A Fermín Perlassi, el personaje que Ricardo Darín interpreta en La odisea de los giles, la vida le brilla tan poco que sólo logra alumbrarla cuando se acuerda de su juventud como futbolista de un club de provincia. A la búsqueda de una nueva oportunidad, le hace caso a su amigo Antonio Fontana (Luis Brandoni) para crear una cooperativa.
Junto a una variopinta galería de conocidos del pueblo, llegan a reunir poco menos de 300 mil dólares, casi lo justo para su proyecto agrícola. Es el 2 de diciembre del año 2001 y el buen ex futbolista deja lo ahorrado en el banco local. Al día siguiente, el gobierno de Fernando de la Rúa decreta el plan del "corralito", que inmoviliza los depósitos bancarios de todos los argentinos. A partir de ese momento, Perlassi y los suyos pasan a formar parte de la gran mayoría de los "giles".
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La película de Sebastián Borensztein que se estrenó el jueves en Chile ya lleva un millón 600 mil espectadores en su país, convirtiéndola en la cinta trasandina más taquillera del año. En su trama, la mala suerte de Perlassi y Fontana sólo es el inicio: lo que viene, tal como dice el título, es la odisea de un grupo de embaucados por recuperar el dinero que perdieron.
Nominada por Argentina para el Oscar Internacional 2020, La odisea de los giles se basa en la novela La noche de la usina de Eduardo Sacheri, que ganó el Premio Alfaguara de Novela 2016. Se trata del mismo autor detrás del libro en que se basó El secreto de sus ojos, ganadora del Oscar extranjero 2010 y acá el protagonista es otra vez es Ricardo Darín, emblema del cine de su país.
Eso sí, el tono es menos dramático. Si en el largometraje de Juan José Campanella la tragedia bordaba la historia, en la cinta de Borensztein hay tragicomedia, pero también mucho humor. Después de todo es una filosofía de vida, en este caso la de "al mal tiempo buena cara".
Desde Madrid, donde presenta la obra teatral Escenas de la vida conyugal (que en Chile estuvo en mayo), el actor conversa con Culto sobre el filme donde además comparte rol por primera vez con su hijo, Ricardo "Chino" Darín.
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Ricardo Darín (derecha) y Luis Brandoni (izquierda) protagonizan La odisea de los giles.[/caption]
-¿Cómo es que nació el proyecto de hacer La odisea de los giles?
-Es muy simple: nos enamoramos de la historia y de los personajes. La novela que escribió Eduardo Sacheri nos pareció brillante, con cada personaje más rico que el otro. Además tiene una lectura internacional: no hay lugar en el mundo donde no haya existido un grupo de personas honestas avasalladas por el sistema.
-¿A qué tipo de "giles" se refiere la película?
-Es una manera de referirse en el fondo a la gente honesta y simple, que no está pensando mal de los demás ni cree que le puedan hacer daño. El término "gil" está cargado de ingenuidad y en la película lo usamos con cierta ironía. Se refiere a un grupo impensado de diferentes personajes que se reúne para reparar lo que se les ha hecho sin estar previamente calificados para su odisea. Lo hacen todo por sus propios medios, con inocencia, por primera vez. Ya lo dice mi personaje al inicio de la película: "Según el diccionario gil es una persona lenta a la que le falta viveza y picardía. Aunque ya sabemos que el laburante , el tipo honesto, gente que cumple las normas termina siendo sinónimo de gil". Eso hace que este cuento sea universal.
-El título en inglés de La odisea de los giles es Heroic losers, ¿Es una reivindicación del perdedor?
-Si, se trata de buscar la redención de estos personajes. Son un grupo de personas que se ven maltratadas, humilladas y pasadas por encima, pero que encuentran la oportunidad de redimirse y de arreglar en algo las cosas. Por eso nos gustó tanto la historia.
-¿La película puede simbolizar el carácter argentino, que una y otra vez debe sobreponerse a los problemas económicos?
-Lamentablemente creo que sí. Nuestra idiosincrasia es así. Hemos aprendido a entrar y salir de las crisis al punto de adquirir una especie de gimnasia para enfrentar los problemas, con una preparación mental y todo. Cuando otros países súbitamente deben enfrentar desastres económicos se van abajo, son pasados por arriba. Al menos nosotros no. Tenemos claro que los países no son empresas: una nación no cierra sus puertas de un día para otro, sigue funcionando. A pesar de perder en algunos tramos de la vida, no hay que darse por vencido, no hay nunca que bajar los brazos.
-Su personaje, Fermín Perlassi, es uno de los "giles" más golpeados de la película, ¿Qué lo mueve a dar una segunda batalla en la vida?
-Hay varias razones que motivan a Fermín. No sólo recibe las palabras de su amigo anarquista Antonio Fontana (Luis Brandoni). Creo que el gran detalle es que quien lo rescata definitivamente es su hijo Rodrigo (Chino Darín). Ha sufrido el mismo golpe que el padre, pero tal vez por pertenecer a otra generación es capaz de ir más lejos y no se deja avasallar. La actitud de Rodrigo es la que lo levanta del suelo.
-¿Siempre pensó que su propio hijo tenía que interpretar ese personaje?
-No es que lo pensara sólo yo. Ambos somos socios en la productora Kenya Films. Cuando leímos la novela, nos miramos las caras y nos dijimos que era el material ideal para hacerlo juntos. Antes habíamos tratado de estar en algún proyecto, pero no habíamos encontrado nada. Todo nos parecía un poco forzado. La novela de Eduardo Sacheri era, entonces, la oportunidad ideal. Padre e hijo o hijo y padre.
-¿Cómo se llevaron en el rodaje?
-Bastante bien, pero en realidad creo que debería extender esta sensación a todos mis compañeros de elenco. No siempre se tiene la oportunidad de estar en un largometraje con una galería tan grande de actores, todos de gran categoría. Al final es como estar en una familia. Y eso que hubo bastantes dificultades debido a que una buena porción de la historia transcurre en exteriores, cerca del 85 por ciento. Hubo percances climáticos, etcétera. Sin embargo, el espíritu de aventura del libro se trasladó también a los actores y cada uno se enamoró de sus personajes.
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-La película lleva un millón 600 mil espectadores en Argentina, ¿Sospechó que podía irle tan bien?
-Manejábamos la expectativa normal cuando uno adapta un libro inquietante e interesante, pero nada más. Ahora bien, ya lleva casi dos meses de exhibición en Argentina y ahora estamos en la etapa de estreno en el extranjero, en festivales de cines y también de manera comercial. Lo que a mí particularmente me sorprende es que también en Canadá o España encontramos un público que la abraza. Y eso pasa por lo mismo que decía hace un rato: es difícil encontrar un lugar en el mundo donde la gente no se haya sentido pisoteada.
-Argentina vive una situación económica difícil y a fines de noviembre hay elecciones, ¿Cómo ve el ánimo del país? ¿Se asemeja al de la época del "corralito"?
-No. Son dos situaciones muy diferentes. No digo que lo que nos pasa ahora no sea preocupante, pero en el 2001 no sólo había un problema financiero, sino que además se había perdido toda la credibilidad política. El golpe fue más allá de lo económico, hubo incluso pérdidas de vidas y muchos argentinos se autoexiliaron. Fueron a buscar un mejor destino en el extranjero, como les pasa también a muchos latinoamericanos hoy. Ante la falta de esperanzas acá se aferraron tal vez a un eventual mejor futuro en otras tierras. Cuando la gente está en problemas se suele aferrar a los sueños, no queda otra. Por eso digo que la situación del 2001 es muy diferente a la de hoy.
-¿Se puede confiar más en el futuro de la Argentina de hoy que la del 2001?
-No. Lo que pasa es que nuestro país transita a la democracia aún en forma reciente, estamos aprendiendo del sistema democrático día a día. ¿Qué les voy a contar a los chilenos de esto si a ustedes les ha pasado lo mismo? Nuestras democracias son incipientes y no es que de un día para otro se resuelva todo por golpe de magia. El ejercicio de la democracia exige de todos y hay que esforzarse en cada acto cotidiano.
-¿Hará finalmente la película Terra en el sur de Chile y Argentina dirigida por Walter Salles?
La verdad es que es un proyecto muy verde aún. No hemos definido nada concreto. Pero si tengo muchas cosas por hacer, de las que prefiero no hablar todavía. Después del éxito de La odisea de los giles se han acercado muchos a ofrecernos nuevas ideas y planes. Pero eso lo veré ya en diciembre cuando retorne a Argentina. Por ahora sigo haciendo teatro en España hasta fines de noviembre.
-Para esa fecha ya se habrán realizado las elecciones en Argentina, ¿Tiene preferencia política?
No, yo no formo parte de ninguno de los dos grandes partidos políticos que están en contienda hoy. Esa es la realidad de mi posición. Lo único que espero es que el resultado sea lo mejor para la mayoría de mi país. Que tengamos memoria y que recordemos bien cuáles son los errores que se han cometido. Es decir, tal como lo decía antes, aprender del ejercicio de la democracia. No estoy pensando en mí mismo en esta ocasión, sino que en la mayoría del pueblo, pues hay mucha gente que lo está pasando muy mal. Y quiero decir que lo viene pasando mal, en realidad, desde hace mucho tiempo, no sólo ahora. Estoy rogando que nuestra nación se pueda enderezar para encontrar el país que creo que nos merecemos, sobre todo por la cantidad de posibilidades que hay aquí. Ojalá miremos de aquí a 20 o 30 años y no a corto plazo, siempre con el objetivo de un construir una nación grande, tal como alguna vez creo que fue Argentina. Se lo merece.
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