En 1967, tras el rodaje de Solo se vive dos veces, Sean Connery comunicó que no continuaría interpretando a James Bond. Las fuertes diferencias con los productores de la saga, Albert R. Broccoli y Harry Saltzman, y la perdida de interés del actor escocés hacia el personaje, lo hicieron terminar su relación con 007. Sabiendo el riesgo que corría al reemplazar a Connery, por la popularidad que el agente alcanzó con él, Broccoli inició la búsqueda de un sustituto tras el estreno de su última cinta. El elegido fue el australiano de 29 años George Lazenby, quien había sido modelo y trabajado en comerciales, pero no tenía experiencia en la actuación.
En su primera reunión con el director Peter R. Hunt, Lazenby mintió sobre su experiencia actoral. Sin embargo, fue seleccionado porque logró que Broccoli y Saltzman simplemente lo consideraran para el papel. "Si conseguiste engañar a dos de los bastardos más despiadados del negocio, eres un actor", le afirmó el cineasta tras su casting. Poco después, en octubre de 1968, el australiano estaba en Berna, Suiza, rodando sus primeras escenas en Al servicio secreto de su majestad, la sexta cinta de Bond que debutó en diciembre de 1969 y la única con él como protagonista.
"Creo que mi película envejeció bastante bien", le aseguró en octubre pasado Lazenby a The Sunday Post, en una entrevista por el medio siglo de la cinta que pasó a la historia como la más singular de la saga de acción. "Cincuenta años después todavía estamos hablando de ella y me han dicho que grandes directores como Steven Soderbergh y Christopher Nolan la consideran la mejor. Tienen buen gusto".
Una afirmación que parecería subjetiva si se miran críticas de la época -Tom Milne, de The Observer, dijo que "confío que será la última de las películas de James Bond"-, pero que con el paso de los años fue sumando adeptos. Entre los puntos que siempre destacan se cuentan el cambio de actor y cómo el guión dio un giro, alejando al agente de su lado físico y seductor, dotándolo de un carácter más "humano".
Lazenby no es Connery, ya que carece de su arrogancia, pero lo que podría ser algo negativo termina siendo su mayor fortaleza. "La película nos da un Bond capaz de ser vulnerable, que puede mostrar miedo y angustia. Lazenby es ese hombre y su actuación es excelente", afirmó en 2005 el periodista británico Brian Fairbanks. En 1988, su colega estadounidense Danny Peary ya había escrito que Lazenby "es apropiado en el mundo deprimente que se encuentra. Parece vulnerable y nervioso a veces".
En Al servicio secreto de su majestad, 007 continúa la búsqueda del villano Blofeld (Telly Savalas), quien amenaza al planeta con propagar un virus que destruirá todas las cosechas, con la ayuda del grupo de chicas conocido como los Ángeles de la Muerte. Aquí es donde aparece otro de los puntos distintivos del largometraje: a pesar de que en el camino de Bond se cruzan muchas mujeres y él despliega sus dotes de seductor, solo una se convierte en el eje de sus pensamientos: Tracy.
En su papel de Teresa di Vicenzo, o Tracy, Diana Rigg -famosa entonces como Emma Peel de Los Vengadores y reconocida en los últimos años como Olenna Tyrell de Game of thrones- conquista al agente y lo lleva al altar, y dibuja uno de los primeros personajes femeninos tridimensionales de la serie. Ella sonríe en ropa interior, pero se muestra casi igual a su contraparte masculina: es inteligente, utiliza a 007 y protagoniza escenas de acción.
Y es en la acción donde también se destaca la cinta. Por primera vez en largo tiempo, Bond espía en lugar de resolver cada problema con un dispositivo tecnológico, enfrentando algunas de las acrobacias más peligrosas de la saga, como cuando escapa de la clínica de Blofeld. Escenas donde son claves las técnicas de edición de John Glen, con cortes rápidos que hacen literalmente volar a los criminales. Todo complementado por una de las bandas sonoras más emocionantes de John Barry para la serie.
En noviembre de 2013, el cineasta Steven Soderbergh escribió en su sitio Extension 765 que "para mí no hay duda de que cinematográficamente Al servicio secreto de su majestad es la mejor película de Bond y la única que vale la pena ver repetidamente por razones distintas al puro entretenimiento". Aunque su colega Christopher Nolan se le había adelantado. En 2010 aseguró que también era su filme favorito, porque "hay un tremendo equilibrio entre acción y romanticismo, tragedia y emoción".