La leyenda urbana afirma que al finalizar el rodaje de Tierra de Zombies –en inglés Zombieland-, a inicios de 2009, Woody Harrelson se habría acercado a sus creadores y guionistas, Rhett Reese y Paul Wernick, para afirmarles, mientras los abrazaba, que: "Nunca había querido hacer una secuela en las películas anteriores que he hecho… hasta ésta". Algunos meses después, en octubre de ese mismo año, la película llegó a las salas de Norteamérica, convirtiéndose en la número uno de la taquilla el fin de semana, al recaudar más de US$ 24 millones, un verdadero récord para una cinta de muertos vivientes.
En su relato se conoció una historia ambientada luego de que Norteamérica fuera asolada por la enfermedad de la Vaca Loca, la que al contagiarse a los humanos los transformó en zombis. Entre los pocos no afectados se encontraba un estudiante universitario (Jesse Eisenberg) que decidió ir a su ciudad natal, Columbus, Ohio, para ver si sus padres seguían con vida. Al perder su auto, continuó su viaje a pie, encontrándose con un cazador de zombis (Woody Harrelson) que se presentó ante el chico como Tallahassee, ya que provenía de ese lugar.
Más tarde, Columbus –como se renombró el muchacho- y Tallahassee se cruzaron en el camino de las hermanas Wichita (Emma Stone) y Little Rock (Abigail Breslin), que en un comienzo parecían más inocentes de lo que realmente eran. Así se conformó el cuarteto protagónico de una de las cintas más famosas del subgénero de los zombis –a su éxito en taquilla también se suma el visto bueno por parte de la crítica, con un 90% de aprobación en Rotten Tomatoes-, cuya secuela tomó varios años en concretar.
Sin embargo, el pasado 18 de octubre, al cumplirse los 10 años del estreno de la cinta original, debutó en Norteamérica Zombieland: Tiro de Gracia, la continuación de las aventuras de Wichita, Little Rock, Columbus y Tallahassee, con sus actores originales, entre ellos el más que interesado en una secuela Woody Harrelson, reinterpretando a los cazadores de zombis una década después, nuevamente bajo la dirección de Ruben Fleischer.
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En la cinta, que este jueves de estrena en Chile, el público se reencuentra con el cuarteto asumido como una familia disfuncional, con Tallahassee (Harrelson) como la figura paterna, cuando llegan a una abandonada Casa Blanca, en Washington D.C. Aquí, disfrutan de las distintas comodidades del antiguo símbolo del poder de EE.UU., hasta que Wichita (Stone) entra en pánico, luego de que Columbus (Eisenberg) le propone matrimonio, y escapa del lugar en compañía de su hermana Little Rock (Breslin), quien ahora ya es adulta.
En su camino de huida, a bordo de la amada camioneta de Tallahassee, las chicas conocen a Berkeley (Avan Jogia), un pacifista joven que se dirige a la mítica zona libre de zombis, conocida como Babylon, y quien de inmediato llama la atención de Little Rock. De forma paralela, en una incursión a un mall en ruinas, Columbus descubre a Madison (Zoey Deutch), una rubia y algo descerebrada chica que se ha mantenido a salvo escondida en un gran refrigerador.
A pesar de la negativa de Tallahassee, Madison se les suma en la Casa Blanca y un poco después se transforma en la nueva compañera de Columbus, justo en el momento que hace su retorno Wichita, tras haber sido abandonada por su hermana y Berkeley. Ante esto, el reformulado cuarteto retoma el camino para dar con el paradero de la pareja de fugitivos, conociendo poco después a otros humanos sanos: Nevada (Rosario Dawson), Albuquerque (Luke Wilson) y Flagstaff (Thomas Middleditch).
De esta manera, no solo se multiplican los personajes, sino también los problemas entre el grupo y su entorno, con la presencia de renovados zombis. Entre ellos el Homero, tan incompetente como el patriarca de los animados Simpson; el Hawking, con la sagacidad del físico inglés; el Ninja, que nadie ve venir, y el T-800, que como el homónimo ciborg de la película Terminator es casi invencible.
Esto confiere a Zombieland: Tiro de Gracia una narración de acelerado ritmo, donde nuevamente son claves el humor y las escenas de acción, casi siempre marcadas por el desmembramiento de muertos vivientes. Como el propio Eisenberg lo afirmó en una entrevista reciente con el sitio Inverse: "Es una comedia de zombis, por lo que tiene un marcado bajo perfil, muy accesible, donde simplemente se matan zombis", agregando que la secuela mantiene "el sentimentalismo de sus personajes con respecto a la original", un factor clave para el éxito de la cinta de 2009.