Ginger Baker: adiós al demonio rojo
Hay bateristas y Ginger Baker. Muerto a los 80 años tras revolucionar el rock con el virtuosismo de Cream, aquí sus opiniones sobre el heavy metal, el salón de la fama del rock y los colegas que le disputan el título del mejor baterista de la historia.
Eric Clapton siempre hace una mueca de desdén cuando le preguntan quién es mejor batero, si John Bonham de Led Zeppelin, Keith Moon de The Who o Ginger Baker, su compañero en Cream y de aventuras fugaces como Blind faith. Para "Mano lenta" la comparación es injusta. Baker no se limitaba a marcar el pulso con singularidad, sino que se trataba de un compositor tras la batería, un músico formado y capacitado para escribir y arreglar canciones. La clase de talento que podía alterar un riff desde los toms como lo hizo en "White room" de Cream, una frase de percusión que concentra ese ADN tribal que imprimió a su música, el primer rockero en poner atención a los sonidos del África.
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Nacido al sur de Londres el 3 de agosto de 1939, su padre murió en la II Guerra Mundial dejándole una carta con un consejo central para arreglar problemas: usa los puños. Una parte de esa sentencia derivó en su afición por la batería. Ginger tamborileaba lo que fuera y tempranamente descubrió un talento exuberante para interpretar ritmos. Cuando las cosas no salían a su gusto, Baker seguía las enseñanzas de papá. A Jack Bruce, su futuro compañero en Cream, le dio una paliza cuando militaban en Graham Bond organization, frustrado porque había cambiado del contrabajo al bajo eléctrico, coartando sus aventuras jazzistas. Porque Ginger Baker tocaba rock —ahí estaban el dinero y las chicas, debilidades eternas en su vida— pero la cuna provenía del jazz. Por lo mismo sus opiniones sobre colegas famosos siempre fueron desdeñosas. Daba por descontado el respeto de John Bonham de Led Zeppelin, pero le emocionaba hasta las lágrimas que Max Roach hubiera dicho que "tocaba como un maldito negro".
Despreciaba que Cream fuera señalado como el padre del metal. "Esta gente que se viste con pantalones de spandex (...)", declaró a Forbes en 2015, "lo encuentro increíblemente repulsivo (...) He visto que Cream es responsable del nacimiento del heavy metal. Bueno, definitivamente me gustaría abortar".
Led Zeppelin le provocaba mínimo entusiasmo. "Probablemente me gusta cerca del 5% de lo que hicieron", como aclaraba las diferencias entre él y "Bonzo". "Es imposible que John estuviera cerca de lo que yo soy. No era un músico. Mucha gente no se da cuenta de que estudié".
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Ginger Baker.[/caption]
Fue amigo de Charlie Watts y Keith Moon. Les tenía cariño pero ningún aprecio por sus bandas. "No estaría a menos de diez millas de distancia de un concierto de los Rolling Stones", declaró a la revista Rolling stone en 2013. "No era un gran batería", sentenció sobre el fallecido miembro de The Who.
Cream ingresó al Hall de la fama del rock and roll en 1993 por su indiscutida contribución al género —el primer power trío, los creadores del hard rock—, pero no guardaba mayor respeto por la institución. "Al menos la mitad de la gente no tiene un lugar en ningún salón de la fama, en mi opinión".
Ginger Baker lidió gran parte de su vida con la heroína, el tabaquismo y una osteoartritis, más ese carácter volátil que le convirtió en paria por muchos años cuando nadie quería tocar con él. Neil Peart de Rush lo dice en el recomendable documental Beware Mr. Baker (2012), cuando describe a un genuino pionero en el arte del rockstar. "No hubo contexto para él, no había ningún arquetipo. Él es el arquetipo".
https://www.youtube.com/watch?v=HbqQL0J_Vr0
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