera la próxima semana. En esa oportunidad parecía otro. Se le vio frágil y delgado. Solo se limitó a posar para los gráficos sin emitir declaraciones. Pese a todo, todavía era un ídolo.