El vuelo de la luciérnaga: la participación de los chinos en la Guerra del Pacífico se transforma en cómic
Publicado este mes, el trabajo de Vicente Wilson y Cristóbal Torres se adentra en el rol importante que tuvieron los asiáticos el conflicto entre Chile y Perú, además de relatar las condiciones deplorables en las que estos trabajaban en el siglo XIX en Sudamérica. Uno de sus autores habla con Culto sobre el proceso creativo.
El ejercicio en estos tiempos es simple, casi automático. Cuando una persona con acceso a Internet -y uso frecuente de este- está interesada en saber algo en particular, lo busca en Google. El caso nuestro es conocer más de la Guerra del Pacífico. Ahí, uno de los sitios más recomendados es Memoria Chilena, que funciona como "un centro de recursos digitales que presenta investigaciones basadas en documentos digitalizados pertenecientes a las colecciones de la Biblioteca Nacional de Chile".
Dentro del sitio, y en base a nuestra búsqueda, se despliega gran cantidad de fotografías, tipo retrato, de la época. Tomás Yavar, Erasmo Escala, Diego Dublé Almeyda, Eleuterio Ramírez y Arturo Prat son algunos de ellos. También aparecen algunos cabos que, tras el conflicto con Perú, muestran sus piernas amputadas. Todos dan la impresión de ser chilenos. Sin embargo, hay otros que también participaron en la guerra y poco se les menciona.
Los chinos que trabajaron como esclavos en algunos sectores de Perú fueron un punto importante. Por ello, Vicente Wilson y Cristóbal Torres se propusieron contar la historia tras ellos, pero de una manera más digerible. "Lo que queríamos mostrar era que nuestra historia, que vimos en el colegio, tiene personas reales metidas adentro que las hemos olvidado o que no las hemos reconocido", cuenta Torres a Culto.
Los inicios del proyecto
<em>"Una serie de robos inquietan a la ciudad de Santiago de comienzos del siglo XX. Su pista apunta hacia la comunidad china, de la que Dong Hu forma parte. El presente de Dong es sombrío, absorto en su pipa y en los humos que emanan de ella, pero su cabeza está llena de recuerdos extraordinarios. La Guerra del Pacífico, de la que es veterano por un raro giro de la providencia, es el telón de fondo de sus recuerdos, que se hallan marcados por la experiencia de la amistad, por el dolor que es connatural a las guerras y por la persistencia de una fantasía que la realidad no logra disipar".</em>
Así es como se presenta El vuelo de la luciérnaga, que repasa la travesía de tres amigos chinos junto a miembros del ejército chileno.
Wilson, sociólogo de profesión, estuvo a cargo de construir la historia y fue quien comenzó el proyecto. Ya con la idea más armada, contactó a Cristóbal, ingeniero amigo suyo que se dedicaba a la pintura desde el colegio. Y ya ambos juntos, comenzaron a moldearse el uno al otro para poder funcionar como conjunto. "Trabajamos mucho con el Museo Histórico Militar. La primera fuente fueron los escritos de (Benjamín) Vicuña Mackenna. En el Museo les encantó la idea y pusieron a disposición su material", recuerda Torres.
Ni Torres ni Wilson habían desarrollado un cómic, pero terminaron dándose cuenta que era el mejor medio para el relato que buscaban. El ilustrador cuenta que sus primeros diseños partieron en marzo de 2018 y tuvo que renunciar a su trabajo para dedicarse a finalizar el cómic, el que tuvo sus últimos retoques en marzo de 2019. "Fue de inmediato novela gráfica, porque no queríamos que solo fuese leído por las mismas personas que leen libros de historia. Queríamos que esto lo leyeran jóvenes, personas que no conocen esta historia, que no se les ha pasado en el colegio o que en el fondo son más reacios a leer cosas históricas", añade.
La luciérnaga por encima de la guerra
Pese a tener un eje histórico en su presentación, El vuelo de la luciérnaga tiene otra senda en paralelo: uno de los protagonistas desaparece entre la transa de peones, el cual es buscado por sus otros dos amigos. Y esa historia es la que se superpone a la Guerra del Pacífico, lo que hace menos denso el relato.
"Queríamos que fuese una historia contada desde sus personajes, porque muchas veces pasa que en la novela histórica los focos están puestos en los eventos. Nosotros lo encontrábamos súper desabrido. Queríamos que se transmitiera que eran personas reales, con vulnerabilidades, amistades, anhelos y dolores las que estaban viviendo esta historia tan particular. Entonces nosotros pasamos mucho tiempo pensando diseñando a los personajes, tanto en su ilustración cómo en su personalidad", asegura Cristóbal Torres.
Y así como existen ejes del relato, también hay varios elementos que lo apoyan. Ciudades ideales y paradisíacas que terminan convirtiéndose en lugares atrapados en luchas de poder, como también el acto de fumar hierba para trasladar a los protagonistas a otros lugares de tiempo y espacio (similar a lo ocurrido en Érase una vez en América) son parte de lo mostrado en las páginas.
Siguiendo en la senda de los elementos y pese a lo crudo de los retratos de la Guerra del Pacífico -como comentamos al inicio de esta nota-, El vuelo de la luciérnaga tiene uno particular para generar distensión: el perro HongHong, que está por encima de todas las concepciones humanas, especialmente la que rodea a los personajes, que es la guerra. "Esta es una historia que igual es dura, con unos compadres que pasan de la esclavitud a la guerra. HongHong lo que permite es soltar un poco a veces el ánimo", cuenta el ilustrador.
Así y todo, igual aparecen personajes como el vicealmirante de la Armada de Chile Patricio Lynch, la sargento y cantinera Irene Morales, y Arturo Villarroel, este último uno de los fundadores del Cuerpo de Bomberos de Santiago, y que también participó del conflicto con el vecino país.
Dado el carácter lúdico e histórico del libro, aprovechamos de consultarle a los creadores de El vuelo de la luciérnaga se ven con su cómic en los colegios. "Qué rico sería que tal vez en vez de leer los mismos libros de siempre, puedan leer un libro que sea entretenido y de la propia historia que tenemos", cierra Torres.
Cristóbal Torres, Vicente Wilson.
Trayecto Editorial.
112 páginas.
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