"Aeropuerto de Newark Mediodía juev 14 de ene 1960". Son las primeras coordenadas del viaje de Allen Ginsberg a Sudamérica. En noviembre de 1959, Gonzalo Rojas invitó al autor de Aullido y a Lawrence Ferlinghetti al Primer Encuentro de Escritores Americanos, en la Universidad de Concepción. Es frecuente leer que venía por una semana y terminó quedándose tres meses, pero, según anota M. Schumacher, editor de los diarios y de la biografía de Ginsberg, el poeta reservó dos meses para su viaje a Sudamérica. Eso sí, terminó quedándose siete meses entre Chile, Bolivia y Perú.
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Recién publicado, South American Journals (January-July 1960) (University of Minnesota Press) muestra los apuntes, sueños, poemas y cartas que Allen Ginsberg escribió durante este viaje. Lejos de las anécdotas sueltas que suelen repetirse respecto a su visita a nuestro país, los pasajes escritos en Chile dejan ver a un Ginsberg más bien solitario, invadido de melancolía y sin actividad sexual —aunque lleno de deseo—. El plan inicial era viajar con Peter Orlovsky, su pareja desde 1954 hasta 1997, año en que muere Ginsberg. Sin embargo, Orlovsky no tenía un pasaporte válido y tuvo que quedarse en Nueva York. Uno de los rumores más extendidos sobre la visita fue la respuesta a qué es lo que venía a hacer a Chile: "vengo a coger".
Nicanor Parra dijo que "andaba en la onda gay". "No me he acostado con nadie y me he masturbado dos veces", se lee en la primera carta de Ginsberg a Orlovsky. Solo en Santiago —Ferlinghetti volvió a San Francisco mucho antes que él—, la barrera del lenguaje acentuaría la extrañeza de este personaje. "Bebí Vino Undurraga (blanco) y me senté en un sofá de cuero un poco entonado, aburrido, esperando a despegar de los techos planos que veo desde mi habitación de hotel con balcón".
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Ginsberg y Parra.[/caption]
El primer recorrido en la ciudad es en el zoológico del Parque Metropolitano. En la observación del oso hormiguero parecen predecirse y condensarse las preocupaciones que atraviesan su estadía en el hemisferio sur, pues muchas de las anotaciones luego tendrán que ver con la disputa entre escritores políticos y no políticos:
Y los Marxistas son
osos hormigueros
Y los Capitalistas son osos
hormigueros
Y ustedes, <em>Chilenos</em>, sentados
Toda la noche en El Bosco
Discutiendo sobre Literatura
Tan orgullosos de sí mismos-
Recuerden su Oso hormiguero
arriba en el Cerro San Cristóbal
En estos diarios no abundan los nombres propios o, si los encontramos, difícilmente los volvemos a leer. A veces, incluso, descripciones sin nombre, como un profesor en Chiloé que le hablaba insistentemente de sus viajes por Chile a un aburrido Ginsberg. Floridor Pérez me contó en alguna oportunidad de un viaje en bote con el norteamericano en Valdivia y me pregunto si es el mismo que leo: "En bote a las afuera de Valdivia, yendo a Corral, el cielo claro de la tarde". Otros tienen una fugaz aparición, interrumpida por razones externas: "El mejor amigo que he tenido aquí es un extraño y gordito profesor de filosofía en la universidad que habla inglés y se llama Luis Oyarzin. Luce (lu-cha) (pequeña luz) es un gran botanista telepático, naturalista, marica, astrónomo y poeta (aunque no un gran poeta – muy tímido) … viaja a China en una semana… Aquí todo el mundo visita China".
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O personajes que son flashes, imágenes que nos dejan entrever los recorridos y los encuentros:
y
Tellier & La Raka (Rachel) -los ojos grises de Cid-
Braulio Arenas -jugando ajedrez en la parte de atrás del Café, la misma mesa todos
los días-
En sus sueños, descritos con mucho detalle, se desliza la intensa melancolía y el deseo que afectaron a Ginsberg. En ellos, las apariciones frecuentes son sus amigos norteamericanos, Carr, Kerouac, Cassady, Burroughs, y son sueños absurdos, eróticos, sueños que a ratos parecen filtrados por la imaginación consciente antes de escribirlos. Sueños eróticos con Kerouac y Cassady. Pero no todo deseo en esos sueños es erótico:
Sueño —Neruda, joven y atlético, 40 y tantos, 36, 38, de chaqueta blanca, me reúno con él según mi calendario en el departamento donde me estoy quedando en Santiago- le intento mostrar mi poesía, él es muy educado— trato de impresionarlo, pero con la barrera del lenguaje es muy difícil – mostrándole una copia de <em>Aullido</em> (horroroso uf graznido)
Es bastante notable la curiosidad y el afán de Ginsberg por involucrarse y aprovechar el viaje. No recorre solo los trayectos esperados, sino que parece estar atento al paisaje multiforme chileno, siempre teniendo espacio para fijarse en pequeños detalles: "Walking around Punto Alto, mirando coloridos y baratos overoles y ropa en las vitrinas". O en Calbuco con Hugo Zambelli, engullendo pescados y mariscos, en Chiloé, en Osorno, de vuelta en el zoológico, en Valparaíso, camino al norte. Y, al mismo tiempo, son sus anfitriones quienes lo ayudan a mirar el paisaje humano, también. A propósito de la visita a una planta eléctrica, guiado por un periodista de Cruz del Sur, anota:
Así que decidí que hay algo malo con el sistema económico aquí- ¿Cuál es el fin de trabajar todo el día por dinero si ni siquiera recibes dinero? … Hasta ahora los hechos son: 1) Bajos sueldos para los trabajadores 2) Altos impuestos a las importaciones 3) El 26% de los impuestos va al ejército 4) Posiblemente, mucho capital se va fuera del país a las manos, bolsillos y capitalistas de EE. UU. '<em>Chupa la sangre</em>'. Nosotros chupamos la sangre de Chile.
La presencia más notoria es la de Nicanor Parra, con quien compartió en el congreso en Concepción, y que luego lo recibió en su casa de La Reina. Ginsberg conocía la poesía del chileno gracias a una traducción que City Lights —la librería-editorial de San Francisco, fundada por Ferlinghetti, casa editorial de la poesía beat— hizo al inglés. "No está mal, al menos es leíble", comenta (¿sobre la traducción o sobre el libro?) en los diarios. A Parra lo describe como "un poeta de más o menos 45 años quien siempre anda enamorándose de chicas suecas, escribe poesía inteligente y sincera y también es un gran profesor de matemáticas que estudió en Inglaterra y Estados Unidos. También fue a China el año pasado y adscribe a la teoría literaria Yenan de Mao". La estadía en La Reina lo llevó a conocer a otros miembros de la familia Parra:
3 de marzo, 1960. Tarde de domingo donde Nicanor Parra. <em>Catherine</em>, hija con Guagua (bebé) está de visita, sentada en la terraza, <em>Violetta Parra</em> está tocando la guitarra y cantando, vieja canción a <em>Catherine</em>, Nicanor relajándose con los ojos cerrados, en una reposera.
Al final de la anotación cuenta que toda la escena la está mirando en morfina.
Las drogas aparecen como las monedas cotidianas de Ginsberg, sobre todo en anotaciones que traducen las sustancias desde el chileno al inglés, pero poco sabemos de la experiencia misma. "Maullin. Dr. Otto. Latus es Atropine". No hay ningún registro, por ejemplo (y lo menciono porque era algo que esperaba leer), del supuesto síndrome de abstinencia que lo afectó en la casa de Stella Díaz Varín y que lo llevó a treparse a un peral para pedir marihuana a gritos. La anécdota cuenta que Parra lo llevó hasta la casa de Díaz Varín y su marido, Luis Viveros y que desapareció, dejando al poeta extranjero allí. Al parecer, Parra, quien tenía más bien una actitud antidrogas, estaría exhausto de la necesidad permanente de sustancias de Ginsberg. La única mención de Stella es en un sueño: "Tengo miedo de que el gato no haya salido del auto, pero veo que se escabulle por la ventana —un gato chico y negro como el de la poeta chilena borracha Stella— quien se escabulló por la ventana de su casa". El poeta viajaría luego a Perú para visitar Machu Picchu y conseguir Ayahuasca. En el camino, arriba del avión, va reconociendo las ciudades y los paisajes de Chile, hace una escala en Arica y describe el morro desde lo alto.
Hace no muchos años, en la misma Arica, Ginsberg protagonizaría una polémica. El concejal de la UDI, Andrés Peralta, denunció la utilización de textos del poeta norteamericano en un taller literario. Argumentó que Ginsberg fue "vetado y expulsado de Estados Unidos por el alto contenido sexual de sus libros", información bastante imprecisa, por decir lo menos. Los versos en cuestión aparecen en una carta que, ocho años después de su visita a Chile, Ginsberg le enviaría a la misma Stella Díaz Varín. De la forma que sea, es una persona que causó y causa extrañeza. "Parezco ser el único hombre con barba en Chile, así que mi foto estuvo en todos los periódicos —y los niños en la calle pensaban que era el representante de Fidel Castro".
*Las cursivas están reproducidas tal cual aparecen escritas en la edición original de los diarios.