Para la artista Paula Swinburn (1964) el acto de pintar nace desde la interioridad, la quietud y la contemplación, "donde se encuentran nuestras mejores reservas de vida y de creatividad", dice. Desde ahí construye una obra que genera de manera espontánea, dejándose llevar por el momento y por su propia libertad durante el proceso creativo.
Topografía del alma, la exposición que la artista presenta hasta el 29 de septiembre en el Centro Cultural de Las Condes, describe ese camino. A través de 11 obras realizadas durante este año, Swinburn explora en esa búsqueda interna de la que nacen sus imágenes.
"Ahondo en mi alma. Es mi manera de vivir la pintura. Trabajé en formatos más grandes en donde pude expresar más en libertad y totalidad todo lo que soy", explica Swinburn, quien presenta obras de 120 x 80 cm. La artista dice que elige los colores de acuerdo a sus necesidades artísticas guiada por la forma que la pintura va adoptando durante su composición.
Pintora, escultora y fotógrafa formada en la Universidad de Chile y en talleres con el escultor Francisco Gacitúa y el fotógrafo Luis Poirot, además de Licenciada en Estética de la UC, Paula Swinburn exhibe una continuidad de lo que ha sido el desarrollo de su obra durante los últimos tres años, en los que ha trabajado la pintura de colores vibrantes sobre superficies transparentes. En 2017, presentó una exposición en el Centro Cultural Estación Mapocho donde trabajó el mismo formato en menores dimensiones.
"Cada una (de las obras) es representativa del mundo dual, por lo que cada una es un mundo en sí misma. Por medio de la combinación del anverso con el reverso, la pintura toma vida propia al reflejar tanto la dimensión visible en uno como la invisible", comenta Paula Swinburn sobre estas pinturas.
Así cada una de las obras de la muestra puede observarse desde ambos lados, una decisión que Swinburn tomó con la idea de dejar al descubierto las dos caras de una misma obra. "Quise sacar a la luz esa pintura escondida, esa obra que no se ve, la que está detrás de la obra pintada, lo que sucede al reverso de la misma. Es esa obra que está oculta entre lo que estoy pintando y veo, y el soporte", explica la pintora. Un resultado que normalmente no solo es desconocido para el espectador cuando mira un cuadro, sino que en este caso también es desconocido para ella y queda al descubierto gracias al soporte transparente.
"En la obra nueva, que estaba oculta y que hice salir a la luz, a través del trabajo con transparencias, hay mucha luz, mucho color y movimiento. Son reflejos de la belleza que somos los seres humanos en su realidad más profunda y esencial", añade la artista.