Con la llegada a las salas de cine en 2010 de su nueva versión para Alicia en el País de las Maravillas, bajo la guía de Tim Burton, Disney abrió la puerta a un nuevo universo fílmico donde decidió revisitar los mismos clásicos de la literatura infantil que hace años ya había convertido en películas animadas. Ahora, con las versiones en acción real de Cenicienta, El Libro de la Selva y La Bella y la Bestia, la gran empresa de la entretención ampliaba su registro fílmico y de paso sus arcas, ya que varios de esos títulos se convirtieron también en éxito de taquilla.
Pero entre ellos destaca un título con que el estudio quiso ir un poco más allá, centrando la acción en el personaje antagónico del relato: Maléfica, filme que se estrenó en 2014 para mostrar el otro lado de la historia de La Bella Durmiente, donde el protagonismo ya no estaba en la princesa Aurora, sino que en la villana que la condenó a un sueño casi eterno. Así, en la piel de Angelina Jolie la hechicera se reveló al mundo como una mujer que había decidido esconderse bajo una coraza tras una decepción amorosa, pero que finalmente lograba reencontrarse con su lado más amable y la redención.
Cinco años más tarde Jolie y uno de los personajes claves de su carrera en el último tiempo están de vuelta en Maléfica: Dueña del Mal, cinta que debuta este jueves en Chile ofreciendo una renovada aventura en torno a esta hada oscura -como se reveló su verdadero yo en la película original-, a su dulce protegida y los mágicos habitantes del Páramo. Un largometraje donde Robert Stromberg es reemplazado en la dirección por Joachim Rønning, y que suma criaturas y humanos a una trama donde nuevamente son los personajes femeninos los que tienen el liderazgo.
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Su narración comienza con Aurora (Elle Fanning) como Reina del Páramo, escuchando las peticiones de su variopinto y fantástico grupo de súbditos, entre los que se destacan sus tías-hadas Flittle (Lesley Manville), Thistlewit (Juno Temple) y Knotgrass (Imelda Staunton) –también conocidas como Fauna, Primavera y Flora-. Pero la audiencia real llega a su fin con la aparición de su enamorado, el príncipe Phillip (Harris Dickinson), quien viene a pedir su mano.
La joven soberana acepta encantada la petición ante la alegría de hadas, duendes y árboles guerreros, además de la mirada atónita de Diaval (Sam Riley), el cuervo sirviente de Maléfica que pronto le lleva la noticia a su ama, pidiéndole que por favor no reaccione muy mal ante ésta. A pesar del descontento inicial de su madrina, Aurora logra convencerla de que la acompañe a la cena en el castillo donde será presentada de manera oficial a los padres de Phillip, el Rey John (Robert Lindsay) y la Reina Ingrith (Michelle Pfeiffer).
Como era de esperar, y a pesar de todos sus intentos por parecer más amable, Maléfica no puede dejar de desplegar su volátil carácter luego de una serie de incómodas preguntas de la reina, quien pone la guinda al postre cuando declara que desde ese día Aurora será la hija que nunca tuvo. Aunque algo peor está por venir: el rey cae inconsciente debido, supuestamente, a un hechizo proferido por su peligrosa invitada, quien se retira de manera abrupta del castillo.
De forma paralela, el espectador también puede conocer algo más de Ingrith, quien no solo posee una lengua venenosa, sino que también tiene planes para deshacerse de las criaturas mágicas del Páramo. Pero principalmente de Maléfica, quien al retirarse de la cena real recibe el disparo de una bala de hierro –material que poco antes se reveló como muy peligroso para ella- y cae inconsciente al río, llegando finalmente al mar desde donde es rescatada por Conall (Chiwetel Ejiofor), otra criatura de su misma y alada especie.
Así, Maléfica: Dueña del Mal va sumando personajes –humanos y mágicos- para ampliar un mundo que ya había sido reformulado en la cinta anterior, otorgando además un origen a su protagonista. Dos elementos que en varios momentos se sienten algo forzados y que, como se revela en forma posterior, fueron ideados para confluir en un enfrentamiento pleno de acción y efectos especiales –uno de los puntos altos de la película- que diferencia totalmente a esta secuela de la cinta anterior.
Otro cambio esencial es que el hada oscura ya no es el eje central del relato, como en el filme de 2014. Ahora también poseen peso argumental una más madura Aurora, quien acá se debate entre el amor a su protectora o a su príncipe, y el nuevo personaje de la Reina Ingrith, quien es la verdadera villana de esta aventura y que gracias al talento de una siempre efectiva Michelle Pfeiffer logra traspasar la simple caricatura.