Hace 35 años, los amantes de la ciencia ficción apostaron por una película titulada Terminator, que llegaba a las salas bajo la dirección del canadiense James Cameron, quien hasta el momento había dirigido Piraña 2. Luego de 15 minutos de relato, donde habían sido testigo de la caída de dos hombres desnudos en medio de la ciudad, comprendieron que estaban ante una de las tramas más singulares del género hasta el momento.

En esa cinta de 1984, Cameron presentó al mundo al androide T-800 (Arnold Schwarzenegger), que había sido enviado desde el futuro para exterminar a Sarah Connor (Linda Hamilton) antes de que pudiera engendrar al líder de la rebelión, John Connor. Y para evitar que sea eliminada, Connor envía a su vez a Kyle Reese (Michael Biehn).

Varias décadas después y tras secuelas que dieron forma a una saga, entre ellas la segunda cinta de 1991 -Terminator: el juicio final- y otras que son mejor olvidar, la serie revive con un sexto largo que trajo a sus filas a viejos conocidos: Cameron como productor y a Hamilton y Schwarzenegger como Sarah y el T-800.

Sin embargo, Terminator: destino oculto ofrece algunos giros en relación a las dos primeras cintas, que son con las que está conectada. Esto porque sus personajes principales son mujeres de diversas razas, edades y orígenes, y ahora en el futuro ya no existe Skynet, sino que es Legión la que ha creado un mundo dominado por las máquinas.

Sus primeros segundos ofrecen un desenlace alternativo a lo conocido en El juicio final, cuando Sarah y John son rastreados por un T-800 que mata al chico. Después la historia se traslada a México, dos décadas más tarde, cuando Grace (Mackenzie Davis) salva a Daniella Ramos (Natalia Reyes) del ciborg REV-9 (Gabriel Luna). A ellas se sumará una madura Sarah e irán en busca de un misterioso individuo.

Así se inicia la cinta dirigida por Tim Miller (Deadpool) que se presenta como una buena adición a la saga, aunque en momentos su giro femenino se sienta algo forzado. Sin embargo, cumple gracias a sus efectos especiales, buenas secuencias de acción y la presencia de Hamilton y Schwarzenegger como ejes de sus mejores momentos.