Los Reyes: desenlaces

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Los Reyes.

La cinta documental Los Reyes se mete, con una capacidad de observación que los documentales rara vez tienen, en los insondables misterios de la conducta animal. La experiencia, sin embargo, funciona bastante menos al momento en que se superponen a esas imágenes los diálogos de unos chicos skaters, desde el filo o el fondo de la marginalidad. Y simplemente se desactiva a la hora del desenlace.



Son muchos los críticos que colocan El planeta de los simios –modesta realización del año 68, dirigida por Franklin Schaffner- entre las películas con mejor desenlace de todos los tiempos.

En los minutos finales, Charlton Heston, el astronauta extraviado que creyó haber llegado a otro planeta, huye de sus captores y finalmente llega con su amada y monta un caballo a una playa desierta.

No es un paisaje que reconozca. La cámara empieza a alejarse y a subir y descubre enterrada en la arena fragmentos de la Estatua de la Libertad, lo cual le daba al relato una lectura completamente distinta.

No era otro planeta. Los simios ya habían arrasado con media Humanidad. Y lo que habíamos visto como una aventura de pesadilla, era en realidad el futuro que nos aguardaba. Muy golpeador y efectivo, fue efectivamente un gran final.

No es necesario insistir en la importancia dramática de los desenlaces. A veces los guiones ni siquiera se plantean su necesidad y se limitan a suspender simplemente la historia, como queriendo decir que la película llega solo hasta allí. Es una opción legítima, desde luego, pero –vamos- también es decepcionante.

En toda historia esperamos que los conflictos se resuelvan. No resolverlos puede ser una opción y es la que toma, más por flojera que por otra cosa, Amanda, película francesa sin duda que valiosa, de flancos encantadores incluso, que rescata un París precioso y que habla de los dilemas y vacilaciones de un joven, aún en busca de su destino, luego de quedar a cargo de una sobrina suya, Amanda, de siete años, tras el atentado terrorista donde ha muerto la madre de la niña.

Es verdad que no es fácil dar cuenta del proceso interior a través del cual el protagonista asume o se desentiende de la chica. Pero obviamente existían mejores arbitrios que mandar al tío y la sobrina a ver un partido de tenis para medir si entre ellos existe o no existe complicidad. Como broche final eso es poco. Como idea dramática, pobretona. La cinta, precisamente porque se mueve en un estándar superior y es de los pocos títulos que redime a la actual cartelera, merecía más.

https://culto.latercera.com/2019/12/02/perut-osnovikoff-los-reyes/

Algo semejante quizás ocurre también con Los reyes, un original documental de Bettina Perut e Iván Osnovikoff sobre dos perros callejeros, Fútbol y la Chola, que viven junto a la pista de skate del Parque Los Reyes. La cinta se mete, con una capacidad de observación que los documentales rara vez tienen, en los insondables misterios de la conducta animal.

Interesante: los protagonistas son ellos, no los humanos. La cámara los sigue, los registra, los observa cuando duermen, cuando juegan, cuando se mojan en la lluvia, cuando aúllan, cuando interactúan entre sí sin nadie o con poca gente alrededor. Es lo mejor de la cinta.

La experiencia, sin embargo, funciona bastante menos al momento en que se superponen a esas imágenes los diálogos de unos chicos skaters, desde el filo o el fondo de la marginalidad. Y simplemente se desactiva a la hora del desenlace. ¿Acaso no necesitan los documentales también un final? Los reyes diría que sí y la película nos lo queda debiendo.

Es posible que los realizadores lo hayan eludido por considerarlo un tributo innecesario al convencionalismo.

Quizás es un error, básicamente porque el público casi siempre será más indulgente con las películas que tienen problemas al partir que con las que defraudan las expectativas en el final.

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