Seis días después de que Donald Trump fue elegido presidente de Estados Unidos, en noviembre del año 2016, su compatriota Joyce DiDonato (1969) inició la gira mundial del disco In war and peace. El álbum, hecho para "encontrar la paz en medio del ensordecedor caos" según sus propias palabras, fue su respuesta musical a los atentados de París del 2015 y una manera oblicua de expresar su malestar por la situación en su país.
Recurriendo a Georg Frideric Handel y Henry Purcell, es decir a dos barrocos, el tour planetario se transformó en la empresa musical más exitosa de su vida, con un fin ya en el horizonte, en noviembre en Washington D.C. Serán los tres años exactos de una serie de interpretaciones que la llevaron de Moscú a Abu Dhabi, incluyendo Beijing, en un recital cerca de la Plaza de Tiananmén. En ese recorrido Chile está al final del camino junto a otras ciudades latinoamericanas, entre ellas Santo Domingo, Sao Paulo y Buenos Aires.
Ganadora de dos premios Grammy y nominada a cinco de los mismos galardones, Joyce DiDonato ya había estado en dos oportunidades en Chile, específicamente en el 2012 en el Teatro Municipal y en el 2014 en el mismo Teatro CorpArtes donde se presentará el próximo viernes 25.
En esta ocasión, en cualquier caso, todo será bastante diferente y ya no cantará sólo acompañada de un pianista. Por el contrario, se trata de un auténtico show programático, con orquesta y hasta bailarines incluidos. Es el tipo de espectáculo que requiere puesta en escena, moda de alta costura (en su caso, gentileza de Vivienne Westwood) y en el que las luces cambian al ritmo de la orquesta, del aria y de la inflexión vocal de quien es considerada una de las tres o cuatro mejores mezzosopranos del mundo.
Nacida en una familia de origen católico-irlandés del medioeste norteamericano (Prairie Village, Kansas), DiDonato aprendió a cantar como parte del estricto rito de ir semanalmente a la iglesia. El resto de su vida ha sido básicamente un rápido salto hacia un estilo de vida cosmopolita y una conciencia cívica poco habitual entre muchos de sus colegas.
Basta decir lo siguiente: se casó a los 21 años con Alex DiDonato (su apellido real es Flaherty), se separó tras 14 años, se volvió a casar en Las Vegas con un director de orquesta italiano en un matrimonio que incluyó una góndola "made in USA", se volvió a separar tras diez años y actualmente vive en Barcelona junto a su pareja, un bailarín de ballet. Ha defendido públicamente los derechos de las minorías sexuales y alguna vez dijo que le hubiera gustado cantar en la hipotética toma de mando de Hillary Clinton como presidenta.
De Rossini a Mozart y de Handel a Gershwin, DiDonato es una cantante de agenda completa, requerida habitual en las casas de ópera más rutilantes del mundo, entre ellas el Metropolitan de Nueva York, el Covent Garden de Londres o La Scala de Milán.
Embarcada en su gira internacional junto a la prestigiosa orquesta italiana Il Pomo D'Oro (ver recuadro), la mezzo de Kansas responde preguntas de Culto vía mail con su habitual entusiasmo, aunque declina comentar las acusaciones sobre supuestos abusos que penden hoy sobre el tenor español Plácido Domingo.
-¿Cómo surgió el concepto del disco y posterior gira In war and peace?
-Nació de mi reacción inmediata a los atentados de París de noviembre del 2015. Supe desde un principio que tendría que hacerme cargo en términos artísticos al menos del caos y el desorden que veía alrededor en el mundo. Creo totalmente en el poder de la música como una manera de influir profundamente en la gente. Me pareció que era lo más eficaz que podía hacer en mi vida de acuerdo al oficio que yo practico: invitar al público a buscar una paz más profunda a través de la música.
-¿De qué manera la música barroca, de los siglos XVII y XVIII, le es más útil para un espectáculo como In war and peace?
-Me parece que hay una pureza en este estilo musical que es capaz de penetrar en la mente humana de una forma más fundamental. Cuando Dido canta antes de su muerte el pasaje Remember me (aria de la ópera Dido y Eneas de Henry Purcell), creo que la claridad y la limpieza de la línea vocal de cierta forma se siente aún más transparente e inquietante que, por ejemplo, con una orquesta furiosa y con mucho sonido.
-La gira In war & peace ha tenido bastante éxito en el mundo, ¿Por qué?
-Cuando terminemos esta gira en Washington DC, habremos aparecido en 44 ciudades de 25 países, en los cinco continentes, habiendo tocado a un total de 2,3 millones de personas a través de conciertos y transmisiones en streaming. Es un proyecto sin precedentes en el mundo de la música clásica, y creo que su poder reside en que hay hambre de que el caos y la guerra le hagan un espacio a la paz y la tranquilidad. Hemos encontrado esta misma sed en Moscú y Kansas City, en Estambul y Londres, en Beijing y ahora en Santiago. Ha sido el mayor privilegio de mi carrera.
-¿Este concierto, de alguna manera, busca presentar la ópera de una forma diferente a nuevas audiencias?
-No, ese nunca fue mi objetivo. Confío en que si hacemos nuestro trabajo a un excelentísimo nivel y con gran pasión, el público experimentará algo que no existe en ninguna otra forma de arte. Lo que me gustaría hacer es sacudir un poco al público clásico y lograr sacarnos a todos de la fórmula habitual de conciertos: es decir, salir al escenario a escuchar los aplausos o esperar a cambiarme el vestuario. Mi objetivo es que la gente realmente escuche con oídos nuevos y no caiga en la tentación de añorar su aria favorita o recordar la maravillosa vieja actuación de un cantante que ya no está. Considerando que la paz es un asunto de gran importancia, me gustaría que quienes vayan a verme se sientan sacudidos y estremecidos desde el principio. Que nunca sepan lo que se avecina. Es la única forma en que puedan hacer el viaje con nosotros de una manera concentrada y efectiva.
-¿Cómo fue su experiencia como narradora en el documental María por Callas, donde se la presenta como una gran diva, pero esclava de la fama?
Creo que es una historia muy complicada para resumir en un párrafo. Me parece que su experiencia de vida estuvo llena de pasión y pérdida, amor y tristeza, arte impulsivo y gran decepción. Fue una existencia plenamente vivida, sin duda, que explotó en el centro de atención mundial en un momento totalmente único en la historia. Si Maria Callas hubiera entrado en escena en el siglo XXI, es probable que su experiencia habría sido totalmente diferente.
-¿Está grabando algún nuevo disco?
-Este año saldrá la ópera La condenación de Fausto de Berlioz con el mismo elenco con que hicimos Los troyanos el año pasado. También viene una nueva edición de Agrippina junto a Il Pomo d'Oro. Es extraordinario imaginar el lujo de lanzar dos grabaciones completas de ópera en estos tiempos. Son roles que se han convertido en un tesoro para mí. También habrá un disco en vivo que se grabará pronto en un recital ... ¡Manténganse atentos!