Tomás Ireland, Juan Gandulfo, Gabriela Medina, Juan Quezada, Igor Cantillana, Gladys del Río, Maité Fernández, Adriano Castillo, Jorge Boudon, Mario Montilles y César Arredondo son solo algunos de los nombres que desfilan por la historia del Teknos, el proyecto teatral puesto en marcha por estudiantes de la Universidad Técnica del Estado (UTE) en 1958.
La iniciativa, que debutó llevando ese año a las tablas Se arrienda esta casa, de Gabriel D'Harvillez, bajo la conducción de Alfredo Mariño, se convertiría cuatro años después, oficialmente, en el teatro de esa institución académica. Desde entonces contaría con el poeta Raúl Rivera como primer director estable, mientras que las funciones pasaron de realizarse en la Escuela de Artes y Oficios (EAO) a ser montadas en la Sala Bulnes, en pleno centro capitalino.
Ese proceso y las vicisitudes que enfrentó el grupo son parte de la investigación que emprendieron Catalina Saldaña, Constanza Araya y Ana González, cuyo cometido desembocó en la publicación del libro Teknos. El teatro de la UTE. 1958-1977.
El volumen destaca el papel de la compañía en el ámbito de la extensión universitaria, marco en el cual no solo montó, sino también estrenó obras en zonas alejadas de las grandes urbes del país. El Teknos puso en escena piezas locales como Pan caliente (1967), de María Asunción Requena, que sumó más de 600 representaciones en Chile y en el extranjero. Asimismo, adaptó clásicos, como La escuela de las mujeres, de Molière, versión elogiada por la crítica en 1971, cuando ya las presentaciones se hacían en la Sala Talía, abarrotada de estudiantes, por lo demás, en una época en que el respectivo texto era parte del programa de lectura escolar. Precisamente en esa obra, Rivera tuvo la audacia de inventar un personaje, el de "Señorita Escolástica", para que lo interpretase Maité Fernández. Por cierto, el atrevimiento del director se extendió a otros títulos.
Una sala sin butacas
Eran los tiempos en que el carácter de universidad nacional de la UTE desplegaba sus sedes en todo el territorio, el que era recorrido por el elenco en los modestos microbuses Santiago-Peñaflor. Habiendo llegado una vez sobre esas ruedas a un sector minero del entorno de Iquique, recuerda Adriano Castillo, constataron que la sala asignada para la representación no tenía butacas, a lo que los anfitriones respondieron que allí cada cual llevaba su silla. Así ocurrió. Pan caliente comenzaba a las seis de la tarde y, cinco minutos antes, los espectadores arribaron con sus asientos a cuestas.
Las giras se intensificaron al calor de la Reforma Universitaria y el liderazgo del rector Enrique Kirberg, quien planteó el objetivo de empapar de teatro las poblaciones. En paralelo, los actores subieron el telón en Bolivia, Ecuador, Colombia y Panamá.
Con el Golpe de Estado, el Departamento de Teatro de la Universidad de Chile fue clausurado por seis meses, mientras la Escuela de Artes de la Comunicación de la UC congelaba sus matrículas. Al crimen de Víctor Jara, a la sazón funcionario de la Secretaría Nacional de Extensión y Comunicaciones de la UTE, se añadiría, en octubre de 1973, la ejecución del actor del Teknos Óscar Ripoll, a manos de la Caravana de la Muerte, y la exoneración de Raúl Rivera en 1974, quien luego partiría al exilio junto a María Asunción Requena. Para asombro de los propios miembros del elenco de la UTE, el plantel pudo seguir desarrollando su trabajo en los años inmediatamente siguientes. Ahora en la Sala Camilo Henríquez, debutarían las adaptaciones de Las bodas de Fígaro (1974) y de La fierecilla domada (1975), esta última dirigida por Gustavo Meza.
En 1976, el grupo celebraba el inusitado éxito de La familia de Marta Mardones, de Fernando Cuadra, por la que fue premiada Gabriela Medina, en el rol protagónico, mientras la obra, además, llegaba a la televisión. Precisamente entonces, y para sorpresa del mundo teatral, la autoridad universitaria decretó el cierre del Teknos, el cual se concretaría en mayo de 1977.
En sus 270 páginas, Teknos. El teatro de la UTE. 1958-1977 rescata manuscritos, afiches de funciones, recortes de prensa y, especialmente, fotografías de valor histórico. Entre ellas, las que muestran a parte del elenco de Pan caliente (1967), con Guillermo Núñez a cargo de la escenografía; a Alejandro Cohen en calidad de director invitado en La transformación (1968); a Maité Fernández y Luis Alarcón en Mariana Pineda (1969); a Sonia Viveros y Patricio Villanueva en Homo chilensis (1972); a Adriano Castillo en Volpone (1973), y a Gladys del Río y Jorge Boudon en La viuda astuta (1975).