Bruce Spizer es un abogado estadounidense experto en derecho tributario y uno de los mayores especialistas mundiales en torno a la historia y el cancionero de The Beatles. También es uno de los más obsesivos coleccionistas de la banda, precisamente gracias a sus destrezas legales. En 1997 ganó una millonaria demanda colectiva e invirtió todo el dinero en comprar en los más diversos rincones del planeta las primeras ediciones de los álbumes del cuarteto, aquellas estrenadas en los 60, con el grupo en su apogeo y por las que hasta hoy los seguidores menos racionales desembolsan millones de dólares.
Con ello empezó a escribir libros que rastreaban con precisión arqueológica el catálogo de los Fab Four. Ya lleva ocho en la última década, incluyendo uno de trivia y una pequeña saga de textos en donde analiza los discos más osados, como Sgt. Pepper's (1967) y The White Album (1968). También ha aparecido en medios como CBS, Rolling Stone o The New York Times, además de escribir varios textos introductorios en los librillos que acompañan algunos de los lanzamientos especiales de los álbumes de The Beatles aparecidos en los últimos años. En su propia estantería, en estos momentos, se acumulan más de una decena de las más disímiles ediciones de Abbey Road, con etiquetas de EE.UU., Reino Unido y Canadá.
Pero hay algo incluso más importante que todo aquello. Spizer nació en 1955 y disfrutó en tiempo real del éxtasis planetario por la banda. Adquirió sus discos cuando eran una novedad absoluta y se asombró con sus transformaciones creativas y estéticas a la par con el resto del mundo. Abrazó a John, Paul, George y Ringo como figuras del aquí y el ahora, no del ayer.
De hecho, hace 50 años, partió a una disquería de su natal Nueva Orleans y compró Abbey Road, el gran estreno de esa temporada, aparecido el 26 de septiembre de 1969. Luego volvió a su casa, se encerró en su habitación, posó la aguja sobre el vinilo y sintió esto: "Me encantaron las primeras tres canciones, 'Come Together', 'Something' y 'Maxwell's Silver Hammer'. Después entré en un trance en el tramo hipnótico y final de 'I Want You (She's So Heavy)'. El riff final me recordó a las olas rompiendo en una costa rocosa. Nunca olvidaré mi sorpresa cuando la canción llegó a un final abrupto e inesperado. ¡Literalmente la cabeza se me dio vueltas tratando de descubrir qué había pasado con el sonido! El lado dos fue una alegría instantánea, de principio a fin. Una vez más, me sorprendió totalmente cuando 'Her Majesty' salió de los parlantes justo cuando iba a quitar la aguja pensando que el disco ya había terminado", dice a Culto.
Medio siglo más tarde, Spizer no solo aún conserva esa copia en su colección; también se alista para la llegada durante esta semana al mercado estadounidense de su nuevo libro, The Beatles: Get Back to Abbey Road, parte precisamente de la iniciativa editorial que viene despachando hace un par de años y esta vez centrado en el último trabajo grabado por los ingleses.
Un lanzamiento que tiene como telón de fondo los festejos sucedidos en la última semana -el jueves, Paul y Ringo fueron hasta los estudios Abbey Road a escuchar una edición de aniversario del título- y cierta mirada más descreída en torno a un desenlace que por décadas se consideró irrefutable: ¿estaban realmente conscientes los Beatles que Abbey Road sería su última vez juntos? ¿O quizás querían seguir haciendo música?
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Felices y bromistas
Al menos han surgido dos señales que indican que el conjunto podría haber tenido vida más allá del 10 de abril de 1970, la fecha en que McCartney anunció públicamente que ya no continuarían como colectivo. El pasado 11 de septiembre, el diario británico The Guardian reveló que existe una cinta, fechada cerca de tres semanas después de la grabación de Abbey Road, en que Lennon, McCartney y Harrison -Starr estaba en una revisión médica- discuten acerca de los planes para editar un nuevo álbum y grabar otro single. El propio autor de "Imagine" propone una fórmula: cada uno de ellos debía llegar con cuatro composiciones, mientras que Ringo podía aportar con dos. "Si quiere", puntualiza John en el registro.
Y el pasado viernes, ya quedó disponible en todas las plataformas digitales una versión de lujo del álbum que contiene 23 versiones inéditas de gran parte de los tracks, entre demos, tomas de descarte, improvisaciones y piezas alternativas rescatadas de las sesiones de grabación. Ahí se puede oír al cuarteto como una unidad grupal aún efervescente tanto desde lo artístico como desde lo personal. Hay bromas y camaradería al inicio y al cierre de la toma 20 de "Sun King/Mean Mr. Mustard", mientras que en varios tramos John dicta instrucciones a sus compañeros y asoma como el más interesado en que las canciones queden como siempre: magníficas e impecables. Es como si el mismo Lennon, encasillado por esos días como un hombre atrapado en su amor por Yoko Ono, abstraído en la militancia política y hastiado de sus compañeros de ruta, jamás hubiera tenido ni la más mínima intención de abandonar al mayor grupo de todos los tiempos.
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Como estudioso del tema, Spizer conocía hace cerca de una década el diálogo revelado por The Guardian y hoy asegura sin matices: "Los Beatles pudieron haber seguido juntos como grupo". Luego profundiza: "Para mí, no es tan sorprendente que estuvieran hablando sobre futuras sesiones de grabación. Después de todo, acababan de terminar un álbum increíble en condiciones mucho menos estresantes que las de The White Album o las de enero de 1969, cuando registraron lo que después sería Let it Be. La tensión que la banda vivió en el 69 no se debía a diferencias musicales, sino estrictamente a disputas comerciales. Además, cada uno se dio cuenta que podía hacer cosas por separado sin que eso afectara a los Beatles, sobre todo John. En esa etapa, él vio que podía seguir tocando con Yoko o con quien quisiera bajo el concepto de Plastic Ono Band".
¿Es por eso que en los tracks inéditos de este "nuevo" Abbey Road se lo escucha tan dichoso? Es una opción: por primera vez los dos más grandes amores de su vida -su banda y su esposa- no resultaban antagónicos.
El autor sigue: "Después de grabar en otras partes, en Abbey Road volvieron a los estudios del mismo nombre y retornaron con su productor de siempre, George Martin. Todas las bromas y la buena vibra que hubo en la elaboración del álbum dan cuenta de que se estaban divirtiendo genuinamente. Hubo algunas rarezas, como la presencia de Yoko en una cama llevada por ella misma, pero los demás parecían pasar por alto la situación, aceptándola y sin dejar que fuera una distracción. La interpretación del grupo en el álbum fue excelente".
Más bien la figura que en esos momentos estaba fracturando todo era otra. "Allen Klein. Paul siempre se opuso a que lo contrataran para manejar a la banda", asegura Spizer. Cuando en agosto de 1967 murió Brian Epstein -el descubridor, impulsor y mánager de The Beatles-, la agrupación quedó sin su mayor brújula. Al año siguiente fundaron Apple Corps, un conglomerado que tenía como propósito cobijar sus intereses artísticos, financieros y personales. Pero todo fue un desastre: despilfarro, inversiones que nunca cuajaron, proyectos sin rumbo, deudas y, lo más grave, habían perdido el control de su propio catálogo.
https://culto.latercera.com/2019/09/27/abbey-road-grabacion-the-beatles/
A principios de 1969, John se juntó en secreto con Klein -en ese entonces a cargo de The Rolling Stones- y le ofreció ser el nuevo representante de los Fab Four. Estaba fascinado con su historial: había nacido en la pobreza, fue criado por una tía (igual que Lennon), lo acechaban rumores acerca de dudosos vínculos con la mafia, fumaba pipa, tenía el pelo poco aseado y una filosofía igual de roñosa para definir el negocio de la música. "No me hables de ética. ¡Esto es una guerra!", era uno de sus principios.
Fue precisamente todo lo que incomodó a Macca. Para su infortunio, George y Ringo también quedaron embelesados con Klein, por lo que durante esa misma temporada asumió el control administrativo de los británicos. Para Spizer, en ese extraño de pelo graso se explica una parte importante de la descomposición de la banda.
Y si, por lo demás, Lennon andaba feliz por haber recuperado el brillo creativo, Harrison también había asumido su propio triunfo. Spizer sigue: "Sus contribuciones a Abbey Road fueron los dos momentos más altos del álbum, 'Here Comes the Sun' y 'Something'. Hasta Sinatra llamó a 'Something' una de las mejores canciones de los últimos 50 años, aunque se la atribuyó a Lennon y McCartney. Si bien eso puede parecer insultante, muestra que la calidad del tema era tal que Sinatra asumió que era otro producto brillante de John y Paul".
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Pese a todo, el cuarteto no volvería a crear nueva música tras Abbey Road. Y si hubieran decidido seguir, priorizando el vigor artístico y soslayando las desavenencias detonadas por mequetrefes como Klein, ¿qué tipo de música hubiera nacido de otro disco de The Beatles?
Spizer es abogado y prefiere hacer uso del silencio. Después de todo, es la pregunta para la que nadie tiene respuesta.