El duque en sus dominios: cuando Truman Capote retrató a Marlon Brando

marlon brando

Tras practicar ejercicios de memoria por un año, el periodista viajó a Japón para entrevistar al reticente actor de Sayonara (1957), quien le comentó sobre uno de los episodios más oscuros de su vida.


En 1956, el periodista Truman Capote viajó a Kioto para entrevistar a Marlon Brando, quien se encontraba en medio del rodaje de la película Sayonara (1957). El primero era uno de los novelistas más elogiados de la última década y había publicado obras como Other voices, other rooms (1948) y The Grass Harp (1951), las cuales destacaron por su carácter descriptivo y detallista. Por otro lado, el actor era una de las máximas estrellas de cine en aquel entonces y sus papeles protagónicos en películas como Viva Zapata! (1952), Julius Caesar (1953) y On the waterfront (1954) le habían significado tres premios BAFTA consecutivos, además de diversas distinciones en el festival de Cannes, Golden Globes, entre otros.

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El encuentro fue en Miyako, uno de los hoteles más destacados de la ciudad que mantenía las comodidades del estilo occidental, pero que también ofrecía piezas con la estética tradicional del país asiático. Ahí alojaban Brando y la mayoría del equipo que trabajaba en la grabación del filme, en el cual también se encontraba el equipo que lo acompañaba a todas partes, conformado por su padre (quien gestionaba los aspectos económicos), una secretaria, un asistente literario y un maquillador personal. Si bien, el artista llevaba más de un mes en Kioto y solía mostrar una disposición amigable a la hora de trabajar con sus compañeros de set, este era conocido por su personalidad abstraída y reticente, la cual solía encerrarse en la habitación del recinto cuando sus colegas salían a celebrar.

Capote sabía que el actor sería una fuente difícil de entrevistar, por lo que practicó ejercicios de memoria durante un año, para así asistir a la reunión sin una grabadora de voz, la cual —solo con su eventual presencia— podría haber alterado las respuestas de Brando. De esta manera, escribió un perfil para el periódico The New Yorker, en el que se profundizó por primera vez en aspectos de su vida privada, todo a partir de cerca de siete horas de conversación, en las que el alcohol jugó un papel decisivo en las declaraciones del intérprete escénico.

Inicialmente, el periodista destacó la bondad de los japoneses como un elemento clave del ambiente en que se encontraba el artista, quien estaba más relajado que en años anteriores y aceptaba los postres que le ofrecía su criada, a pesar de enfrentar el sobrepeso ideal para cumplir con su papel de Major Lloyd Gruver, un comandante del ejército estadounidense que se ve enfrentado a las dificultades de mantener un romance con una chica japonesa. Así, describe el hábitat del actor como un espacio en donde los conjuntos de ropa estaban repartidos y visibles, al igual que trozos de frutas a medio comer, colillas de cigarrillo y libros como The Outsider (1956) de Colin Wilson, además de títulos relacionados a la cultura del budismo y la meditación.

Según comenta Capote en su reportaje, Brando tendía a hablar de manera —casi— ininterrumpida, costumbre que excusaba con la premisa de que las personas tendían a no hablarle, para así escuchar lo que él tuviese que decir. De esta manera, el escritor sólo intervino en ocasiones específicas, mientras que el actor detallaba episodios cada vez más específicos de su vida. Esto se extendió hasta que habló de su mamá, a quien según comenta el autor, sus amigos decían que adoraba.

Cuando era un adolescente, Marlon Brando Jr. recibía llamadas constantes de los bares de su ciudad, en las que se le pedía que fuese a buscar a su madre, quien sufría problemas de alcoholismo severo. Él mantenía la esperanza de que ella cambiaría, hasta que un día simplemente la dejó caer al piso. "Porque ya no podía soportarlo… Verla en pedazos, frente a mí, como una pieza de porcelana. Me paré sobre ella. Caminé hacia afuera. Fui indiferente. Desde entonces, fui indiferente", comentó en un tono que Capote definió como "emocional", para luego contestar una llamada telefónica mientras el periodista se ponía su abrigo.

El perfil de Marlon Brando se publicó originalmente en The New Yorker y significó una intención de demanda e incluso una amenaza de muerte hacia el escritor. Asimismo, este fue recopilado en español en el libro Retratos, el cual también se incluye descripciones de personajes como Marilyn Monroe y Tennessee Williams.

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