Tool / The Cure (Roskilde, Dinamarca 2001)
Hábil en manejo diplomático y las relaciones internacionales, mi amigo Leo metió conversa a una alemana mientras esperábamos que Tool cerrara la primera noche de Roskilde. La inauguración del fenomenal festival danés durante las primeras horas de la tarde tuvo un momento solemne y algo triste antes de la arremetida de Deftones. Los organizadores llevaron hasta el escenario a familiares de las nueve personas que el año anterior habían muerto aplastadas mientras actuaba Pearl Jam, como una manera de pedir que nos cuidáramos unos a otros. Los daneses sacaron lecciones de la tragedia montando un sistema de semáforos para permitir el ingreso de determinado número de asistentes por áreas. Funcionó perfecto.
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En la mitad del set de Deftones Chino Moreno miró hacia un costado en dirección a un tipo de lentes oscuros y capucha. "¿Es Eminem?", preguntó y la banda se lanzó con "Passenger". Era Maynard James Keenan para cantar su parte en el temazo de White pony (2000).
Horas más tarde cuando estábamos con la alemana, nos contó que había asistido a un concierto de Tool un par de semanas antes. Preguntó si los habíamos visto. Dijimos que no. "No lo van a olvidar", profetizó.
https://www.youtube.com/watch?v=C59Pnt8D5eg
Tool venía con Lateralus recién estrenado. Partieron con "The Grudge". No solo sonaba perfecto sino que se trataba de una experiencia física con el bajo reptando nítido desde el piso para meterse por la columna. Esos cuatro tipos parecían tótems dispuestos de manera atípica en el escenario con Danny Carey desplazado hacia un costado y la batería torcida, lo cual permitía apreciar en detalle sus movimientos. Desde una tarima lo enfrentaba Maynard y luego, separados a distancia, Adam Jones y Justin Chancellor prácticamente inamovibles, atentos a sus pedales como químicos en un laboratorio con el rostro cubierto por el pelo largo. Para mí, Jones se parecía a la chica de El Aro.
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Recuerdo un video repetido como un loop, una secuencia que parecía tomada del cine mudo con la acción acelerada. Mostraba a un grupo de gente desnuda, flaca y asustada asomándose tras una pandereta. Recibían un latigazo, un golpe, no sé exactamente qué, pero justo antes de asestar el impacto la secuencia arrancaba de nuevo. Enervante y adictivo.
Tenía razón la alemana. Fue inolvidable.
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Tres días después en el mismo lugar y a la misma hora, cerraba The Cure. Era mi primera vez con un favorito de toda la vida. Con Leo llegamos de los primeros, pegados a la reja (otro detalle de Roskilde era que los guardias te daban agua y regalaban tapones para los oídos). Cuando Robert Smith entró al escenario, me pareció como una marioneta un poco desarticulada con ese look invariable desde The Top (1984), el pelo escarmenado, el maquillaje sobrecargado y sombrío tal como en los videos. Interactuaba casi exclusivamente con Simon Gallup que tenía tanta onda como él pero de filo más punk rocker, un bajista de maravilla y subvalorado. Tocaban de memoria encantados de hacerlo. El sonido era tan bueno como Tool y sentí que ambas bandas linkeaban en un parentesco lejano. Nos fuimos felices.
https://www.youtube.com/watch?v=QvvdJWcMDf4
Queens of the Stone Age (Roskilde 2003)
Enganchado con la vibra de Roskilde, fui tres veces, la última en 2005, el año que descubrí a Mastodon allí. El festival danés ofrece la experiencia completa incluyendo camping por una semana en una ciudadela que alberga 100 mil personas cerca de un pueblito pintoresco al que llegas en tren o caminando desde el evento, y a una media hora de Copenhague.
https://www.youtube.com/watch?v=wnWSeGSpPXk
La segunda visita fue con mi esposa Pamela y casi parte en tragedia. Caminábamos con mochilas por la berma de una ruta secundaria, y de la nada apareció a toda velocidad un convertible deportivo de líneas clásicas para estrellarse contra un poste apenas un par de metros delante de ella. Fue cuestión de segundos, una salvada providencial. Corrí mientras el chofer se bajaba tranquilo sin señas de estar herido. El auto quedó hecho polvo. Mirábamos incrédulos. "Maldito idiota", le dije con el corazón a saltos. No pescó.
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Por la tarde abría Queens of the Stone Age. Songs for the deaf era del año anterior, nuestro disco de cabecera para carretear duro. Con Pame estábamos en la primera fila. Yo había visto a Queens en 2001 en el mismo festival, un show extraordinario. Más aún. Me hice amigo de un periodista español de una revista de rock, una de esas que llegaban a Chile en los 80 y 90 con meses y hasta años de desfase. Me contó que tenía programada una entrevista con ellos sabiendo muy poco de su historia y música. Prácticamente le hice el cuestionario y rogué que me llevara. No podía. Más tarde encontré al tipo. Estaba muy agradecido, la entrevista había sido un éxito y se había tomado unos tragos con la banda.
Sale QOTSA a escena esa tarde, descargan "First it give it" y quedó la zorra, se armó un pogo enorme. Con Pame nos perdimos. Salió disparada hacia un lado, yo por otro. Creo que al tercer o cuarto tema nos reencontramos. Apareció Mark Lanegan en "A song for the dead" y para mí el festival que recién comenzaba ya valía todo el kilométrico viaje.
https://culto.latercera.com/2019/08/28/metallica-el-mejor-disco/
Por supuesto hubo otros conciertos memorables ese año. Fue la primera vez que vi a Interpol con toda la onda y energía del primer disco, Asian dub foundation que era como un The Clash multicultural con fusión electrónica, y Metallica con Trujillo recién alineado mientras un tipo cerca nuestro agitaba los brazos con sendos cortes salpicando sangre al ritmo de Master of puppets. Pero fue ese show de QOTSA el que rankea arriba en mi memoria.
https://www.youtube.com/watch?v=wnWSeGSpPXk
Faith No More / Ozzy Osbourne (Santiago 1995)
El Caupolicán se llamaba Monumental, era el fin del invierno en septiembre y llovía mientras hacíamos la hilera por San Diego que daba vuelta la esquina. El cartel anunciaba a los aburridos Paradise Lost, seguido de Faith no more y el debut de Ozzy en Chile. Estaba llenísimo, húmedo y caluroso por la lluvia. Vi gente que saltaba de la galería a la platea y viceversa, y una pelea entre un guatón y un flaco pinta thrasher que aplicó una patada voladora. Después se abrazaron y aplaudimos por el entremés con sabor a Titanes en el ring.
https://youtu.be/0gq_Jn41iMM
Fue el infame concierto de los escupitajos a Mike Patton, uno de los hitos más dudosos de la música en vivo en Chile por que el que ganamos triste fama internacional. Tiempo después supe que Beck le preguntó a una periodista chilena en una conferencia si era cierto que acá se acostumbraba escupir a los artistas. Sentía que Patton cantaba cada vez más descontrolado por la agresión hasta que empezó a enjuagarse la boca y escupir de vuelta. Cuando hizo el medley pegando "Back for good" de Take That con "I started a joke" de Bee Gees quedamos peinados por el empalme natural de ambos temas, y que ese tipo siguiera cantando como si nada después de gritar desaforado por una hora ensalivado completo.
https://culto.latercera.com/2019/08/22/faith-no-more-real/
He visto a Patton incontables veces incluyendo los regresos de FNM, Tomahawk, Fantomas, Zu, cantando para John Zorn y haciendo equipo con Kaada. Pero fue ese show en el Monumental la experiencia definitiva con el regalón del público chileno rockero de los 90.
Si el show de FNM fue memorable, Ozzy resultó igual o mejor. El volumen era ensordecedor y estaba con amigos en la galería a la cresta. Era tal la masa de sonido que al rebotar en el techo hacía que la vista temblara. Recuerdo a Joe Holmes, su guitarrista de entonces, pegarse largo rato en la muralla de amplificadores en busca de un feedback eterno.
https://www.youtube.com/watch?v=NUaWF_w8mkE
Rush (Nueva York 2002)
El trío canadiense sumaba cinco años sin tocar en vivo, era el comienzo del sofocante verano neoyorquino y hacía apenas una semana que Rush había iniciado la primera gira tras la muerte de la hija y la esposa de Neil Peart. Llegamos en auto con mi amiga Ximena al Saratoga Performing Arts Center al norte de Nueva York. Tenía agendada una entrevista con Alex Lifeson previo al show, y fui hasta una ventanilla indicada desde el sello en Chile para dar mi nombre e ingresar. No tenía pase para mi amiga que increíblemente estaba dispuesta a esperarme las tres horas de concierto. Ventanilla, me identifico, revisan. No figuro. En mi inglés chicano expliqué que venía de Chile, que el sello equis, los mails con el managment, bla bla blá, nada. Cabizbajo me devuelvo al auto y le cuento a Xime. Vuelta. Nos acercamos a un guardia, explicamos, inventamos que ella era mi traductora, que el viaje desde el fin del mundo solo para esto. Llamados por radio, portón que se abre y nos dejan pasar justo en el preciso instante que Geddy Lee, Alex Lifeson y Neil Peart probaban sonido, y así presenciamos la pasada del instrumental "Leave that thing alone".
https://culto.latercera.com/2018/07/10/40-anos-hemispheres-universo-dividido-rush/
Nos llevaron a la zona de catering que parecía buffet de hotel cinco estrellas. "Sírvanse lo que quieran" dijeron, "Alex los llamará pronto". Después de un rato nos condujeron hasta un camerino de dos ambientes donde había una guitarra Paul Reed Smith en un atril. Aparece Lifeson, gordo, inmenso, sonriente. Entrevista, pasan 20 minutos y se asoma la agente de prensa para decir que el tiempo había concluido. Lifeson dijo que no había problema, que seguiríamos hablando y así pasaron otros 20 minutos en que contó historias sobre The Who y Led Zeppelin y su opinión de Tool. Hasta hoy es el único artista con el que tengo una foto.
Termina la entrevista y Alex nos dice que regresemos al catering, que nos va a enviar algo. Al rato llega un tipo con el libro de la gira y credenciales. Abro el tour book. Traía una dedicatoria del guitarrista contento por la conversa y su firma junto a las de Lee y Peart. Me hago el cool pero por dentro estoy boquiabierto.
Nos avisan que es hora de ir a tomar asiento y partimos tras un tipo en el backstage.
Como en This is Spinal Tap, nos perdimos en las bambalinas porque el guía caminaba rapidísimo. Vi un cartel de salida, divisé la platea, y por intuición caminé hasta aparecer en el escenario a metros de la batería de Peart y los teclados de Lee. Casi de inmediato sentí una mano en un hombro del tipo que nos guiaba con ceño fruncido. Finalmente nos ubicaron entre las primeras filas. Aún había luz y Rush saltó puntualmente a escena a las 19:30. Era la primera vez que los veía.
https://culto.latercera.com/2019/07/24/el-mejor-disco-de-rush/
Sentí que las tres horas de concierto con intermedio se fueron en un parpadeo. Había leído más de una vez que el trío, a pesar de su perfeccionismo y acrobacias en medio de canciones complejas, era bastante ruidoso. Recuerdo una entrevista de Eric Clapton explicando por qué ya no le interesaba el volumen de Cream y su extrañeza ante artistas veteranos como Jimmy Page "y los canadienses Rush" por continuar con los altos decibeles. La primera media hora la mezcla estuvo completamente desbalanceada con la guitarra y la batería muy arriba. Cuando nivelaron el bajo el volumen era aún fuertísimo.
Me impresionó cómo se agitaba la batería de Neil Peart a pesar de estar más apernada que puente mecano, la fuerza bajo control de cada golpe y el agudo repicar de los toms más chicos. Las llamaradas, los videos, los lasers alucinantes y la increíble energía de Rush en directo como si quisieran recuperar el tiempo después de años sin tocar, fueron impresionantes. Los vi otras veces, grandes shows en Rio de Janeiro, en Santiago que estuvo increíble reconocido por el propio grupo, y la gira final en el Madison Square Garden. Pero ese primer concierto, tener a los ídolos de la niñez tan cerca más el regalo del libro que años más tarde perdería en un cambio de casa, hicieron de aquel sábado 6 de julio de 2002 una jornada inolvidable.
https://culto.latercera.com/2017/08/27/la-ultima-noche-rush/
De vuelta rumbo a New Jersey el pitido en los oídos nos hacía hablar a gritos. Pusimos música.
Pusimos Rush.
https://twitter.com/CultoLT/status/1181275774260842496