Frente a cada nuevo álbum, una propuesta en escena de ambición mayúscula que acrecienta la experiencia que se puede hallar en el disco o en internet. Muse ha convertido esa idea en una obsesión en la última década, imaginando nuevas maneras de proponer en vivo sus álbumes y su contacto con el público, en complemento a su habitual músculo y pulcritud en directo. Por eso, sus visitas previas a Chile (en 2015 la última, con Drones) poco tienen que ver con lo que llegará a mostrar este domingo 13 a Santiago.

Colorido, lleno de neón y guiños futuristas, su Simulation theory world tour es quizás la máxima expresión del apetito del trío comandado por Matt Bellamy, siempre envuelto en obsesiones como las conspiraciones, la paranoia y el imaginario de ciencia ficción. Ante una audiencia tibia en el United Center de Chicago, seis meses antes de su próxima parada en la Pista Atlética del Estadio Nacional, los británicos salen a defender un disco poco generoso en temas de alto impacto, pero que mejoran exponencialmente en vivo. La fanfarria y la intensidad están perfectamente balanceadas en el show, un vertiginoso viaje de dos horas que logra sus momentos de mayor ingenio e inventiva visual para defender sus canciones más recientes, pero que sigue dependiendo de los hits que colgaron en la década pasada.

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El vibrante comienzo

Sin rastro de su figura en el escenario, la voz de Bellamy comienza a apoderarse del recinto para interpretar una versión alternativa y abreviada de "Algorithm", parte de su último álbum. En la larga pasarela que atraviesa la cancha, se acomoda formando una ronda un grupo de trompetistas vestidos con chaquetas y máscaras que apenas dejan al descubierto el rostro, fundamentales en el despliegue del show. El frontman emerge desde una tarima ubicada al centro de ellos, estrenando un look que es pura personalidad –chaqueta que se ilumina en el pecho y la espalda, además de lentes gigantescos en la misma línea– y haciendo rugir su guitarra.

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Momento de los hits

Luego que un grupo de bailarines con trajes antirradiación y focos se despliega al fondo del escenario, mientras Bellamy le saca todo lo que puede a su guitarra –para "Breat it to me", también del más reciente disco–, hay una pausa y comienzan a sonar los primeros arreglos del primer gran hit del concierto. Ayudado por dos percusionistas con traje futurista que se instalan en cada extremo del escenario, "Uprising" desata el primer gran coro de la noche, momento favorito para quienes quieran recordar el elogiado The resistance (2009), y que después en euforia es seguido con "Plug in baby" y "Supermassive black hole".

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Canto al amor

"Madness", quizás uno de los temas que provocó más divisiones del disco The 2nd law (2012), encuentra en la actual gira una interpretación que hipnotiza. En la gigantesca pantalla al fondo del escenario se ve al frontman del grupo cantándole a la cámara, estrenando lentes que van anunciando la letra de la canción y siendo celebrado en cada parte de su pegajoso coro. Uno de los pasajes de mayor comunión de los ingleses y sus seguidores, que después empalma con la igualmente emotiva "Mercy" y posteriormente con el infaltable lanzamiento de confeti.

Corrupto, corrompes

Los temas más antiguos Muse los interpreta con una puesta en escena más sobria que para los nuevos, pero -cerca de la hora y media de show- es distinto con "Take a bow": el líder de los británicos canta sosteniendo un cráneo que aparenta ser de metal, mientras lanza las primeras líneas del épico single del disco Black holes and revelations (2006), "corrupto, corrompes/ traes corrupción a todo lo que tocas". La era de los 2000 de la banda se mezcla con sus inspiraciones más actuales y el resultado es uno de los peak del espectáculo.

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La hora de Murph

Tras bajar por primera –y única– vez del escenario, los británicos vuelven reconectando con el inicio del show y para interpretar íntegra "Algorithm". Bellamy sale desde la pasarela que cruza al público, mientras más atrás, en los extremos, se ubican dos hombres que manipulan los movimientos de un robot y que parecen sacados de la película de ciencia ficción Sector 9. El marco lo completa el enérgico cuerpo de baile con bastones de luz. Seguido viene un combo de canciones que parten con la poderosa "Stockholm syndrome" y terminan en "New born", acompañadas de la salida desde el fondo del escenario de Murph, un robot gigante de 16 metros de altura inspirado en RoboCop que mueve sus garras hacia el público, elevando la ambición del último tramo del concierto hasta "Knights of Cydonia".

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