A lo largo de su extenso trabajo literario, William Shakespeare se convirtió en una especie de cronista histórico de su suelo natal, al desplegar en gran parte de su obra una mirada a la política y la monarquía inglesa, donde reyes y príncipes luchan por el poder y su propia supervivencia. Entre ellas se cuentan las piezas aunadas bajo el título en inglés de Henriad, una tetralogía compuesta por Ricardo II (1595), las dos partes de Enrique IV (1596) y Enrique V (1597), que, basada en acontecimientos del siglo XV, muestra la llegada al trono de la Casa de Lancaster.
Una mezcla de sucesos marcados por la política y la diplomacia, como también la guerra y la traición, que son la inspiración de El rey, la cinta basada en las obras de Shakespeare que se sumó esta semana a la oferta original de Netflix. Un drama histórico dirigido por el australiano David Michôd (Animal kingdom) que tiene como eje la figura del Príncipe Hal, encarnado por Timothée Chalamet, y cómo pasa de ser un despreocupado adolescente a regir Inglaterra como Enrique V.
El relato de la cinta, que debutó en el pasado Festival de Venecia, se inicia cuando Henry o Enrique, mejor conocido como Hal, no demuestra interés en heredar el trono que su padre, Enrique IV (Ben Mendelsohn), le quitó a Ricardo II. Pero la muerte de su tiránico progenitor lo empuja al poder y se ve obligado a afrontar el estilo la vida que había intentado esquivar. Como Enrique V, deberá manejar la política del palacio, como también el caos y la guerra que heredó de su padre.
Tras su estreno en Venecia, la mayor parte de los críticos recibieron de manera positiva la realización, aunque Peter Bradshaw, de The Guardian, afirmó que "gran parte de la poesía y la sensación de pérdida del relato original se han ido en esta versión descafeinada de la historia".
Sin embargo, para Tomris Laffly, comentarista de RogerEbert.com, El rey presenta "cosas importantes que decir sobre las instituciones de poder contemporáneas y corruptas, e incluso los peligros de la hegemonía masculina".