En septiembre y octubre próximos llegarán a salas locales dos cintas que traerán de vuelta a la pantalla grande a una de las duplas claves del cine de acción contemporáneo: Arnold Schwarzenegger y Sylvester Stallone. Este último en Rambo: last blood, que debutará el 27 de septiembre, y su colega en Terminator: destino oculto, que lo hará el 31 de octubre.
Dos estrenos que marcan el retorno de estos actores a papeles claves de sus respectivas carreras. En el caso de Stallone a John Rambo, el veterano de Vietnam experto en sobrevivencia que encarnó por primera vez el cine en 1982 en Rambo. Y en el de Schwarzenegger al Modelo 101, el cyborg que fue enviado desde el futuro a eliminar a Sarah Connor (Linda Hamilton), en Terminator (1984).
Pero también reavivan, aunque ahora solo por un mejor resultado en la taquilla, una rivalidad que desde los 70 los tuvo en diferentes trincheras de una batalla con olor a testosterona. Ésta se inició la noche de la entrega de los Globos de Oro de 1977, cuando coincidieron en la gala que siguió a la ceremonia, sentados a la misma mesa.
Época en que Stallone ya era una estrella, gracias a Rocky -la cinta más taquillera de Norteamérica en 1976-, y Schwarzenegger era un recién llegado a Hollywood, tras ser la figura de Austria en el fisicoculturismo. Sin embargo, en la misma mesa también se encontraba un ejecutivo que hizo notar que este joven europeo podría ser el nuevo talento que Hollywood estaba buscando. Stallone solo habría observado, mientras pensaba en las cuatro nominaciones por las que Rocky no fue premiada esa noche.
Con el correr de los años 80, Arnold empezó a hacerse notar, siendo las dos entregas de Conan el Bárbaro (1982 y 1984) las piezas claves de su paso al estrellato, el dinero y las portadas de las revistas. Y fue en una entrevista de 1985 que él mismo reveló su poca simpatía por el actor italo-americano con el que por esos años competía en popularidad. "Me enojaría si oigo mi nombre mencionado en la misma frase que Stallone. Él usa dobles de acción para sus escenas. Yo no", afirmó.
Por su parte, el intérprete de John Rambo no se limitó a las palabras, porque, como lo reveló News of the World, a fines de los 80 Stallone habría iniciado el rumor de que Schwarzenegger en su juventud fue simpatizante de Hitler. Además, en sus películas de esos años incluyó frases en directa alusión a su rubio colega. Como en Tango y Cash (1989), cuando en una escena en la prisión su personaje le dice al preso más detestable, mientras aplasta su cara: "¡Me encantaste en Conan el Bárbaro!".
Bastantes años después, en una visita al show de David Letterman, Stallone reconoció que tenían un "desprecio violento", y que incluso esa antipatía fue tan lejos que odió "que (Schwarzenegger) estuviera en el planeta, básicamente". "Después de un tiempo, empezó a gustarme esa competencia. Obtendría un arma más grande, dispararía a más personas. Pero luego él entró a la ciencia ficción y me dejó atrás".
Los años 90 vinieron a calmar las aguas y los actores incluso hicieron negocios juntos, cuando se asociaron a Bruce Willis como dueños de la cadena de restaurantes Planet Hollywood, cuyo primer local se abrió en octubre de 1991 en Nueva York. Más tarde, tras el paso de Schwarzenegger por la política y un retroceso en la carrera de Stallone, la década del 2000 sería testigo de su unión en pantalla. Primero en Los indestructibles (2010), y las secuelas que la precedieron, y luego en Plan de escape (2013).
Y aunque los ataques han terminado, la rivalidad dejó su marca y varios y oscuros detalles por saber. Como uno que el mismo ex gobernador de California reconoció en una entrevista en 2017 con Slash Film: era verdadero el rumor de que algo tuvo que ver con que Stallone aceptara protagonizar una de las peores cintas de su carrera, ¡Para o mi mamá dispara! (1992).
"Es cierto, leí el guión y ¡era tan malo! He hecho películas que apestaban, lo sé, pero ésta era realmente mala. Dije: 'voy a hacer como que tengo un gran interés en este guión, ya que sé cómo funciona Hollywood'. Y pedí una cantidad indecente de dinero, de ese modo dirían: 'Vamos a dárselo a Sylvester. Tal vez podamos contratarlo por menos'".