El selecto legado de Radio Beethoven en el dial
La emisora clásica del 96.5 cierra sus transmisiones la noche del sábado 30 de noviembre. Con 38 años de existencia ininterrumpida, la estación no sólo difundió música clásica, sino que también contribuyó a las primeras visitas de músicos como Zubin Mehta y puso en el aire a Los Prisioneros o Inti-Illimani en tiempos difíciles.
"Los Arrau no son una casualidad en Chile", comenta Adolfo Flores Sayler (1941) a eso de las 9.30 de la mañana a propósito de la fiel audiencia de Radio Beethoven. Está ahí desde las 7.15 AM, bebe un café expreso y vive los últimos días como director de la señal que concluirá sus transmisiones el próximo sábado 30 de noviembre. A pesar de todo, Flores tiene confianza en que la única emisora dedicada completamente a la música clásica en Chile desde 1981 volverá por otros medios: sin confirmar nada da a entender que una de las salidas posibles es la reconversión de Beethoven FM en una señal online.
Las razones de su optimismo tienen que ver con hechos múltiples, desde la petición con 44 mil firmas en el sitio web Change.org que busca la continuidad de la radio hasta conversaciones con taxistas que le declaran su fe irrestricta al 96.5 en frecuencia modulada. "La Fundación Beethoven hace conciertos todos los años en la Quinta Vergara y van 15 mil personas como promedio. Yo he visto hasta gente colgada de los árboles. Eso nos dice que en el país hay interés en la música clásica", comenta quien hace 38 años levantó la emisora sin tener experiencia previa en radiofonía y sólo alimentado por la confianza propia y la energía incombustible de su socio Fernando Rosas Pfingsthorn (1931-2007).
"Nuestra cobertura es chiquitita, nunca hemos sido una radio grande en términos de llegada a otras ciudades por razones de tipo técnico. Estamos sólo en Santiago. Sin embargo, desde que se creó la versión online (Beethovenfm.cl) nos dimos cuenta que nuestra audiencia era realmente grande en Chile", ejemplifica Flores Sayler. "Para nuestro concurso de piano Toca el Cielo, por ejemplo, reunimos a 18 mil participantes, 18 mil RUT diferentes. Eso es increíble para la cantidad de habitantes del país", añade el director, quien en los años 60 y 70 fue además un connotado contrabajista y miembro del Sexteto Hindemith.
Junto a Fernando Rosas, Flores echó a andar la radio un día 16 de marzo de 1981, el de su cumpleaños. "Fernando Rosas estaba de cumpleaños en agosto, así es que habría que haber esperado mucho. Partimos un poco a los empujones en el dial, causando cierto ruido cuando empezamos la transmisión", comenta Flores, quien conocía a Rosas desde los tiempos que crearon el Instituto de Música de la UC en los años 60.
Poco tiempo después del golpe militar, Flores y Rosas salieron de la Universidad Católica, pero al mismo tiempo crearon la Agrupación Beethoven, el antecedente directo de la radio Beethoven y de la Fundación Beethoven, que aún realiza temporadas de conciertos anuales. Flores recuerda: "En el año 1976 no venía nadie a Chile. Por suerte yo conocía a Leonard Bernstein desde mi época de estudiante en Estados Unidos. El nos hizo los contactos necesarios con un representante de músicos para poder traerlos al país. Así fue como nuestras primeras temporadas en la Agrupación Beethoven fueron espectaculares: empezamos con Ravi Shankar y luego vino la flor y nata de la música clásica mundial, entre ellos el Cuarteto Amadeus, el conjunto I Musici o el Trío Di Trieste. Luego Les Luthiers. Y ya a inicios de los años 80, Zubin Mehta con la Filarmóncia de Nueva York, que fue transmitido por Canal 7".
Espacios emblemáticos
Desde los primeros minutos del domingo 1 de diciembre, el 96.5 FM del dial será ocupado por una estación evangélica (después de que grupo Copesa vendiera la señal) y en las últimas semanas, la radio Beethoven ha estado emitiendo una serie de programas especiales, varios a modo de recuerdo y despedida. Sus trabajadores son tan fieles como sus radioescuchas, entre ellos los técnicos en sonido y programadores José Oplustil (51) y Sergio Díaz (59), quienes casi llegaron desde la universidad a la emisora, como estudiantes en práctica y como seguidores de la 96.5 FM.
"Yo llevo 35 años y tres meses en la radio", cuenta Sergio Díaz, que arribó en septiembre de 1984 y estuvo a cargo de al menos dos espacios muy recordados: Interfase, dedicado al rock progresivo y al chileno, y el Compositor de la Semana, un monográfico de amplia audiencia. "Esta es una radio clásica, pero siempre hubo programas dedicados a todo tipo de géneros, pues la filosofía de don Fernando (Rosas) era que la única clase de música era la buena música", dice Díaz.
El hombre de Radio Beethoven echa a andar la memoria: "Me acuerdo que cuando yo aún estudiaba Tecnología en Sonido en la Universidad de Chile envié unas composiciones electrónicas a fines de 1983 al programa Fusión Contemporánea del productor Carlos Fonseca, quien tenía la disquería Fusión y luego sería manager de Los Prisioneros. Para mi sorpresa, mi obra quedó seleccionada junto a material de Igor Rodríguez (luego vocalista de Aparato Raro) y Los Prisioneros. Esa fue la primera vez que el grupo de Jorge González se escuchó en una radio, antes de grabar su primer disco. Fue también mi debut y despedida de la creación musical".
Sergio Díaz, que antes de Radio Beethoven fue técnico en el Café del Cerro, también recuerda un curioso episodio de abril de 1987, en plena dictadura: "A pesar de que la Beethoven era la única radio FM que en esa época difundía a Inti-Illimani, Quilapayún o Víctor Jara en el programa Concierto Latinoamericano (conducido por Enrique Monje Yáñez), nosotros nunca sufrimos la censura. Lo que sí nos pasó es que el Frente Patriótico Manuel Rodríguez se tomó la radio cuando estábamos en la dirección de calle Marcel Duhaut (cerca de Plaza Las Lilas, en Providencia). Fueron tres o cuatro tipos en la noche. Amedrentaron al control de turno y al nochero, pero al final se portaron bastante bien y no hicieron nada malo aparte de poner una cinta de cassette con su proclama. Luego, claro, llegaron las Fuerzas Especiales".
También técnico en sonido es José Oplustil (51), quien ha tenido a su cargo desde 1995 el espacio Siglo XXI, uno de los programas históricos de la radio, con 24 años de existencia. "Yo llegué a hacer la práctica a Radio Beethoven en septiembre de 1988 y me quedé hasta hoy. En principio, lógicamente, el programa se llamaba Siglo XX. En la radio había como 100 discos compactos, que no eran tantos, porque en realidad la mayoría del material era en vinilo", rememora.
Junto a su espacio de música contemporánea, José Oplustil también estuvo a cargo de varias grabaciones para la radio. "Empezamos registrando a la Sinfónica de Chile en su teatro de Plaza Italia durante varias noches y lo transmitíamos a la semana siguiente después de editarlo y remasterizarlo. Luego seguimos con la temporada de cámara de la Universidad Católica y ya cuando Fernando Rosas creó la Sinfónica Nacional Juvenil y la Orquesta de Cámara empezamos a grabar discos. Los hacíamos en el Aula Magna de la Universidad de Santiago, que tiene una muy buena acústica, entre las 10 de la noche y las 4 de la mañana, que es cuando hay más silencio". El locutor y técnico en sonido recuerda que en ese espacio registraron la Novena Sinfonía "Coral" de Beethoven y Pedrito y el Lobo de Prokofiev, entre otras obras.
Si es que hay una voz absolutamente reconocible en Radio Beethoven es la de Patricio Bañados, quien llegó en el año 1986, a cinco años de su fundación en marzo de 1981. "Secretamente siempre tuve muchas ganas de ser parte de Radio Beethoven, un remanso del espíritu y una radio profundamente humanista, algo que siempre me pareció acorde a mi forma de ser", cuenta Bañados. "Yo escuchaba mucho la Beethoven antes de estar ahí, sinfonías de Haydn o preludios de Chopin. Me interesaba poder acompañar con mi voz estas obras, agregar algunas palabras", afirma.
El ex rostro y voz de la franja del No tiene además palabras para sus colegas en la emisora: "Tal vez lo que más voy a recordar son a mis compañeros, personas como José Oplustil, Sergio Díaz y el propio Adolfo Flores. Un ambiente tranquilo, europeo, sin zancadillas, dónde todos trabajábamos muy en armonía, lejos de aquello que los yanquis llaman la cultura del 'winner', donde sólo se busca ganar".
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