Domingo 20 de octubre de 2019. En medio de las manifestaciones sociales que estallaron dos días antes, y que venían precedidas de las evasiones masivas en el Metro comandadas por estudiantes secundarios, en distintos puntos de Santiago sonó “El baile de los que sobran”, canción de Los Prisioneros e himno de la generación de los ’80.
La frase "Nadie nos quiso ayudar de verdad" fue parte de los coros multitudinarios que marcaron las jornadas del fin de semana recién pasado.
Pese a la gran presencia policial y militar en las calles estos días, en pleno Estado de Emergencia, muchos siguieron cantando y manteniendo las movilizaciones, incluso ya iniciado el toque de queda.
La sorpresa de Pateando Piedras
La época de la génesis de "El baile de los que sobran" mantiene elementos que se han visto estos días a lo largo de Chile. Corría 1986 y el panorama estaba "lleno de fogatas, balazos y militares escondidos en todos lados", según recuerda Claudio Narea en Mi vida como Prisionero, su autobiografía.
Jorge González, Miguel Tapia y Narea ya tenían un disco en su carrera como Los Prisioneros, La voz de los '80, el cual estaba cargado al sonido guitarra-bajo-batería.
Reacio a mantener la fórmula, González, la mente creativa tras la banda, dio un golpe de timón en esa época y buscó un sonido más enfocado al uso de cajas de ritmos y teclados, con programaciones de sonidos incluidas.
Acompañados del ingeniero y productor Alejandro "Caco" Lyon, quien estuvo con ellos en su debut discográfico, Los Prisioneros se aventuraron en su nuevo trabajo de estudio. Ahí canciones como "Muevan las industrias", "¿Por qué no se van?", "Quieren dinero" y "Por favor" iban adquiriendo su forma definitiva (la última de las enumeradas se llamaba inicialmente "Ellos dicen no" y tenía una letra totalmente distinta).
Sin embargo, las sesiones no fueron fáciles. O, mejor dicho, el volver a casa. El siguiente relato de Claudio Narea, en su autobiografía, puede ser fácilmente ubicado en octubre de 2019.
"En el tiempo en que grabábamos el disco <em>Pateando piedras</em>, volvíamos nerviosos junto a Miguel del estudio, pues habían anunciado una protesta para aquella noche. Cargaba mi guitarra eléctrica dentro de su estuche cuando llegó el momento de bajamos del metro y caminar rumbo a nuestras casas. Era tarde. A lo lejos se escuchaban los balazos de la protesta, y que por supuesto nos inquietaban. De algún modo estábamos acostumbrados a ese sonido porque era algo habitual en nuestros barrios, pero no por eso teníamos ganas de correr peligro. Caminamos por la calle Tristán Matta las cuatro largas cuadras que van desde Gran Avenida hasta la casa de Miguel, quien, antes de despedirnos, me pidió que tuviera cuidado. Era peligroso caminar en días como esos después de las diez de la noche. Quedaban aún tres largas cuadras para llegar a mi casa y con mi pesada carga a cuestas. Al llegar a la carretera Norte Sur me encontré con un grupo de militares, quienes me detuvieron y me interrogaron. Uno de ellos, mirando con desconfianza el estuche negro, me dijo: '¿Qué llevas ahí?'. Le contesté que era una guitarra y se la mostré. Se quedó tranquilo y me dijo que me fuera. Crucé rápido la carretera por la calle Departamental, me faltaba poco para llegar a mi casa, cuando de pronto aparecen más militares, los que me volvieron a cuestionar la maleta que llevaba a cuestas. Les expliqué que solo era una guitarra, cuando de pronto uno de ellos me ordenó: 'A correr'. Yo no comprendí de inmediato y volvió a gritarme molesto: 'A correr'. Estaba muy cansado, ya eran muchas las cuadras que llevaba caminando, pero ante un militar que me daba una orden como esa no podía sino obedecer. Con mi pesada guitarra en la mano corrí lo más rápido que pude pensando en que ellos me iban a disparar. En ese escenario lleno de fogatas, balazos y militares escondidos en todos lados, estuve seguro de que me iban a disparar. Extenuado llegué a la puerta de mi casa y le conté todo a mi papá".
Tras tres meses de grabaciones, a González se le ocurrió una nueva composición. "La hice con una caja de ritmos chiquitita que me prestó el Miguel Conejeros de los Pinochet Boys. Quería hacer un tema como los de Heaven 17, o Depeche Mode", contó el artista nacional en el sitio web oficial de Los Prisioneros (declaraciones que rescató Memoria Chilena).
Cambios por aquí, otros por allá, con aumento de tempo respecto de la original, añadiendo una guitarra acústica tocando DO-SOL-DO-FA al inicio y colocando el icónico sample de un perro ladrando, nació "El baile de los que sobran". Así la resume Freddy Stock en Corazones Rojos, biografía no autorizada de Los Prisioneros.
"La última canción del álbum se hizo como relleno, se llamaba 'El baile de los que sobran'. Era una suite de seis minutos, un grito de desamparo que se convertiría a la postre en el tema más potente de todos, en un precioso himno de protesta en el continente entero" - Freddy Stock, <em>Corazones Rojos</em>.
Los que se unieron al baile
En septiembre de 1986 Los Prisioneros finalmente lanzaron Pateando Piedras. "Es un disco fuerte y es un disco muy diferente a todo lo que se hacía en esa época. Esa es una de las cosas que más impactó", recordó Jorge González en una autoentrevista realizada en 2014.
Pese al cariño que González le tiene a canciones como "Muevan las industrias" -para la cual arrendó una drum machine Linn, como relató en la misma autoentrevista-, "El baile de los que sobran" fue "el primer éxito radial del trío, y con el cual pasaron de tocar frente a audiencias de doscientas personas a estadios de diez mil", según asegura Freddy Stock en su libro.
¿Cómo poder dimensionar, en parte, el rápido enganche con la creación de González, que terminó transformándose en un himno? Acá un antecedente: la ya extinta revista Apsi publicó en junio de 1987 un reportaje llamado "Juventud chilena en los '80: la esperanza acorralada". En él se exponía que de acuerdo al "Instituto Nacional de Estadísticas (INE), en el período abril-junio de 1986 había en Chile cerca de un millón de jóvenes desocupados".
Volviendo a Los Prisioneros, tras publicar el disco, el trío de San Miguel se embarcó en la respectiva gira promocional. Tal como contaba Stock, un recinto grande esperaba por el conjunto, en este caso el Estadio Chile, con dos shows que se realizaron en noviembre de 1986. Pese a la censura que sufrieron, ambos conciertos tuvieron recinto a máxima capacidad.
"Hay varios que no pueden llegar a la universidad y otros que tienen plata, sí. Eso es una injusticia. Pienso que el mejor tema de Los Prisioneros es 'El baile'. Los Prisioneros son el grupo del pueblo", afirmó uno de los asistentes, en un registro documental de Ictus-Teleanálisis (dirigido por Cristián Galaz).
Aunque Claudio Narea no estuvo conforme con el sonido final del disco, afirmando que es "frío", nunca dudó de ensalzar la creación de su excompañero de banda. "Estaba claro que 'El baile de los que sobran' era el tema del disco. La mejor canción, un clásico absoluto, que por supuesto también me gusta", contó en su autobiografía.
"La llegada del Pateando piedras y su cantidad de singles exitosos hizo que la banda se transformara en una muy importante en Chile y en otros países. De hecho, con este disco salimos por primera vez a tocar fuera de Chile, fuimos a Uruguay al poco tiempo y luego a Argentina. Y así", recordó el mismo Narea en entrevista con La Hora en septiembre de 2016, fecha en que se cumplieron tres décadas del álbum.
Por otro lado, en enero de 2017 se realizó la Cumbre del Rock Chileno. En la ocasión, Jorge González realizó su último show en vivo. La última canción que cantó en un escenario fue precisamente “El baile de los que sobran”.