Belle & Sebastian: si te sientes siniestro

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Belle and Sebastian.

Fue la mayor banda de culto en la escena indie a principios de los 2000. Mostraron un mundo nuevo, que se esparció por todos lados como esporas de colores: el pop twee, de melodías pegajosas y de una sensibilidad ingenua, con letras mundanas y que parecían hablar de jóvenes de mirada torcida, con anteojos de marcos gruesos y cardigans de lana.


Originarios de Glasgow, Escocia y activos desde 1996, lo que hizo Belle & Sebastian fue darle sentido a una sensibilidad blanca y afectada , emparentada con cosas tan disímiles como el cine de Wes Anderson o los cat café. Algo tan dulce que llegaba a ser retorcido, como encontrarse que a los personajes de tus canciones favoritas les gustaba al mismo tiempo el sadomasoquismo y los estudios de la Biblia. Y nadie iba a juzgarlos por eso.

Cristian Araya, Director Musical de Radio Universo y fundador de Super 45 lo pone así. "Belle & Sebastian tiene bastante de The Smiths en que es de ese tipo de bandas que parece que existieran para solo ti. Probablemente va a llegar a ti de manera accidental pero cuando la conoces es como si fueran amigos de toda la vida". Porque en los noventas y dos mil la individualidad a toda prueba pareció volverse la bandera de lucha por la que toda la gente rara del mundo iba a unirse, y Belle & Sebastian iba a ser la punta de lanza de eso. Del derecho a ser tu mismo/a, aunque eso significara que fueras a escuchar bandas a estaciones de trenes convertidas en museo, juntar toda tu plata para comprar cds importados y conversar por horas de por qué los ingleses siempre parecían sonar un poco excéntricos, aunque escribieran de la casa de campo o de la polola.

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¿Pero cómo acercarse hoy a la que fue una de las mayores bandas de culto de su momento, cuando están convertidos en unos adultos responsables, y dejaron de jugar a un misterio que ya no existe? Aquí van algunas claves:

Son una banda análoga por definición

Hay una estética clave en Belle & Sebastian. Las portadas de los primeros discos tienen personajes parecen salidos de una película francesa de los sesentas, y en torno a ellos se armó el culto de lo raro: eso que es bonito y elusivo al mismo tiempo. Como dice Cristián Araya, "cuando partieron a finales de los noventas no daban entrevistas y eso aumentaba el secretismo y la fantasía. En un mundo pre redes sociales y con apenas unos cuantos foros de opinión como manera de interactuar con otros fans, uno iba llenando los espacios vacíos con lo que diera su imaginación. ¿Por qué las portadas?, ¿por qué las letras?" Ese

allure

parece perdido ahora, porque no solo estamos más viejos y viejas y hay algo de la reivindicación de lo artificioso que ya no nos parece tan vital, sino porque con la masificación de las redes sociales, es tan difícil ahora mantenerse en secreto, esconderse y olvidar si quieres. Belle & Sebastian te daba esa oportunidad.

Han pasado por distintas etapas

En sus diez discos, han transitado del twee más lo-fi, grabado con austeridad y entusiasmo, al chamber pop más maníaco, de estudios lujosos y presupuestos generosos. De tocar en bares enanos en Glasgow a un concierto de 20 años de carrera en el Royel Albert Hall en Londres (2016). Como dice la periodista y crítica de música Macarena Lavín, "yo recomendaría dos discos,

If you are feeling sinister

(1996, Jeepster) y

The life persuit

(2006, Rough Trade/Matador). Son de dos etapas distintas. Una más tipo pop barroco, harto rasgueo y buenos arreglos. El otro es más soul, y comienza el coqueteo con lo más bailable. Este último además tiene 'Another sunny day' que no aburre jamás en la vida".

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Y si bien son una banda, hay un hombre clave

Stuart Murdoch (1968) el cantante y cerebro de Belle & Sebastian, ha oficiado de líder y protector de una banda que ha estado varias veces a punto de quebrarse. Estudió piano de chico, y padeció de fatiga crónica, que lo hizo un niño atípico, como todo héroe o heroína nerd que se precie. Fue estudiante de arte, pero también cantante de coro de iglesia y cuidador de su parroquia. Porque debajo de todo lo kinky que parece haber en la banda, y la promesa de una liberación sensual, Stuart Murdoch no tiene ningún problema en declarar que es religioso, y te recomienda que reces. Por tu placer.

Y ese hombre clave era un gran fanático de otro grupo de raros

En 1979 se creó Postcard Records en Glasgow, uno de los sellos independientes que más influencia ha tenido en el mundo del pop independiente, similar a lo que hicieron los también los británicos Rough Trade (1976) y Sarah Records (1987). Publicaron a Orange Juice, Josef K, The Go Betweens y Aztec Camera y sucumbieron como todas las historias épicas del indie, en una combustión brillante de falta de recursos y reconocimiento. O eso pensaban. Porque fue gracias a ellos que salieron otras bandas de freaks como The Pastels, The Vaselines o el movimiento twee de Bristol. Más músicos y músicas se atrevieron a mostrar sus verdaderos colores, sin tapujos: suaves, femeninos, llenos de melodías y acordes. Y uno de esos hijos de Postcard, por siempre favorito y mateo, fue Stuart Murdoch, de Belle & Sebastian.

Y toda esa gente salió de Glasgow

Glasgow es la segunda ciudad de Escocia, a casi una hora de Edimburgo. Hacer una escena pop, y ser orgullosamente local fue una rebeldía y curiosidad en los ochentas. Pero Belle & Sebastian se formó en los noventas, en un segundo renacimiento en la ciudad, amparados por la Facultad de Arte de la Universidad de Glasgow, y compañeros de generación de otras luminarias del género como Camera Obscura o contemporáneos de gente como Franz Ferdinand o Primal Scream. Y si Edimburgo se lleva el título de la ciudad más bonita del mundo, es Glasgow, fuera del foco del turismo, la que gana por ser la más amable con las artes, las tocatas, la diferencia y el

laissez faire

. Uno de los lugares favoritos de la ciudad que recomienda Stuart Murdoch si vas de visita, es un bar llamado The Sparkle Horse. Atendido por chicas indie muy amables, es un bar grande y antiguo, sin pretensiones, que los lunes tienen Noche de Trivia donde la banda iba a jugar hasta que nació el hijo de Murdoch. Seguro ahora lo llevan a Baby Disco, los días domingos en la mañana, donde los padres pueden sentarse a tomar cerveza mientras los niños bailan indie pop, felices.

https://open.spotify.com/playlist/2Fsp8AoSp9DZNx97E4scwV?si=SJoW1XJsT_Kz3id0S_Mung

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