Pasada la medianoche del 27 de julio de 1996, el ex policía y guardia de seguridad Richard Jewell hizo lo que cualquiera en sus zapatos efectuaría al descubrir una solitaria mochila bajo una banca del Parque del Centenario, área verde especialmente creada para Los Juegos Olímpicos en Atlanta. Llamó a la Oficina General de Investigaciones de Georgia (GBI) y en cuestión de minutos un escuadrón antibombas fue enviado a desactivar el aparato. De la noche a la mañana Jewell se transformó en un héroe americano y los medios lo celebraron en sus portadas y noticiarios nocturnos.
El acto casi reflejo de Jewell se transformó a la larga en el primer eslabón de una historia con más sombras que luces. No sería tratado mucho tiempo más como un héroe y, para su propio asombro, durante tres meses Richard Jewell cambió de rol: fue el villano de un circo mediático. Esta historia de ascenso, muerte y resurrección es la que rescata Clint Eastwood (1930) en su nueva película El caso de Richard Jewell (2019), que se estrena el 20 de noviembre en el Festival de Cine AFI (American Film Institute).
Esta plataforma no es nueva para el cineasta y actor estadounidense, que ya en el 2014 exhibió aquí El francotirador, película con Bradley Cooper nominada a seis Oscar. Con esa cinta Eastwood inició su serie de héroes estadounidenses sacados de la crónica diaria: ahí se trató del francotirador más efectivo en la historia militar estadounidense, en Sully (2016) contó la odisea del piloto que salvó de la catástrofe un vuelo de US Airways y en 15:17 Tren a París (2018) hizo que los auténticos soldados estadounidenses que frustraron un atentado terrorista en Europa protagonizaran la película adhoc.
El caso de Richard Jewell, que en enero se estrenará en salas chilenas, también sigue la clásica costumbre de Eastwood por lanzar sus filmes a fin de año y entrar a la carrera al Oscar de manera fulminante. Es una formar de tomar por asalto una maquinaria de premios donde algunos títulos se han repetido hasta el hartazgo en los meses previos.
Crónica de una noticia falsa
Rodada en junio en Atlanta, El caso de Richard Jewell sigue respondiendo a la infatigable disciplina laboral de su realizador: se rodó en un par de meses y antes de que termine el año ya está terminada. Con su anterior La mula (2018), protagonizada por él mismo fue igual, algo que no deja de sorprender en quien cumplirá 90 el próximo año.
Para ser justos hay que decir que se trató de un proyecto previamente digerido, que alguna vez estuvo en manos del director Paul Greengrass (Bourne: El ultimátum) y con producción de los actores Jonah Hill y Leonardo DiCaprio. En algún momento estos últimos dos iban a protagonizar la historia (Hill como Jewell y DiCaprio como su abogado), pero finalmente el proyecto pasó a manos de Warner Bros., que puso a su director icónico al mando.
La pesadilla de Jewell tiene al menos dos costados: la más importante es la de él, víctima de un circo mediático; la menos visible es la de los arquitectos de aquel circo. A Jewell lo interpreta el actor y comediante Paul Walter Hauser (Yo, Tonya), mientras que su abogado es Sam Rockwell (Tres anuncios por un crimen) y su estoica madre es nada menos que Kathy Bates. El agente del FBI Tom Shaw está a cargo de Jon Hamm (Mad Men) y Olivia Wilde (Drinking buddies) encarna a la reportera Kathy Scruggs.
Es justamente por el lado de los medios donde comienza la ordalía de Richard Jewell: a los tres días del atentado (que igualmente dejó un muerto y muchos heridos), el principal periódico de Atlanta publicó en primera plana la noticia de que el FBI consideraba a Jewell como principal sospechoso del acto. Bastó aquello para que los principales medios nacionales comenzarán a alardear con que el guardia era el hombre detrás de la bomba.
Tras tres meses se probó lo contrario, pero el daño ya estaba hecho: a Jewell lo había apuntado con el dedo Tom Brokaw, el hombre ancla de NBC y hasta se había reído de él Jay Leno, el popular conductor de la misma cadena.
Con el tiempo las disculpas vendrían desde las más altas autoridades, incluyendo al gobernador de Georgia y la fiscal general de Estados Unidos. Es probable que de nada hayan servido para hacer más llevadera la vida de Richard Jewell: murió prematuramente a los 44 años en el 2007 debido a complicaciones por una diabetes.