Parto pidiendo disculpas por la mala educación de hablar de Spinetta con una canción que no es de Spinetta, pero que me hace pensar en Spinetta. Eso sí, es una mala educación casi buena: el nexo entre la banda argentina Usted Señálemelo y Luis Alberto es claro, pero quiero aclararlo todavía un poco más. En esta canción-que-no-es-de-Spinetta (“Agua marfil”), el agua no tiene un significado estable. Primero va de la inusual coordinación del amor: la reciprocidad (“y el agua marfil uniéndonos más así”), luego sobre el comienzo de la descoordinación (“nubes agua marfil atormentaron lo inatormentado”), después del temor ante esa descoordinación (“el agua marfil confundiendo más aquí”), y finalmente habla de huir de la “humedad”, a la que percibo —si ando optimista— como una forma del agua no absolutamente destructiva pero que empaña el amor. Y si ando peor, como el agua que humedece un terreno hasta volverlo fango que succiona, hunde, a quien ama. Es el fin de la reciprocidad, el fin del amor.
Pido perdón por segunda vez: ahora voy con una cita de Spinetta (año 69, Revista Pinup), que no se relaciona tan inmediatamente con lo anterior:
La música es un lenguaje que está en el cosmos como todo lo que nos rodea. El músico que se pone en contacto con el cosmos, que sabe indagar al cosmos con amor, que consigue la comunicación con otros seres y con Dios (...) ese hombre músico podrá apoderarse y utilizar ese lenguaje como si leyera una clave que para los demás parece indescifrable y hará su música, sin detenerse jamás. No tendrá fronteras. No tendrá limitaciones.
Supongo que esta cita habla de la fusión alma-cosmos que vemos, por ejemplo, en "Barro tal vez": "Si quiero me toco el alma, pues mi carne ya no es nada": Luis Alberto Spinetta ya no es Luis Alberto Spinetta sino canción.
(Esto debería ir en una nota al pie pero lo diré en un paréntesis: Spinetta escribió "Barro tal vez" a los 15 años, lo que hace que resuene esta pregunta deprimente muy escuchada desde la aparición de Greta Thunberg, ¿y tú qué estabas haciendo los 0 años?)
Cierro el paréntesis. De la cuña del cosmos no me interesa tanto la bajada a "Barro tal vez" como sí me interesa: "(…) hará su música, sin detenerse jamás. No tendrá fronteras. No tendrá limitaciones". Puede que esté forzando un poco la cita, pero algo resuena a "Agua marfil". Lo que aquí se hace de forma condensada con el agua, Spinetta lo hizo primero en su no tan condensada discografía. La luz, la soledad, el sol, el viento, el nombre, el alba y el alma son conceptos que agarran insistencia en sus canciones, pero siempre con distintos significados (salvo el alma, a la que le asigna esencialidad inamovible). Y esto, creo, es una forma de no tener fronteras, de no detenerse jamás: la palabra nunca es estable, siempre va escapándose, y por eso se escapa también la posibilidad de hacer legible a Spinetta. O fácilmente legible. O no sentirse chanta en ese proceso. O no hacer un recorte medio grosero de su obra para decir algo de él.
Así que, chanta y grosera, voy a hablar de uno de los elementos que nombré: la luz. Algo así como "presencia y significado de la luz en cinco canciones de amor de Luis Alberto Spinetta", un título perfecto para una tesis laterísima de la que me salva la belleza de las canciones por las que voy a pasar.
Primero, "Alma de diamante". A quienes la han escuchado no es necesario que les explique la conmoción que produce. A quienes no, escúchenla. No se trata de mucho. Digo: no es una historia imbricada sino una emoción profunda, una veneración a la persona amada. Como leí en alguna parte que Spinetta y su ex mujer, Patricia Beatriz Zalazar, eran buenos para terminar y volver; y como me gusta mucho el cahuín, quise imaginarme que esta era una canción de gratitud a alguno de sus reencuentros. Pero en realidad no sé si es para Patricia. Lo que sí sé: la luz es luz positiva que es emanada desde la mujer-alma-de-diamante y no depende de lo que pase con la luz de la naturaleza. "Ven a mí/ con tu dulce luz/ alma de diamante…/ Aunque este mismo sol/ se nuble después/ sos alma de diamante". La luz de la mujer, su brillo, persiste pase lo que pase. Algo más o menos parecido sucede en "Quedándote o yéndote". La diferencia es que no es que la luz brille siempre. Es un llamado a la luz, al ánimo, que hace Spinetta o el cantor o como quiera llamárselo, a un tú, que sospecho que es él mismo. "El sol empuja con su luz/ el cielo brilla renovando la vida/ y deberás amar/ amar, amar/ hasta morir", dice, haciéndome pensar más en el amor como función vital que en amar hasta el sacrificio. Y luego canta: "De ti saldrá la luz/ tan solo así serás feliz…/ Y esto será siempre así quedándote o yéndote".
Este "quedándote o yéndote" marca dos cosas. El tú deja de ser Spinetta y ahora es la mujer. La canción es sobre la misión de amar y no sobre alguien específico. Las personas pueden irse o quedarse, pero el amor prevalecerá. Debe prevalecer. Si uso esta palabra que suena tan bíblica –prevalecer- no es casualidad. Llego a "Rezo por vos" y hago una pausa mental para intentar claridad.
Es que "Rezo por vos" pertenece al tipo de canción cuya letra amo y apenas entiendo. Quizás es otra forma de cantar sobre la fusión entre espíritu y cosmos que vemos en "Barro tal vez". La luz, que no puede ser domesticada, toma por completo al hombre y termina por encenderlo hasta quemar con su amor sagrado. Me confunde la apelación a la cruz —símbolo tradicional del cristianismo—, junto a la palabra rezar, pero tal vez sea, nada más, una forma concreta de nombrar un concepto abstracto como lo sagrado. La fusión hombre-luz, hombre-canto, es celebrada sagradamente.
Voy hacia adelante —año 2001, la canción "Tonta luz", hecha luego de la ruptura con la modelo Carolina Peleritti—, pero para esto voy bien hacia atrás: "Credulidad", del disco Pescado 2. Sobre ella dijo:
"Cuando un amor se quiebra en el aire, la herida es imperecedera, la herida es un estigma, por eso para olvidar a una persona de la cual uno está o estuvo enamorado se requieren cierta impecabilidad, porque si no uno se convierte en un tarado, un paralizado. Yo estuve a punto de convertirme en algo así de no haberme encontrado con amigos que me ayudaron y de no haber tenido determinado valor, porque hay algo pasional en mi por lo que yo moriría, cuando mis relaciones amorosas llegan a su fin".
La idea de querer salir de la parálisis se repite en "Tonta luz" de manera precisa: es la historia clásica pero terrible de toda persona que termina con alguien y se pone masoquista de los recuerdos y de los retornos que más que dar renovación se sienten como un error. La luz, en esta canción, es algo que hay que evitar. En el video de la canción es de noche, va en un taxi con una bolita de luz artificial. La metáfora es bien clara. La "tonta luz" es un espejismo del amor, no el amor.
Voy llegando al final y hago trampa. Dije cinco canciones de Spinetta pero la quinta no es suya. La escuché en un concierto precioso que me hizo entender como verdad total el cliché de "concierto íntimo". Fue en el Teatro Teletón, año 2004, y Spinetta cantaba "Las cosas tienen movimiento" de Fito Páez. Me he pasado mucho tiempo preguntándome por qué. Por qué esa canción entre otras canciones. Si alguien hace un cover, supongo, es porque quisiera que esa canción hubiera sido suya. Pero también porque podría ser suya.
“Como un soplo/ como una lluvia/ como un rayo de luz/ oxigenarás mi vida hasta estallar”, le dice a un amor que “siempre estará” aunque ya haya sido. Un amor después del amor. La relación aquí ya está terminada, pero a diferencia de lo que pasa en “Tonta luz” o en “Credulidad”, el recuerdo no empantana sino que da vitalidad. Tengo ganas de pensar que por eso a Spinetta le gusta la canción. Y que cuando la cantan juntos, y Fito Páez dice “Siempre estarás en mí, Luis Alberto”, todos lo decimos. Y también tengo ganas de pensar —disculpen lo sentimental— que todos decimos Spinetta seguirá y seguirá y seguirá siendo un rayo de luz.