Iron Maiden llega a los 360 mil asistentes en Chile y amplía su récord local
Hoy los británicos actúan por primera vez en el Movistar Arena y mañana vuelven al Estadio Nacional, sumando otros 80 mil espectadores en sus diez presentaciones a la fecha en el país.
Difícilmente alguno de ellos había nacido cuando sus ídolos lanzaron Seventh son of a seventh son, el épico álbum conceptual con el que Iron Maiden abrazó los teclados y sus raíces cercanas al rock progresivo en 1988, cerrando con éste lo que para algunos es la era "clásica" de su abultada discografía. Pero 31 años después de su publicación es esa la carátula que más se repite entre las preciadas posesiones de los jóvenes metaleros apostados en el frontis del hotel Sheraton, que desde el fin de semana aguardan esperanzados por una foto o un autógrafo de los británicos antes de la primera de sus dos nuevas fechas en Santiago.
Los más afortunados lucen la firma de Nicko McBrain en sus copias en vinilo de Seventh son... (o de algún otro LP o DVD del grupo), luego que el domingo en la tarde, algunas horas después de su aterrizaje en la capital en un vuelo proveniente de Buenos Aires, el baterista decidiera escuchar el clamor popular y llegara hasta la entrada del hotel para atender a los más de 60 fans allí apostados.
Un gesto de cortesía de McBrain con una de sus hinchadas más leales del planeta. Una tribu orgullosa que en vez de contraerse se ha ido expandiendo y renovando, y que en abril agotó en un par de horas las entradas para el primer concierto de La Doncella de Hierro en el Movistar Arena, con el que hoy (a las 21.00 horas) comenzaban una nueva fecha doble en el país. El aperitivo de lujo para el plato fuerte de mañana, con el regreso de los ingleses al Estadio Nacional, el cuarto en la cancha de Ñuñoa y el décimo de su historia en Chile.
Es más: la producción a cargo de su visita estima en 80 mil el total de personas que verán a Iron Maiden en esta pasada por el país. Una cifra que consagra con autoridad y distancia a los autores de Fear of the dark como los extranjeros más convocantes en las tres décadas de historia de los megaeventos locales, llegando a los 360 mil asistentes desde su modesto debut en el Teatro Caupolicán en 1996 hasta su actual visita.
Salvo su compatriota Roger Waters y sus cinco presentaciones con la cancha principal de Ñuñoa a tope (entre 2002 y 2018), ninguna otra banda o solista anglo ha alcanzado los 300 mil espectadores en el país hasta hoy.
La frontera final
Si se trata de hitos estratosféricos, el nuevo espectáculo que trae el conjunto de Bruce Dickinson tampoco se queda atrás. Con el show de mañana en Ñuñoa los ingleses bajan la cortina de su gira Legacy of the Beast, un tour que lleva la teatralidad y el despliegue escénico habitual del grupo al siguiente nivel, con un telón de fondo que cambia en cada tema -y hasta un avión de la Segunda Guerra sobrevolando el escenario- para un repertorio con foco en sus clásicos de los años 80.
Si bien el Movistar Arena es el único recinto techado que recibiría el montaje en esta gira por Sudamérica -que antes pasó por Rock in Rio, Sao Paulo, Porto Alegre y Buenos Aires, donde fueron homenajeados por el Congreso local-, no hubo necesidad de ajuste ni preparativos especiales por parte de los músicos: esta tarde, a diferencia de sus teloneros, The Raven Age, Iron Maiden no necesitó de prueba de sonido en la arena del Parque O'Higgins y recién pasadas las 18.00 horas los músicos salieron del hotel a los camarines del recinto, por una salida lateral.
La última oportunidad de un encuentro cercano para los fans más dedicados será mañana, ya que los británicos tienen programado dejar el país apenas termine el concierto en Ñuñoa.
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