Yanko González: "No vivo en poeta ni soy esclavo de mi poeta"
El autor de Metales Pesados publica 30 años de producción poética en la antología Objetivo General por editorial Lumen. El nuevo título será presentado este sábado, donde luego el poeta dará un recital en el Festival de Autores Santiago (FAS), en el GAM.
"Se educa se adiestra o se doma?", pregunta en un verso Yanko González Cangas incluido en su nuevo libro Objetivo General. El volumen, ahora parte de la prestigiosa colección de poesía de editorial Lumen, incluye un trabajo inédito del poeta nacido en Santiago, en 1971. Se llama Torpedos y es un adelanto de un proyecto visual que saldrá más adelante.
En esos versos Yanko González, doctor en antropología, concentra su trayectoria como alumno y profesor, donde circulan sus años impartiendo clases en escuelas rurales hasta su labor como decano de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad Austral de Chile.
"Primero que nada agradecer la invitación. la presencia de todos/ ustedes, en especial del decano y del director. sé que las autoridades/ están siempre ocupadas en tareas muchas veces ingratas de la/ administración", anota Yanko González al comienzo del poema Conference, parte de Torpedos y de Objetivo General. El ejemplar será presentado este sábado 28 de septiembre, en el Festival de Autores Santiago (FAS), a las 18 h., en la Plaza Oriente del Centro Cultural Gabriela Mistral (GAM).
Sobre el nuevo material que los lectores podrán disfrutar, además de los libros Metales Pesados, Alto Volta y Elábuga, que integran Objetivo General, su autor comenta: "El impulso inicial nace de mi propia escolarización y mi experiencia como profesor, tanto en el ámbito de la educación popular con jóvenes urbanos y rurales en el sur de Chile, así como lo vivido en otras instituciones y universidades, pues comencé desde muy cabro a hacer clases".
El poeta que ahora está en Chile para presenta su nuevo libro, respondió hace algunos días esta entrevista desde Newcastle, al norte de Inglaterra, donde vive desde hace dos años. "Soy profesor visitante en la Universidad de Newcastle, básicamente investigando sobre juventud y fascismo desde el punto de vista histórico y antropológico", cuenta Yanko González, quien dice que pronto regresará a Chile "a retomar mis responsabilidades en la universidad como profesor y a cargo de la Editorial Ediciones Universidad Austral de Chile", agrega.
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Portada de Objetivo General, de Yanko González.[/caption]
Cuestionamiento territorial
Hace 30 años Yanko González comenzó a producir una obra que recién dio a conocer en 1998 con su libro Metales Pesados, donde el poeta ya explora las diferentes voces del ambiente, registrando el habla marginal como el lenguaje académico.
"Yo tuve claro desde el comienzo que mi trabajo no concitaba eso que podríamos llamar inequívoca aprobación. Ese aplauso duradero con el que se reciben las primeras obras, condecorándolas con un premio o becando a sus autores en talleres con recorrido y solera, como los que solían organizarse, hace 20 o 30 años, en Santiago. Mi primer libro, en el momento en que se publicó, le importó a poca gente", señala el poeta, quien estudió en el INBA y más tarde obtuvo un doctorado en Barcelona, España.
¿Cómo nació el libro Torpedos?
Hacia el 2014 se produjo un clic cuando encontré en cuadernos y agendas, notas etnográficas de clases, conferencias, discursos político-académicos, charlas, asambleas y cientos de reuniones. El clic tuvo que ver con la consabida disputa entre lo que se debe aprender y lo que no, que en términos de memoria social se traduce tanto en la sanción del recuerdo como en su obligatoriedad.
¿Y cómo fue tomando forma Torpedos?
Poco a poco comencé a tentar caminos que dieran cuenta de esas arbitrariedades culturales, de esos deberes nemotécnicos y sociales para cumplir las expectativas o los supuestos objetivos imprescindibles para consumar un "perfil", "realizarse" o ser "alguien de bien" para la sociedad. En este sentido, los microscópicos y deshonrados Torpedos -o "machetes" como les dicen en Argentina- me parecieron una modesta, pero reveladora metáfora del problema.
Sobre la elección del título, Objetivo General, el editor escribe que "cayó por su propio peso" ante su "desafiante cercanía con el nerudiano Canto General". ¿Cómo lo ves tú?
Cuando el libro estaba avanzado anotaba casi todas las mañanas una lista de posibles títulos que interpelaran con más o menos acierto la idea de una obra reunida. Pero surgió en medio de la revisión y corrección de los poemas, una traza más allá de los libros individuales y más allá también de la suma del conjunto, una suerte de constante invisible de lo que he escrito en estos casi 30 años. Me gusta la expresión de Vicente Undurraga (editor) -"cayó por su propio peso"-, porque cuando lo conversamos, en pocos minutos estuvo de acuerdo que entre los poemas sobre la muerte por mano propia con los que se abre Objetivo General y los remedos textuales obligatorios que conformaban los poemas del final del libro, había un hilo rojo. Así es que más que una manera literal u oblicua de joder al Canto General -que también lo hago-, detrás del título hay, como bien percibes, burla y juego pero también y sobre todo, renuncia y hastío de la tiranía de toda proyectología, ya sea biográfica, intelectual o escritural.
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El poeta en su visión múltiple de la realidad.[/caption]
Leyendo tus versos se podría decir que dialogan más, en su vocación de ruptura, con la obra de Rodrigo Lira que, por ejemplo, con la antipoesía de Nicanor Parra…
Al mismo tiempo que yo apostaba por la oralidad barrial, peatonal o la experimentación etnográfica y textual, hice mío con convicción ese no consenso en torno a mi trabajo y también en torno al lugar posible que me cabía en mi propia generación y en el territorio que decidí vivir -Valdivia- y en la heterogénea y abundante poesía chilena. Y en esa convicción me ayudó menos Nicanor Parra que Juan Luis Martínez o Jorge Torres y, claro está, mi lectura temprana de Rodrigo Lira, pero no sólo del interno de sus poemas, sino del entorno de ellos. Entender el lugar que ocupó Lira en su tiempo le dio otras ganas y sentido al hecho de persistir en el oficio ajeno a lo literariamente consensual.
¿Qué otros poetas nacionales has seguido?
Junto con el ejemplo intelectual de Rodrigo Lira, tuve compañeros de oficio que fueron igual de importantes para esta convicción. De ahí que mi ojo no se aparte de la reflexión y cuestionamiento territorial de la poesía chilena, inglesa, española o donde vaya y en mis prioridades estén tanto en la lectura de Carmen Berenguer y José Ángel Cuevas como de Maha Vial o Clemente Riedemann y siga con especial interés lo que hace Leonardo Sanhueza, Gladys González o Germán Carrasco, pero también Egor Mardones, Rosabetty Muñoz, Sergio Mansilla, Mario Verdugo, Marcelo Mellado o Jaime Pinos desde Valparaíso, o las arborescentes revistas Medio Rural o Concreto Azul. Digo, me pierdo en varias cosas porque no vivo en poeta, no soy esclavo de mi poeta, ni soy poeta sólo poeta, pero procuro no despistarme en cuestiones tan importantes como esa.
¿Qué significa integrar la colección Lumen que conforman, entre otros, Zurita, Bertoni, Lihn y Redolés?
Mira, fuera de algunas muestras de mi poesía o antologías de divulgación de otros poetas que hemos hecho con mi pana Pedro Araya, yo he sido un autor que en la práctica se ha autoeditado con Ricardo Mendoza, amigo, genio y figura de Ediciones El Kultrún en Valdivia, y espero seguir haciéndolo. Por lo mismo, la posibilidad de publicar una suerte de obra reunida y que mis libros lleguen a más lectores constituye una alegría que además y en este caso, fue doble o triple. Primero por Vicente Undurraga como editor, a quien le tengo un largo respeto y aprecio; segundo por la curatoría y compañía en la colección, poetas con los que casi me he alfabetizado en la literatura chilena, y tercero, porque como buen obseso por el libro como objeto, esta colección la sigo desde adolescente, cuando era El Bardo, de la mano de José Batlló y que en mi años en Barcelona lo conocí regentando la librería Taifa. Después, al incorporar Esther Tusquets El Bardo a la naciente editorial Lumen, aparece el pintor Joaquín Monclús que con un nuevo diseño de la colección supera en limpieza, austeridad y belleza a todo lo que entonces se editaba en poesía en España con sólo estampar unas letras negras en una cartulina cruda. Ahora bien, si lo que apuntas con tu pregunta es si con este libro publicado en este sello editorial yo vendría a ocupar un lugar distinto en la poesía chilena, la buena noticia es que no.
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