Gabriela Mistral: las cartas de juventud inéditas de la poeta

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Gabriela Mistral bajo el duraznero donde escribió los versos de los Sonetos de la muerte, en Los Andes, 1917. Foto: Archivo del Escritor/ Biblioteca Nacional.

En una subasta en Suiza, en 2018, fueron adquiridas 20 cartas de la premio Nobel de Literatura, destinadas a su amigo, el crítico Alone (Hernán Díaz Arrieta). Fechadas entre 1913 y 1917, el comprador que se las adjudicó las ofreció a la Biblioteca Nacional, que las adquirió este año a través del Archivo del Escritor.


Ambos eran veinteañeros y usaban con propiedad sus seudónimos cuando recién alumbraba el siglo XX. Lucila Godoy Alcayaga (1889-1957) firmaba sus cartas y artículos de prensa como Gabriela Mistral. Mientras que Hernán Díaz Arrieta (1891-1984) comenzaba a elaborar su fama de temido crítico con una sola palabra, Alone.

Se habían conocido personalmente en Santiago, en 1910, cuando la poeta vino a rendir un examen a la Escuela Normal, en calle Compañía, para obtener el título de profesora de Estado. La joven Mistral, la poeta inédita que había salido del Valle de Elqui, trabajaba de inspectora y hacía clases en escuelas de Coquimbo, La Serena y también lo haría en Los Andes. Mistral colaboraba para diarios del norte y también del extranjero, aunque todavía no salía de Chile.

"¿Qué hace usted? ¿Qué escribe? (...) Lo último que yo he hecho son unos versos que deben aparecer en una revista", apunta en una misiva la escritora a su amigo Alone, quien será su apoyo y su aliado. Ambos se escribirán hasta la muerte de ella, a los 67 años, en 1957 en Nueva York, EE.UU.

"Soy un niño encantado de oírse reír. Cuando sufro tampoco escribo; me vuelvo agria i eso asomaría a las cartas", le comenta Mistral a Alone en una de las 20 misivas inéditas que el año pasado fueron adquiridas por un privado en una subasta en Suiza y que este año ofreció al Archivo del Escritor, de la Biblioteca Nacional.

Las misivas, fechadas entre 1913 y 1917, que ya han sido catalogadas y que se podrán leer de manera online en el sitio de la Biblioteca Nacional en 2020, muestran el anhelo de Gabriela Mistral por desplazarse a otros territorios y ganar nuevas experiencias.

Mujer de carácter fuerte, en su correspondencia se hace evidente su postura feminista, su interés por los estudios religiosos y por la literatura francesa y rusa. Son los años de formación de la poeta y diplomática que aún no conoce América, Europa y que recién en 1922 publicará su primer libro, Desolación, y que obtendrá el mayor trofeo de las letras, el Premio Nobel de Literatura, en 1945.

"Alone, en tres o cuatro días más salgo, no sé todavía para dónde", apunta Mistral, con 24 años, en 1913, en una de las misivas escritas a mano. Su amigo tiene 22 y comienza a trabajar en la administración púbica para el Ministerio de Justicia. Paralelamente, firma como Alone artículos y críticas en medios como El Mercurio y La Nación.

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Hernán Díaz Arrieta, conocido como Alone. Se escribió cartas con Mistral hasta la muerte de ella, en 1957. Foto: Archivo del Escritor / Biblioteca Nacional.[/caption]

"Se trata de cartas hológrafas y mecanografiadas, que van anunciando una parte de su obra y de su vida, como los procesos de creación de los Sonetos de la muerte antes de obtener la más alta distinción en los Juegos Florales de 1914", comenta Pedro Pablo Zegers, reconocido mistraliano y director de la Biblioteca Nacional.

La escritora "Polvorita"

Las 20 cartas inéditas fueron escritas, en su mayoría, a máquina con tinta azul o roja. Es la pedagoga Gabriela Mistral usando la máquina de escribir del Liceo de Niñas de Los Andes para narrarle las novedades a su amigo, en los recreos y ratos libres, antes de enseñar la historia de los fenicios a las "chiquillas", como llamaba a sus alumnas. "Me ha tocado la campanilla. Me voy al patio", escribe apurada antes de cerrar una carta.

"Es tan hermoso quejarse sin pensar en un remedio, por puro quejarse, sin método, sin organización del dolor. Ahora que todo es útil, suciamente útil, mis quejas son el lujo de inutilidad divina que yo me doy", anota Mistral en una misiva de cinco páginas, con tinta azul.

Alone la llama "Polvorita" y la anima a escribir. Ella le envía al crítico los poemas que está produciendo y acepta con alegría sus consejos. "Suprimidos los versos (...) menos aquello LOS MUERTOS A MARÍA, que se corregirán", escribe Mistral y luego pregunta: "¿Habría sido pura retórica asegurarle que yo necesitaba verdad cruda, brutal, si se podía?", y enseguida: "¿Qué somos, Alone?", pregunta y continúa: "¿Somos lo que escribimos o lo que hablamos o lo que decimos a solas en las horas de soledad?".

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Foto: Archivo del Escritor / Biblioteca Nacional

Foto: Archivo del Escritor / Biblioteca Nacional[/caption]

Sin embargo, cierta inquietud y la mala salud le juegan en contra a Gabriela Mistral. A pesar de su juventud, sufre de "reumatismo y romadizo" y dolores de cabeza. "¡Cómo me tratan! Cómo me confunden el romadizo con mis olímpicas iras, cómo me miran peor que a las viejas chochas!", expresa. La mujer alta se siente ahogada en Los Andes. Le comenta a Alone, un invierno, que ha nevado tanto que, prácticamente, todas las semanas muere una religiosa de las Carmelitas. "Le escribiré 10 páginas contándole esto", promete.

Pero Mistral está molesta. "He tenido como una losa de plomo sobre mi cabeza", le cuenta a Alone, y le confiesa que no quiere contestar las cartas que le llegan. "No quiero contagiar de mi lepra a los demás", señala, y en otra recalca: "Esperé tener calma para escribirle, a fin de no estallar como 'volcán de la cordillera'".

Gabriela Mistral vive momentos complejos. Es 1917 y pide traslado del Liceo de Los Andes, pero al parecer no hay respuesta favorable. Aún falta un par de años para llegar más lejos: Pedro Aguirre Cerda, como ministro de Instrucción Pública, la nombrará directora del Liceo de Punta Arenas, en 1919.

Antes de que eso ocurra, Mistral vive la angustia. "Yo tengo jefes en muchas partes, hasta en el purgatorio", le dice a Alone, y le cuenta que no irá a la ciudad de Concepción, "yo no puedo ir allá", pero añade: "Iré a Rancagua". Luego la poeta habla de las gestiones de buena voluntad de Luisa Fernández, ante el ministro de Educación. Ella es la madre del poeta Vicente Huidobro, pero "sé que estos cambios los hacen los políticos", entre los cuales, señala, "no creo contar con nadie".

En otra breve misiva Mistral vuelve a referirse a un posible traslado. "¡Alguien ha señalado Osorno! Es demasiado duvalesco el destierro. En fin, me haría pastora de ovejas, que abundan en esa zona, i mataría alemanes...", recalca. La definición de "duvalesco" es en referencia a Juan Duval, seudónimo de Ricardo Valdés Bustamante, por aquellos años conocido en el mundo cultural y enemigo público de la poeta.

"Hay sentimientos encontrados, donde ella expresa sus rabias, sus temores, inquietudes, dudas, está esa incertidumbre que no sabe adónde la van a enviar", comenta sobre ese período Claudia Tapia, encargada del Archivo del Escritor, de la Biblioteca Nacional, quien cuenta que en sus bodegas conservan 13.382 cartas de Mistral. Y sobre su escritura, agrega: "Ella era bastante irónica cuando le molestaba algo, era muy directa, incluso en sus cartas. Era una mujer que no escondía nada y que decía lo que sentía".

"No he dado hijos"

En sus inicios, el mayor logro de Gabriela Mistral fue alcanzar el primer premio en el concurso de los Juegos Florales, organizados por la Fech en Santiago, en diciembre de 1914. Tres años después se publican los libros escolares editados por Manuel Guzmán Maturana. En uno de esos ejemplares Mistral publica más de 50 textos que serán la base de su primer libro, Desolación. Editado en 1922, en Nueva York, la tercera edición incluyó un prólogo de Alone.

En ese libro está, por ejemplo, el poema Piececitos, que la artista daría a conocer mucho antes en libros escolares. "Sin esos versos, la mitad de mi alma quedaría ignorada; se me conocería solamente en versos salvajes (...). He querido, en esos versos escolares, pagar mi deuda de mujer para con la naturaleza: no he dado hijos, pero educo a los ajenos", señala en 1917, y aunque tiene presente que algunos la han ridiculizado, para ella "son la parte más querida de mi producción".

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Foto: Archivo del Escritor / Biblioteca Nacional[/caption]

Alone ha publicado su única novela, La sombra inquieta (1915), inspirado en la muerte de Shade. Es el seudónimo de Mariana Cox, fallecida en 1914, acaso la primera mujer chilena en dedicarse profesionalmente a la escritura. Alone había escritor un perfil sobre ella en la revista Pacífico Magazine.

"Para que una escritora se revele y surja entre nosotros, necesita ser un temperamento extraordinario, con dotes no solo de talento, sino de carácter", le escribe Mistral, conmovida por la muerte de la escritora. "Lloré por la dulce i bien querida Shade i recé por ella (...). Mariana Cox ha muerto i ya es igual a las mujeres de todas las clases sociales", remarca la poeta, quien también escribirá un poema titulado La sombra inquieta. "Era usted i no otro quien debía escribir este libro", le comenta Mistral a Alone, y agrega: "Su estilo es un hechizo".

En una carta posterior le escribe en cama. La poeta aún inédita comenta a su amigo: "Tengo material para dos libros: uno con material escolar: prosa i poesía; otro... con versos de la juventud", y luego reflexiona: "Debo publicarlos juntos (...). Quiero que la edición no sea mui pobre i no tengo dinero completamente libre para estos lujos (...). Jamás me impondré un sacrificio pecuniario por exhibir mi tristeza. Por no publicar versos, nadie va a morirse". Y finaliza: "No creo, Alone, que mis libros sean un éxito, ni intelectual ni de librería".

La joven de Los Andes está leyendo a Gorki y a Guy de Maupassant. Habla de Teosofía. Lee el Libro de Job: "Fuente de éxtasis cotidiano", anota la mujer que reza y duda. "Usted no cree i yo creo o creo creer", afirma y pregunta: "¿Sabe que es el sitio que, por excelencia, me hace atea? Pero no de un ateísmo plácido y resignado, no, del ateísmo mordido de blasfemias. Porque la injuria más grande de Dios a la carne que he padecido tiene que SER EL NO SER". Hasta que llega la hora de despedirse. "Hasta luego, Alone", le dice Mistral. "Me gusta mucho decir su seudónimo: ¡Arranca de un concepto tan verdadero i tan amargo!".

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